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Category: Life

Fumar o no fumar, esa es la pregunta

El otro día, mientras exhalaba una bocanada de vapor de mi Cali Plus con sabor a frozen blackberry, me planteé algo espeluznante: he estado invirtiendo 20 o más pesos mensuales en un fucking humo con sabor. La niebla aromática me huele a contradicción.

Recuerdo con nitidez el momento exacto en que comenzó mi tango tóxico con la nicotina. Era una tarde cualquiera de undécimo grado, mientras guiaba de regreso a mi casa, que le estaba dando a mi vape, y vi las malditas luces intermitentes del aparato canceroso prenderse. Se acabó lo que se daba.

En otras ocaciones de mi uso de cigarrillos electrónicos (que complementaba con el uso de cigarrillos acústicos), había simplemente esperado a la oportunidad de conseguir otro en un momento oportuno y orgánico. Por ejemplo, una salida con amigas que suscitaba el inmediato sabor a rebeldía y frutas químicas demandaba una parada en el Condado Market*. Pero, en esa ocasión, paré en una gasolinera para saciar el deseo de la nicotina. Me recuerdo haberme dicho "después de que se acabe este, no compro otro".

Me la doy. Soy experta en dejar de fumar--lo he hecho incontables veces. Me sigo diciendo esa misma frase hasta hoy en día, en mi segundo año de universidad. De hecho, estoy fumando de mi frozen blackberry mientras escribo este artículo.

No puedo evitar preguntarme, ¿estaré invirtiendo 20+ dólares mensuales en humo sabroso, adictivo y con 5% de nicotina por el resto de mi vida?


El humo no solo invade mis pulmones; es una nube de negación que construye esa versión idealizada de mí que imagino. Labios rojos, pelo ondeado, humor sardónico e amor por el conocimiento, con el remate de un halo de humo a mi alrededor

Pero también, se trata de la satisfacción. No hay nada que se compare a inhalar ese humillo por la garganta, sentir lo frío y crujiente de la nicotina bajar por tu tráquea. Nada, ni mamar un bicho precioso, iguala a esa fijación oral. (Aunque depende del día--y del bicho.) Cada jalada es placer y culpa entrelazados: la satisfacción crujiente de la nicotina y el peso de saber que estás destruyendo algo dentro de ti.

Por supuesto, todo este ritual tiene su buena dosis de ridiculez. Yo he llegado a comprarme vapes basándome en el color que eran para asegurarme que servía como accesorio con mi estilo regular. Y he llegado a invertir 20 pesos para saciar el deseo solo para sentirme mal de haberlo hecho, y botarlo el mismo día.

Contradicciones andantes; y los testimonios de la señorita Naranja, Colleen Hoover y Drácula

La autoconciencia es una navaja de doble filo. Mientras que me alegro de tener la capacidad introspectiva de entender cuáles son mis fallas y cómo puedo mejorar como persona, también maldigo el robo de felicidad que supone el pensar. Les pregunté a mis amigas de la escuela superior qué opinaban al respecto. Pensé en ellas porque ¿quiénes más podrían ser brutalmente honestas sobre el fumar que las chamacas con las cuales te metías en el lujurioso baño de impedidos para darle unas cachadas al vape entre clases? Decidí que no estaba sola en este dilema, y recurrí a una buena amiga que, como yo, ha navegado estas nubes de humo y dudas: la señorita Naranja.

Mi amiga, quien prefiere que la cite con un nombre falso ya que sus padres aún no saben que fuma (y no quiere que se enteren), me dejó una nota de voz explicándome su relación con el fumar. Empezamos a fumar vapes alrededor del mismo tiempo. Ella describió que al principio, era todo "shits and giggles". La señorita Naranja se dijo a sí misma, "I will not get addicted".

Spoiler alert: she indeed got fucking addicted.

Entre episodios de no fumar impulsados por una carga de autoconciencia, la señorita Naranja observó los hábitos de otros fumadores alrededor suyo, y le dieron vergüenza ajena. Algo sobre el desespero que sugiere tener un vape en mano las 24 horas del día alejó la práctica de rebeldía y misterio hacia vergüenza y humillación.

Quería explorar cómo otros navegaban estas mismas contradicciones, desde el placer hasta la culpa. Decidí recurrir a otras perspectivas, como las reflexiones inesperadas de una hermana mayor que, curiosamente, también había encontrado un refugio en la niebla aromática.

