Frenar en seco

Me tenés dolida. 

Nos estamos mirando a los ojos en mitad del caos, uno de los muchos. Sabemos con exactitud qué hemos estado haciendo cada día desde que nos encontramos. Nunca estuvimos buscando al otro. Todo esto consiste en cosas muy concretas pero desagradables, estamos inmersos en un vaivén de experiencias que funcionan como una jeringa de extraer sangre, y al estar inmersos no podemos ver qué es lo que nos está pasando. 

No estamos sobrios y hace frío, nunca estamos sobrios, no nos molesta? no nos extraña? qué buscamos en este bosque y por qué llegamos hasta aquí? si ambos estamos pensando en que sería más reconfortante estar en medio de un hogar real, no solo el que representamos los unos para los otros. El hogar que representamos para nosotros mismos, tan endeble y tan inocuo como un hogar real, con mucha escasez y un cariño desesperado, sin embargo es lo que hay, es lo único que nos queda en momentos como este.

Cae la lluvia sobre nuestros rostros, cae la noche sobre nuestras espaldas, se escapa la certeza de nuestros corazones, huye la energía de nuestras entrañas, vuela la decencia de nuestras miradas, se va la cordura de nuestro tono de voz, se posa la tristeza en la punta de nuestros dedos y esperamos con paciencia a encontrarnos más de cerca para poder completar en el otro ... completar? 

Es un laberinto tóxico en el que nos perdemos del mundo, nos perdemos de nosotros mismos.