La muerte del pasado y del futuro en la posmodernidad

Extracto de un trabajo escrito por mí acerca de la muerte del pasado, la incapacidad de imaginar nuevos horizontes políticos

2.4. La esperanza revolucionaria y pasados en potencia

En el siglo XX hay un resurgir del pensamiento utópico a través de Bloch, como hemos vistos, y también mediante Benjamin. Aparece en Benjamin la esperanza en el contexto del nazismo por el cual se ve obligado a exiliarse en un primer momento a Francia y su intento de huir a los Estados Unidos durante la invasión nazi de Francia, intento en el cual es capturado en España y se suicidó antes de ser devuelto a la Gestapo. Para Benjamin debemos hacer uso de la memoria histórica para poner en marcha las prácticas futuras, un mirar al pasado para poder proyectarnos en futuro. Existe una débil fuerza mesiánica que las generaciones pasadas legan a las futuras, pasados que quedaron en potencia y no llegaron a ser. Para poder imaginar futuros podemos acudir a la historia y encontrar ejemplos de revoluciones. Sucede que la mayoría de revoluciones suelen ser derrotadas, han fracasado. Es por esto que esa esperanza que mira al pasado es melancólica puesto que debemos atender a lo que ha fracasado para retomar aquello que no llego a ser, no tendría sentido fijarnos en las que triunfaron puesto que si triunfaron ya quedaron instaladas. Benjamin va a apelar a la memoria de los vencidos y Bloch dirá algo parecido en El principio esperanza cuando nos dice que existe una pasión utópica que es la esperanza que pone en marcha el motor de la historia que tiene que ver con una memoria d ellos vencidos, traer esos pasados silenciados al presenta proporcionando un tiempo-ahora. El tiempo-ahora es el lugar donde se mezclan las posibilidades fracasadas y las posibilidades futuras.

Esta mirada al pasado salta por los aires en mayo del 68. El mayo del 68 parte de desde la concepción de no mirar el pasado para hacer la revolución instaurándose un borrado del pasado en la izquierda que invita a despegarnos (y desapegarnos) de la tradición. En parte es consecuencia de la proliferación de la retropías que nos hacen fijarnos demasiado en el pasado y no nos permite imaginar futuros. El problema de borrar el pasado es borrar en buena medida el futuro puesto que supone borrar todos esos pasados en potencia. Posiciones como la de Wendy Brown que ataca a Benjamin y a la melancolía en general critica la no utilidad de la melancolía; esta nos hunde en la nostalgia, en una impotencia. De tanto mirar al pasado nos hemos quedado miopes y no podemos atisbar futuros.

La consecuencia de olvidar el pasado y quedarnos en un continuo presente es la pérdida de la novedad. La novedad es víctima de matar el pasado puesto que sin pasado no podemos crear novedades no pasadas que nos ayuden a construir el futuro. En el hilo que une pasado, presente y futuro no existe una continuidad sino que el hilo está deshilachado, existen en el pasado futuros perdidos que quedan como las hilachas de una hebra. J. Derrida en Espectros de Marx nos habla de la noción de fantasma y cómo cada época tiene sus fantasmas, esto es, sus futuros perdidos que todavía le persiguen en el presente. Quizá sea en nuestra sociedad actual el mayo del 68 nuestro fantasma. Con más fuerza en España nos persigue el fantasma del 15M que como movimiento popular despareció y se desarrolló por otros caminos (asambleas, partidos políticos, etc.). cabe mencionar que estos fantasmas no son nada negativo ni tampoco algo mesiánico como sucede en Benjamin y Bloch.

Debemos atender a otra consecuencia de matar el pasado: ¿qué ocurre con la herencia? La herencia es una irrupción del pasado que no existe en el presente. Cuando heredamos algo encontramos una irrupción del pasado en el presente, una herencia que se inscribe en nuestra coordenadas temporales. Sucede que cuando uno hereda algo que ha formado parte de su infancia, como la casa de los padres, nunca tendremos acceso al mismo objeto que encontramos en nuestra infancia. Se produce un cortocircuito entre la memoria del objeto y nuestra experiencia actual del objeto. El pasado se encaja con el presente en ese objeto. De la misma manera sucede esto con la historia, al heredar un pasado histórico lo leemos con los ojos del presente modificándolo. A estos futuros perdidos que estallan en nuestra continuidad espaciotemporal producen lo que Hannah Arendt llama brecha, esto es, el pasado se introduce en el presente y lo modifica. Es aquí donde podemos situar la capacidad de la novedad, esto es, la posibilidad de crear nuevos mundos no viene dada por una decisión subjetiva nuestra sino que vendría de la mano de una brecha, de un pasado en potencia. Una idea parecida la encontramos en Slavoj Žižek cuando nos habla de repetir a Lenin, pero no repetir a Lenin tal cual lo que hizo, puesto que su solución fue para su tiempo y no nos resultaría útil para nuestra situación, sino que repetir Lenin es más bien aquello que no realizó, que pudo ser y no fue, “distinguir entre lo que Lenin hizo en realidad y el campo de posibilidades que inauguró, la tensión en Lenin entre lo que hizo en realidad y otra dimensión, que “no era Lenin, sino que estaba en Lenin” (Žižek, 2004, pág. 156).


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