Sentada en la mitad de una habitación amplia, consciente de que todas las palabras que no he dicho (la saliva que no he gastado) se acumulan dentro de mi cabeza y poco a poco van alcanzando el límite. Las últimas 3 palabras se convierten en la gota de saliva que colmará el cráneo, como cuando las gotas de agua colman los vasos, los vasos se derraman y al igual que los vasos mi cráneo cede.
Por cada uno de los orificios óseos desborda el agua siendo todas aquellas palabras que no dije, y la habitación se inunda, catastrófico, fugaz e incontrolable. Cómo podría yo evitar que las olas acaben con todo aquello que alguna vez me esforcé por construir? no se puede al parecer, la mitad de la habitación está cubierta, yo ya no puedo respirar y los cuadros ya no se pueden rescatar. Durante horas, durante días, la furia de la marea sube haciendo que la habitación se convierta en el recipiente de todas mis frustraciones no expresadas.
El cráneo que flota y los ojos que te miran, que miran los oídos que nunca escucharon lo que ésta boca tenía que decir, la boca que tenía que decir todo lo que esos ojos no ven ni aunque lo tengan frente a la nariz.
Entonces no queda nada real, real con R de regresa y explícame que es esto que hace que mi cabeza explote, que la habitación se inunde y que mis ojos se queden solos en sus cuencas sin lo que había en los tuyos, sin nada más que el recuerdo amargo del pequeño destello del éxito.
Qué hago ahora? Me emborracho con el líquido de mi frustración? o dejo que la habitación se pudra en humedad?
Después de todo no hay desagüe y yo, en verdad espero que todo se acabe.
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