La dicha hermana mayor de una amiga de la high, quien llamaremos Collen Hoover (tengo su libro mirándome desde mi mesa de noche), aportó con la sabiduría que solo los adictos tienen. Colleen Hoover recalcó algunas ventajas del fumar, como su aportación en el mundo social y en el arte de cagar. (Sí, la nicotina facilita el éxodo de tus mierdas al inodoro.)

Antes, Colleen Hoover odiaba el fumar. Y luego, conoció a un chico. "That's how I got into nic", confesó la no-autora listada #1 en el New York Times, "to impress a fucking boy".

La hermana de Colleen Hoover, Drácula (otro libro mirándome), abundó que la diversión que implicaba hacer truquitos con el humo--el fantasma, el puente francés, la exhalación de toro--es una "forma de arte". Colleen Hoover añadió que ella y sus amigas solían decorar sus vapes con brillos, pegatinas, lo que fuera. Drácula y Colleen Hoover enumeraron unas ventajas del vapeo para complementar las discutidas "fortalezas" del fumar.

  1. Contrariamente al tabaco, no deja pistas fuertes. Si fumas un Marlboro Light, se puede detectar en tu olor natural por días. Si fumas un Cali Plus, puede que dejes un sabor placentero a Fruity Pebbles.
  2. Es un escudo. "En el club, me aferro al vape como si fuera mi sábana de ansiedad", describió Colleen Hoover. "Es tu clutch". ¿Te encuentras en un momento específicamente aburrido en una fiesta, sin alguien con quién hablar ni las ganas de encontrar con quién hacerlo? No stress, hit the vape.

Aunque estas ventajas parecen superficiales, como cagar con facilidad o tener un clutch social, reflejan cómo los pequeños rituales del vaping esconden nuestra necesidad de encontrar consuelo en un mundo lleno de caos, una respuesta a las inseguridades que todos enfrentamos de una forma u otra. Detrás de cada vicio hay un refugio, un espacio donde nuestras inseguridades encuentran consuelo (aunque sea momentáneo)envuelto en la neblina del placer y la negación. Y a veces, eso es suficiente para soportar lo que viene después.

"But it's so Lana Del Rey!"

Escuchar a la señorita Naranja, Colleen Hoover y Drácula fue un recordatorio de que cada fumador, de alguna forma, comparte la misma contradicción: el placer y la vergüenza enredados. Estas confesiones, entre risas y autoindulgencia, revelan que el acto de fumar va más allá de la adicción. Es un símbolo, un accesorio, una pequeña obra de arte en sí misma. Y no es nuevo. Desde James Dean hasta Carrie Bradshaw, el humo siempre ha sido un manifiesto de estilo y rebeldía.

Principalmente, se debe resaltar que el romanticismo alrededor del fumar, al igual que otras prácticas hedonistas, es un factor completamente necesario de considerar. El cigarrillo, en manos de los íconos del cine, nunca fue solo un accesorio; era un manifiesto de libertad, estilo y una rebelión silenciosa contra las normas que aunque ahora venga en sabores frutales, no pierde ese aire de desafío.

Pensemos, de nuevo, en el misterioso James Dean con su cigarrillo. ¿Quién no babea? Fumes o no, es imposible negarle el atractivo, aumentado con su cigarrillo prendido. ¿Y qué chica que fuma no se derrite cuando un chamaco le ofrece fuego? Imposible.

Cuando estoy fumando activamente, quiero dejarlo por razones lógicas, por mi salud y por dejar de sentir esa misma vergüenza que describía la señorita Naranja. Pero encender un cigarrillo a las afueras de un bar oscuro tiene un encanto vintage, y vapear sigilosamente en la fila del IUPICoop** me hace sentir como una versión Cyberpunk de una gossip girl.

Cuando intento dejar de fumar, basta con ver a Carrie Bradshaw encender un cigarrillo en Sex and the City, y verse tan bien haciéndolo, para caer en la tentación de nuevo. Después de la primera jalá, regresa mi modo de pensar de antes. Y el círculo vicioso se repite, y repite, y repite, y repite...

La moraleja es...

No sé cuándo dejaré de fumar, ni si podré hacerlo 100% un día. Lo que sí sé es que de vez en cuando, deseo callar mi autoconciencia para destruirme en paz y tranquilidad. Cada inhalación es un pequeño acto de rebelión contra la parte de mí que sabe mejor. Pero ¿quién quiere ser siempre sensata cuando ser insensata se ve tan fucking cool gracias a unos palitos de cáncer?

