La inyección y la soledad

Suspender el acetaminofén por 24 horas y reposar. La enfermera prepara una jeringa, me muestra un frasquito y me limpia el brazo con alcohol, me ves desde la puerta, tu mirada me lo está reprochando, perdón, yo no pedí nacer bajo tales circunstancias, al contrario, tu decidiste que lo hiciera. Como aprendí a llegar a casa siempre? no lo sabes, es evidente que no, porque todavía me lo cuestionas, si voy a llegar, como voy a llegar. Una vez te fuiste y durante ese tiempo yo memoricé todos los caminos, referentes, la fachada, las personas, aprendí a llegar a casa pero decidí que era mejor no hacerlo, no llegar. 

Respira profundo, me dice la enfermera. Me inyectan un líquido transparente mientras pienso en las demás opciones que me habías dado, todas aquellas que iban en contra de los principios bajo los que me criaste. Me equivoco, los principios bajo los que me crie, luego de aprender a llegar a casa aprendí a hacer de ella un hogar, a pesar de que en esta sólo estuviéramos yo y mis pensamientos, luego de un tiempo concluí que si el hogar era yo y lo que había en mi mente ya no iba a ser necesario volver a casa. Empecé a volver menos, dejé de volver, como tú. Mis decisiones son más transparentes que las tuyas. 

Paso a una habitación al fondo, no hablas. Lleno formularios, recojo mis papeles, firmo una autorización como si lo hicieras tú. No sé si tu mirada busca hacerme sentir culpable, no lo logra. Sin embargo sí me arrepiento de haber vuelto, de haber dejado que me hablaras de decisiones como si necesitara que me preparen para tomarlas, como si no las hubiera tomado ya todas. Me arrepiento de haber vuelto como si no hubiera aprendido a estar sola. Tu indiferencia en todo esto solo me hace sentir mas sola, cada vez que llego a casa y te haces presente me siento sola, tus acciones me hacen sentir sola. 

Nora Mesa es una persona real.