Una madrugada fria...

En la madrugada fria y azul, mi musa querida,
te escribo un poema con tono despreocupado.
Sin ataduras formales, sin reglas establecidas,
te describo mi amor de forma relajado.

Eres como un rayo de sol en mi día gris,
con tu sonrisa iluminas mi existencia.
Tus risas son melodías que me hacen reír,
y me atrapas con tu encanto y tu esencia.

Tus ojos, dos luceros traviesos y brillantes,
me sumergen en un mar de emociones.
Me pierdo en tu mirada, sin poder resistir,
el embrujo que provoca tus miradas traviesas.

Tu cabello es un enredo de travesuras,
una invitación a perderme entre sus hebras.
Tus labios, jugosos y llenos de dulzura,
despiertan en mí la pasión más sincera.

Eres mi cómplice en todas las travesuras,
mi compañera en los momentos más locos.
Juntas, pintamos el mundo de colores,
rompiendo las reglas, volando sin poco.

Nuestro amor es un juego sin fin,
donde reímos y nos divertimos sin cesar.
Eres mi confidente, mi cómplice, mi todo,
y a tu lado, la vida es un constante festejar.

Así, sin formalidades ni artificios,
te dedico estas palabras desde el corazón.
Eres mi amor libre, sin etiquetas ni juicios,
mi razón para sonreír, mi dulce perdición.


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