A veces, reflexiono sobre los pensamientos de otros fumadores; son adictos, pero parecen no sufrir por ello. ¿Es esto una farsa? ¿Hay tal cosa como un fumador sin autoconciencia, o todos sufriemos de vergüenza aunque podamos parecer cool en ojos ajenos con nuestro atrevimiento en desafiar nuestra salud? Quizás fumar no sea solo una rebelión contra un sistema invisible, sino también una pausa para llenar el vacío entre clases universitarias y noches en el Viejo San Juan***.

Fumes con autoconciencia o sin ella, lo más importante es evitar que consuma tu vida. Al día de hoy, no sé cómo reconciliar mi amor por una imagen que destruye mi salud con la creciente náusea de saber que mi vida está literalmente en el humo.

Por lo menos, soy autodestructiva y no simplemente destructiva. He conocido a muchos cabrones sin adcicciones y personas buenas que fuman de vapes con pantallas. Prefiero un corazón de oro con pulmones negros a uno negro con pulmones rosados.

Paras refrasear a Hamlet, puede que la vida no se trate de fumar o no fumar. La autodestrucción es una parte íntegra del ser humano. Todos tenemos vicios. Sexo, drogas, alcohol, zapatos, Netflix, ropa barata de Shein, el chisme...

Tal vez nuestros vicios no son solo nuestras cadenas, son también las grietas que nos hacen imperfectamente humanos, vulnerables y reales. Quizás la vida no se trata de eliminar nuestros vicios, sino de aprender a disfrutarlos con una pizca de autoconciencia

y de vez en cuando, un toque de frozen blackberry.


*En Puerto Rico, el Condado Market es un reconocido smoke shop de la área Metropolitana.

**IUPICoop es un café para estudiantes en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

***El Viejo San Juan es la ciudad antigua de la capital de Puerto Rico, en el cual se sale de fiesta por las noches (y de día, si soy perfectamente sincera). 


4 Kudos

Comments

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tzrqt - POLLO

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Quede callado, me gusta mucho la forma en la que escribes..


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¡Muchas gracias!

by Caridad Álvarez; ; Report

tamita~°•☆

tamita~°•☆'s profile picture

Nunca he fumado, así que no podía entender la relación de otras personas con los cigarrillos, pero lo explicaste tan bien y con tanta elocuencia que sentí que estaba pasando por todo este proceso de pensamiento contigo. Muchas gracias por compartir tu experiencia, realmente me abrió los ojos a un mundo nuevo. Siempre pensé que ustedes sentían suficiente vergüenza como para querer dejarlo atrás, mientras que otros sentían demasiado orgullo y comodidad como para dejarlo ir. Pero mencionaste algo que no he considerado, los efectos sociales que tiene en la vida de uno. Supongo que podrías ir un paso más allá y decir que es lo mismo con los ricos que toman ciertas sustancias porque tienen el lujo de hacerlo, mientras que otros que tuvieron la mala suerte de volverse adictos no tienen los medios para obtenerlas.


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Hola, Tamita, gracias por dejar el comentario; me alegro mucho que lo que escribí te haya resonado. Qué bien que no fumas, no lo hagas---está sobrevalorado.

Mencionas lo de los ricos con otras sustancias, pero ahí tendría que diferir contigo un poco, o por lo menos expandir lo que propones. La diferencia entre otras sustancias y el cigarrillo (o el alcohol) es que ellas no son activamente demonizadas por instituciones federales, especialmente en mi entorno. Es decir, uno puede comprar cigarrillos para fumárselos en público una tarde cualquiera a las afueras de un centro comercial alrededor de las 3:00 p.m.. Sin embargo, ver a alguien en ese mismo contexto haciendo una linea de perico puede fácilmente suponer que una madre coja a su hijo pequeño (quien ve a una persona olerse un polvo blanco y ajena) y lo gire para que no vea más. La normalización del cigarrillo es precisamente parte de su peligrosidad, y es algo que diferencia las sustancias más "tabú" del tabaco o la nicotina. Por eso, ricos o pobres, fumamos.

De la misma manera, se podría decir que las personas pobres también se ven perjudicados por el acceso fácil a drogas como fentanilo, heroína, crac... Pienso que el dinero es un factor determinante en la manifestación de la adicción, pero no en la adicción como tal.

Nada, aquí pensando en vez de hacer tareas de la universidad. De nuevo, me alegra que te haya gustado el escrito, muchas gracias. <3

by Caridad Álvarez; ; Report

Tienes toda la razón, aunque esas sustancias representan poder para la élite, la normalización y aceptación del cigarrillo cambia la dinámica por completo. Mucha suerte en tus estudios y te deseo lo mejor en tu conflicto interno.

by tamita~°•☆; ; Report