No sé hasta dónde llega el valor de una persona ante otra, o el valor que cada uno se da a sí mismo. Somos tan efímeros en un mundo materialista, tan tangible, tan sexual, que un cuerpo muchas veces se convierte en un simple objeto: un jarrón vacío, un recipiente sin sentido. Quizás por eso algunos no perciben el verdadero valor de otro, o incluso el suyo propio.
Es triste cuando el cuerpo no está con el alma, cuando lo que sostiene al alma está vacío, cuando dos cuerpos se funden sin alma y solo se entregan al placer humano o instintivo. Yo lo llamo “placer sin sentido”. Porque al final, todos venimos a este mundo a amar y a sentir dolor. Y amar también es disfrutar, es experimentar todo tipo de placer: desde el carnal hasta el espiritual.
Pero ¿qué sucede cuando lo que haces o sientes carece de sentido? Tal vez para algunos sea simplemente sexo, quizás porque aún no descubren que allí habita su alma, o porque aún no se atreven a entregarla. No los juzgo; cada quien tiene sus motivos, visibles o invisibles, y existen fuerzas mayores como la lujuria humana. No digo que esté mal.
Solo creo que, cuando entregas el alma junto con todo lo demás, el placer se transforma y se siente mejor, desde dentro. Porque no es solo carne y huesos: es el lugar donde habita el alma, el único ser que siempre serás tú por el resto de la eternidad la conocida y la que no, solo tú y por eso es tan valioso.
Comments
Displaying 0 of 0 comments ( View all | Add Comment )