Dentro de una cabina telefónica, de madrugada en temporada de invierno hablando con vos por el teléfono porque no me queda nada más que tu voz, ya ni me acuerdo bien de tu mirada ni de tu sonrisa, recuerdo el color de tu pelo y la textura de tu ropa pero no es suficiente con eso.
Quiero de vuelta la experiencia tangible, no el recuerdo encapsulado en la cabina telefónica.
Me gustaría tener, así como un pequeño llavero, un beso o una caricia para llevarlo por todas partes y mostrarle a la gente, contarles de ti y tus caracteres, usar las palabras que tu dices seguido e imitar tus gestos para que sepan quien eres. Me gustaría hablarle a todo aquel que se me cruce de todo lo que hemos sido y los sitios en donde en mi memoria aún somos, de los suelos que hemos pisado mientras me miras y sonrío, los sitios en los que nos hemos sentado a contemplar las flores, en los que nos hemos abrazado mientras lloro un río, en los que he gritado para que tu en el otro extremo me escuches.
No tengo llaves porque ya no tengo puertas que abrir, por eso no tengo llavero, por eso en mi bolsillo no hay besos ni caricias tuyas. Ni en mi bolsillo ni en ninguna parte de mí, en el mundo las hay pero no me pertenecen, le pertenecen a otros humanos.
A veces, muy de vez en cuando, estando bajo alcohol u otras sustancias he sentido que te disuelves en mis manos, te me vas, no quedan gramos. Puedo ver tus partículas en la punta de mis dedos alejándose y danzando frente a mí y me rodean completamente de pies a cabeza, y tú completamente desintegrado y mi ser por ti completamente rodeado y sé que intentas protegerme pero ambos somos tan endebles que te me escapas, me quedo sin ti, me quedo sin nada y son muchos nuestros errores, los míos tuyos, los tuyos míos. Y es tanto el peso, perdón mutuo tenemos mucho pero para el resto del mundo no nos alcanza.
Por eso no me gusta estar poco consciente cuando vienes a estar conmigo, quiero estar en todos mis sentidos para poderte recordar a ti y a todo lo que hagas, recordarte cuando te vayas, cuando no me quede más que tu voz. Cuando vienes a estar conmigo y entendemos que no queda más que las luces amarillas y tu sabes cual es la sustancia que detiene el tiempo para permanecer adentro de la burbuja hasta que nos falte aliento, y en esos momentos sí quiero que me cubras, pero también quiero que huyamos, y quiero que nos tiremos al piso a ver las estrellas sin preocuparnos por cuando sea una de ellas y tal vez ya no me escuches como ahora, tal vez me quede sin voz en lo absoluto, tal vez te quedes sordo en lo absoluto.
Sueño a veces que te vas pero ésta vez ya no regresas y yo me debato entre muchas sorpresas. En mi sueño no sé si debería ir a buscarte porque no sé si tú quieras volver a abrazarme, y se me ocurre servirme veneno para tomarlo y así de pronto te veo, no sé si te fuiste porque algo no tuviste o si partiste porque eso fue lo que quisiste. Y me acuerdo del viernes al medio día mientras pasábamos la calle y me decías que todos deberían aceptar en algún momento que te irías, y mientras tanto yo me reía, te comentaba que lo importante era lo que tuviéramos en ese instante. Pero cuando crucé el umbral en el que nos despedimos no pude evitar comentar a la gente sobre lo mucho que me dolía lo que acababas de decir, porque yo quería mirarte por siempre, sentirte por siempre, oírte por siempre y hablarte por siempre. Un capricho, espero.
Qué pasa si me cuelgas el teléfono? Que significa que te despidas tan temprano? Quiero dejar de sentir que tantos intentos te agobian y que no captas mis historias, a veces pienso que avanzamos en una misma frecuencia pero luego alguno de los dos desentona y no sé cómo más describirlo si no es diciendo que me duele, me duele que de ti ya no me quede nada más que esto, entender que ahora solo estás al otro lado del teléfono y existe un límite tan complejo, tan difícil de derrumbar. Saber que también hay todo un mundo, un mundo que no he de conocer y que seguro brilla más que yo.
Filosos y frágiles, eso somos en este momento y lo hemos sido todo el tiempo, avanzamos con rapidez y arrasamos con todo lo que se nos cruza pero nos vamos a quebrar en cualquier esquina de estas noches ilusas.
No te vayas por favor, ni aunque ya lo hayas hecho por que sé que voy a perder lo único que tengo, es decir todo aquello que me has dado.
Ey nea, búscame el viernes que te quiero contar dos cosas.
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