Lo que no puedo nombrar.

Todavía recuerdo la mirada de aquella niña cuando mencioné que yo ya había tenido pareja, y ella, inocentemente, mientras se reía algo penosa, me preguntó si el chico me había dado un beso. En ese instante se me revolvió el estómago. Por un tiempo me pregunté a mi misma qué había sido ese sentimiento, y luego lo entendí: envidia. 

Sentí envidia, porque yo nunca pude mirar ese acto de manera pura y afectiva. 

Me lo arrebataron cuando era solo una niña. Ni tan siquiera quería hacerlo, ¿por qué no pudo escucharme en el primer “no, no quiero”? 

Y ese beso desató lo que me perseguiría durante años. 

Nadie nunca me ha besado en los labios con amor verdadero y esa pureza que tanto anhelo. ¿Qué se ha de sentir que te besen desde el afecto y no desde la lujuria? 

Un tonto beso me arruinó la vida para siempre. Que maldito asco. 

Constantemente pienso si mi vida hubiera sido diferente si yo no hubiera entrado a ver televisión esa noche en la habitación de mis padres. Lo dudo mucho, ya que quien me arrebató mi inocencia lo deseaba, y no dejaría de molestarme hasta que yo aceptara. Quizás la historia habría cambiado si a esa persona le hubieran enseñado lo que es la palabra “no”. Que no todo lo que quiere se le va a dar por capricho. 

¿Fue lo obediente que era lo que le hizo creer que estaba bien hacerme eso? No lo sé. 

Cómo me gustaría que alguien besara mis lágrimas antes que mis labios. 

¿No sería lindo? Que alguien bese mi alma antes que mi carne. Que me haga sentir humana y no como otro objeto más. 

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Hola, chicos. Hoy no me siento muy bien, la verdad es que solo quería escribir un poco para desahogarme. Sé que es un tema algo delicado, pero es el único lugar donde puedo hablar de ello sin que mis cercanos se enteren. 

No sé quién lo vaya a leer, ni tan siquiera espero que alguien lo haga, solo quiero soltarme un poco y llorar esto que tanto me duele. 

Si alguien se identifica, lo siento mucho, y espero que siga mejor. 

No tengo ganas de escribir más.