Esa frialdad con la que miras,
con la que congelas hasta el sol,
congelas el fuego
y hasta el mismo infierno.
Con esa gélida mirada
cautivaste lo más profundo
de mi matiz,
cada parte de mi ser,
de mi alma.
Tus cabellos azabache,
tan hermosos,
hacen que mi ser se estremezca;
cortos como la distancia
que quiero tener contigo,
cortos como la proximidad
que nos une.
Y no lo negarás,
porque siento
que tu mirada gélida
se descongela con la mía.
¿Y qué tendrán que ver tus ojos? dirás.
Pues los ojos son
la ventana del alma,
decían algunos;
y los tuyos me dicen
que pronto me amarás.
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