Una chica en la cafetería del colegio, no cualquier chica, una chica linda. Luego de observarla, hablarle y concluir que aparte de linda era elocuente, decidió que le pediría su número, ella, afortunadamente, accedió.
De eso un viernes, la chica contestó al siguiente día, sábado, y empezaron a hablar como si llevaran meses de entenderse, la misma música en sus listas, las mismas opiniones, miedos, intenciones. Dos días enteros de espontánea conexión que ya se había vuelto necesaria.
El siguiente paso era verla de vuelta el lunes, y con suerte dejarle claras sus intenciones.
Así es que el lunes, en un descanso, se encontraron en la heladería del colegio sin haberse estado buscando, ella compró algo y luego caminaron juntos. Estaba feliz, ella era tan complementaria que de solo pensarla quería sonreír.
Comenzaron a juntarse más, ser más cercanos y una burbuja se forjó a su alrededor, ya no recordaba qué hacía en sus ratos libres antes de conocerla, porque ahora esos momentos eran exclusivamente para buscarla, pensarla, estar con ella, acompañarla, verla reír y conocerla.
Sólo era con ella, caminando hasta el metro con ella, saliendo a los sábados con ella, almorzando con ella, hablando de música con ella e intentando descifrar a qué se refería específicamente cuando decía que una canción entraba como aceite por las ranuras de su cerebro y ahí se quedaba a lubricar las ideas.
Tocando la guitarra para ella, esperando que sus ojos se impresionaran de nuevo con una secuencia repetitiva de la do re sol si la do re sol si. Viviendo para ella, junto ella, gracias a ella.
Yo quiero suponer, para mitigar el dolor, que así verías el mundo si tú me quisieras
Falso, utópico, forzado, imposible.
Comments
Displaying 0 of 0 comments ( View all | Add Comment )