En la quietud de la penumbra sombría,
donde el dolor se viste de silencio,
se oculta el eco de un amor perdido,
un inefable adiós, un roto anhelo.
En el trabajo de un tiempo ya olvidado,
brotaba la pasión en su esplendor,
mas hoy se desvanece entre las sombras,
como un lucero que pierde su fulgor.
Palidecen las flores del recuerdo,
en el jardín de un corazón herido,
y en el rincón de la melancolía,
se esconden versos de amor no compartidos.
Aliento vago en la nostalgia ardiente,
suspiros mudos, lamentos sin voz,
las horas fluyen lentas, melancólicas,
tejiendo un lazo que ya no tendrás nudo.
Palabras dulces, gestos tan sinceros,
teñidos ahora de añoranza pura,
se desvanecen en el tiempo enorme,
como estelas que borra la amargura.
Esparcidos quedaron sueños tiernos,
en el rincón de un corazón que yace,
la ausencia duele, como aguja afilada,
y en cada latir, la herida se hace.
Mas el alma, resiliente y valiente,
reconstruirá sus muros con esmero,
sanará las heridas poco a poco,
y encontrarás la paz en un nuevo invierno.
El desamor dejó huellas profundas,
un camino abrupto y desolado,
pero en el corazón, la llama inefable,
arderá siempre, con amor guardado.
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