Tu debes saber a tabaco, no por ser dulce y hermosa sino porque eres como la nicotina.
No, no me refiero a que seas adictiva, me refiero a que eres un intervalo de tiempo que puede reducirlo todo a una relatividad, si la realidad se altera tan fácil no es tan cierta, no es tan mía. Tu tampoco eres mía. Una sustancia en mi cerebro alterandolo todo, mi percepción del mundo, mi equilibrio, reprimiendo un dolor y multiplicándolo en silencio para expulsarlo con intensidad cuando el golpe termine, cambiando mis pensamientos, desfigurando el mundo, impactando en mis decisiones.
Vas y vienes, no deberías volver y siempre quiero que vuelvas, me he visto bajo situaciones desesperantes buscando la manera de sentir la adrenalina de mirarte a los ojos de nuevo y probar otra vez tu distorsión. Seguramente no te importa, seguramente muchos te necesitan tanto como yo, porque guardas un encanto extraño, haces que la gente quiera permanecer a tu lado. Déjame permanecer a tu lado sin hacerme daño, sin robarme los años, quemarme las neuronas, oscurecer mis bronquios, manchar mi sonrisa y entristecer mis ojos. Déjame amarte y seguir respirando al tiempo.
Te quiero, eres hermosa y me haces ver el mundo en colores borrosos, guías mis pasos en bailes ridículos, hablas y haces que quiera dejarte entre mis costillas, corriendo por mi sangre y golpeando en mi cabeza.
Eres nicotina, me mueves el piso.
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