Han de haber mil supercades en la ciudad, en esta localidad solo hay 6. Hace 4 días que no tenemos luz en la casa porque a alguien se le olvidó pagar el recibo, no sabemos quien.
Uno va al supercade porque se le retrasan los pagos, en ninguna otra parte le reciben el pago tardío, eso pasa porque hay varias empresas de servicio público. Hoy es domingo y está haciendo un sol insoportable pero aún así tengo que acompañarlo al supercade, sinceramente no sé por qué. Yo primero le dije que no quería ir, que estaba bien en la casa (incluso aunque no hubiera luz) pero me contestó que no, que a mí me hacía falta caminar y ver el sol. Este maldito sol no lo quiero volver a ver nunca, camino con rabia sin dirigirle la palabra, pasamos mil calles, ¿por qué el supercade quedará tan lejos? No podemos coger un bus? No, qué vamos a tener plata para un bus si ni hemos pagado la luz. Esta parte de la ciudad no la frecuentamos tanto pero a veces me agrada, hay muchos negocios de comida, de ropa, de insumos, gimnasios, bancos, supermercados, academias de baile, colegios, papelerías, todo eso en un pedacito de ciudad. Pero solo me agrada muy de vez en cuando, hoy la odio, y además domingo, todo está cerrado, no que mierda. Tras masomenos 20 minutos de caminar bajo el sol, con el interior del cuerpo más árido que quien sabe qué porque en la casa no hay agua, por fin llegamos al supercade, pero la caminata nunca es la peor parte.
Entramos a un edificio gris muy alto que tiene un letrero azul en el que dice supercade, a la entrada hay un guardia de rostro insípido - Buenos días - nos dice. Subimos una rampa gris, pero sólo un metro, porque ahí, en la misma entrada del altísimo edificio, empieza la fila de aquellos que no saben quién olvidó pagar los servicios. Me quedo de pie, estoy muy aburrida, no le puedo hablar porque está molesto, no tiene sentido que se moleste conmigo, yo de cualquier manera no podía hacer nada para evitar que un día amaneciéramos si luz y sin agua. El despertar hoy fue muy incómodo así, pero por lo menos sí tenemos gas, porque cuando no hay gas es más difícil, hay que comprar comida en la calle, obviamente, pero si no tuvimos con qué pagar el gas tampoco tendremos para pagar algo en ningún restaurante, chuzo, panadería, lo que sea, a veces sobra comida del día anterior y con eso esperamos hasta el día siguiente, o tenemos tanta suerte que la vecina nos trae almuerzo, pan, arepas, galletas o algún postre. Siempre estamos muy agradecidos con ella. La fila avanza tan lentamente que me da tiempo de pensar en mil y una cosas, por ejemplo lo que yo haría si viviera en una isla, que cosas le diría a alguien si lo amara, cuanto dinero tengo que ahorrar para comprar el juguete que esta semana vi en televisión y calcular cuantos recibos de luz podríamos dejar de pagar para que yo reciba ese juguete en navidad, de agua no porque el agua sí la necesitamos mucho. Puede que la luz la usen ellos para trabajar pero trabajan más en la calle que en la casa, y yo siempre veo la televisión a oscuras porque empiezo a las 3, me duermo de cuatro a seis y cuando despierto en el sofá la sala ya está oscura, no me da miedo entonces la dejo así, además me da pereza pararme a encenderla. Lo que sí me preocupa es que sin luz no voy a poder ver televisión, y me voy a atrasar en la trama de todas las series que me gusta ver, pero mientras ahorramos para mi juguete puedo leer libros, yo soy muy afortunada porque tengo muchos libros, puedo acostarme a leer en el piso y dormir ahí en el piso en vez de en el sofá, pero no podría leer a oscuras, habrá que ver como soluciono. La fila ha avanzado ya un poco más, el piso en el que hacemos el trámite es el sexto, vamos en el segundo, casi el tercero.
Ya son las 3 de la tarde, hace media hora llegamos al sexto piso, aún está el sol pero parece que va a llover, él ya no está molesto conmigo, creo que ya no está molesto con nadie, hablamos un rato y ahora estamos sentados en el piso contra la pared jugando ahorcado en su libreta de dibujo, trazo un círculo que pronto será la cabeza cuando comete el primer error con uno de los lápices azules que nos regaló el extranjero cuando vino a la casa, un día en el que sí teníamos luz, agua y gas. Entonces jugamos mientras esperamos en el piso, la fila se mantiene pero ya no avanza porque se cayó el sistema hace 15 minutos, y nosotros que ya llegamos hasta aquí, por nada del mundo nos vamos a devolver. Adelante, muy cerca de las taquillas, algunos pelean con los funcionarios, que usan una camiseta azul brillante de porte bonito, los que aún no estamos cerca de las taquillas no nos involucramos, pero sabemos que tendremos que alegar también cuando estemos cerca de las taquillas, estos especialmente, se quejan por la caída del sistema, pero cada tanda que pasa pelea por algo diferente, el supercade es un lugar de conflicto. Una hora y media más tarde, hemos llegado a las taquillas y ya estamos a 3 turnos de que nos llamen, él alista los documentos, el dinero, llena una tirilla que tomamos más atrás en la fila, firma, llena otra, firma de nuevo, saca el recibo y por fin nos llaman. La señora que atiende se maquilla muy feo, mira muy feo, habla muy feo, pero tiene uñas bonitas y las mueve muy ágilmente mientras recibe el dinero, sella el recibo, arranca una cosa, escribe la otra y al final nos entrega un papel, él da las gracias y yo, que estoy empinada para poder ver por la ventanilla le digo pasito a la señora - Hasta luego - puede que no me haya escuchado pero me nació ser educada y por qué habría de dejarlo pasar. Bajamos por la rampa, ya faltan veinte para las cinco, lo noto triste pero no le voy a preguntar porque yo sé que es porque estuvimos aquí todo el día y no pudo producir nada entonces le va a tocar trasnochar, porque además también tenemos que pagar los servicios el próximo mes, y saldar la deuda que adquirimos para poder pagar la luz y el agua antes de que fuera muy tarde. Mientras bajamos vemos a todos los que apenas suben, la mayoría puede que ni lleguen porque esto lo cierran a las cinco y media, hoy es domingo. Mientras salimos nos despedimos del guardia, ya comienza a oscurecer, hace frío y el pavimento, así como el ambiente, están húmedos porque recién llovió, tendremos que caminar veinte minutos para llegar a la casa, las piernas me duelen de estar de pie durante tanto rato. Nos tomamos de la mano y me acomoda la bufanda. Es lo que hay.
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