No hay día en el que cese tu búsqueda entre mis memorias. Deseo recordarte con tanta pasión que el olvido representa el peor de mis temores.
Por eso, cada día te pienso y te escribo en los más preciados rincones de mis diarios. Sin embargo, mi pobre educación lastima mis intentos de retratarte. Que desdichada eres al ser descrita por una ignorante poeta. Tanta es la pena que siento al desgarrar tu divinidad con mis insípidas palabras que me obligo a condenarnos a la soledad. Que soledad tan cruel la tuya, la mía y la de las cartas que nunca tacharás en tinta roja.
Septiembre 2025
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