Un cuento

He decidido que voy a estar incluyendo pequeños cuentos y poemas que escribí en mis años de secundaria. La mayoría son malos (xd), pero malísimos; sin embargo, me traen recuerdos medio graciosos, y me sirven para desestresarme después de acabar mi día. 


"Conozco a una chica desde hace tiempo. La encuentro entre tres a cuatro veces cada semana. Nunca he mediado una palabra con ella, ni siquiera un saludo. Los breves momentos en donde interactuamos se traducen a un intercambio de pequeñas palabras, que más que palabras, son gestos y murmullos. 

Ella no me conoce, o al menos no repara en mi presencia. Para ella soy tan insignificante, como la persona con la que chocas los hombros en medio de un mercado lleno. Pero para mí, es más que eso. 

Si realmente tengo que hablar de ella, me es imposible describirla en términos generales, porque hacerlo sería menospreciarla, y no hacerle honor a su persona.

Su cabello es negro, que a veces amarra en una coleta, y otras veces, mucho más gloriosa, en los que lo deja suelto y decorada con una diadema. Tiene una nariz pequeña, con una ligera curva hacia arriba en la punta. Sus labios que son rojizos, nunca llevan puesto labial ni tinta alguna. Tiene un rostro taciturno pero siempre imponente, como si supiera que, efectivamente, pocas mujeres a su alrededor pueden llegar a ser tan hermosas como ella. Sobre su cuerpo hay mucho que decir, pero me limito a hablar sobre su espalda, formada por músculos que se tensan cada vez que ella toma algo del suelo, cuando señala algo hacia arriba o cuando simplemente gira para ver hacia un lado. Su espalda es lo que más me impresiona. 

Solo eso puedo decir sobre ella, porque como ya dije, no la conozco. Tengo mucho miedo de hablarle porque, no sabría que decirle. Cada vez que la miro no puedo evitarme sentirme atraído a sus ojos, esperando si me ve o no. Es agobiante, porque siempre que llego, me convenzo de que no voy a verla otra vez, no voy a pasar otro día observándola, como un niño viendo un dulce. Pienso que el día en que ella se de cuenta (si es que no lo ha hecho a estas alturas) de cómo la veo, decida irse del lugar o poner mala cara, lo cual me haría sentir mucho peor. 

No puedo decir que la amo, pero sí puedo decir que la deseo. Más allá del anhelo de sentirla físicamente, me atrae espiritualmente. Deseo fervientemente conocerla, saber qué le gusta comer, qué le gusta hacer en sus ratos libres, qué estudia, si trabaja o no, qué clase de películas mira, qué piensa sobre los perros, y sobre los niños.

En medio de mis reflexiones, considero la posibilidad de que no sea una persona agradable, que no tengamos nada en común, o que incluso lleguemos a odiarnos. 

El anhelo, como dije, es demasiado intenso. Tanto que siento que me ahogo, que no puedo aguantar mas y que debo huir del lugar, no verla otra vez. Pero... 

Pero qué puedo hacer. A veces llego a la conclusión de que es un deseo fortuito, que algún día va a desaparecer. Basta con que salga del lugar y pase el día, termine mis responsabilidades y llegue a mi casa, y acostándome en la cama, me de cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pensé en ella. Y me tranquilizo. 

¿Qué hago? ¿Me animo a hablarle?"






xd


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