Conocí a alguien. Era amable, romántico, magnético, eléctrico.
Su cuerpo era tan perfecto que hacia que la lluvia se arrodillara ante el.
Mi corazón murmullaba su nombre cada vez que bombeaba la sangre de mis venas. Le pregunte: ¿¡Que puedo hacer para que me ames!? El solo se alejo. El fuego de mi pecho se apago, y me di cuenta que lo perdí con unas simples palabras. Le rogué que se quedara. Hice lo Imposible para que volviera, pero solo lo arruinaba cada vez mas. Y así, me quedé solo una vez más.
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