Hay una mariposa muerta en la ventana, murió hace 15 minutos, la vi morir.
Llevo varias horas sentada aquí junto a las flores azules, las que ojalá fueran rojas, por lo menos amarillas. Sentada porque es uno de esos días en los que no me puedo mover, solo quiero pensar, esperar tu mensaje y acariciar mi rostro, tal vez secarme las lágrimas. Estaba pensando en la palabra serendipia y cómo tú eres la única que tengo, sé que te acuerdas del día en el que yo iba buscando la muerte porque te lo he contado dos veces y tu recuerdas todo lo que te cuento con especial interés, eso me parece fantástico, entonces yo iba entre inconsciente, ahogada, triste, asustada y desesperanzada pero también envalentonada, iba pensado en como arreglar mi vida con 800 pesos y un encendedor o si podría generar un impacto mas positivo tirando ese mismo encendedor al río y gastándome los 800 pesos en cables de sandía, tenía sueño, dolor en la cabeza y en el pecho, mareo y sed cuando de repente te vi, vos no eras la muerte pero sonreías más bonito que la muerte, la conclusión es que de alguna manera eso me salvó.
Nunca encuentro las palabras para hablar de lo mucho que te aprecio, lo muy importante que eres y lo muy irreal que me pareces. Lo mucho que me dolería tu partida.
Daría lo que fuera por que nos quedáramos en un bucle dentro de la noche de un fin de semana de Abril, con la sangre contaminada o los ojos colorados y riéndonos de lo muy fracasada que soy, lo muy lindo que tú eres y lo muy brillante que crees que es mi futuro.
Te lo juro, te quiero lo suficiente como para soportar lo que sea, pero sé que vos a mi no me quieres, por lo tanto no es amor, no estamos los dos en esto, soy yo hundiendome, viendo las gotas golpear el suelo, deseando que me abraces y repasando una y mil veces tus ojos y tus palabras.
No tiene sentido, se supone que no sos cruel, pero me estoy desmoronando en medio de todo esto, la gente dice seguido que haríamos linda pareja pero me estoy ahogando en esa mentira. Me haces más daño si es viernes, eso está claro. Te extraño muchísimo los sábados, eso lo sabes. Prometo no llorarte los domingos, puedes estar seguro
No puedo hacer nada para entenderlo, por eso estoy sentada junto a la ventana, viendo las mariposas morir.
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