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Category: Blogging

Anya 1907


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"empezando por, que no tengo la más mínima idea de cómo redactar un correo, solo le quiero dar un pequeño contexto de la historia y etc.
no sé aún qué es sinceramente, solo sé que es corta. fueron dos años y medio de largo trabajo donde muchas veces pensaba en borrar todo (borré varias cosas igualmente) de emociones que no me gustaría experimentar de nuevo y de una depresión fuerte debido a diversos factores, aunque también me sentía feliz por tener un poco de imaginación dentro de esos sentires. Filipa, personaje principal del(los) relato(s) es una persona que conocí por medio de internet y quedé sumamente fascinada de su forma tan alegre de ver la vida y como disfrutaba ciertas cosas que yo no, al día de hoy Filipa no me ha dado su opinión del relato, textualmente me escribió "estoy tomando mi tiempo en procesarlo todo (...) es realmente algo que no se traga con facilidad" y aunque no lo crea, no me importa mucho lo que me diga, la opinión que realmente toma todo el valor y la exposición que me he dado como ********* es la de mi queridísimo amigo, **** por esto igual se lo mostraré a él.
siendo eso un gran paréntesis, la ilustración de la portada fue hecha por mí, las correcciones y ediciones al texto las hizo my beloved ****** (mi amada ******, pa' los que no saben inglés) y eso." - 28/12/2022.

recuerdo haber mandado ese correo nerviosa, era para un profesor del colegio que a veces leía lo que escribía aburrida en clases o lo que le entregaba como resultado de sus actividades. me alegra ya no estar en contacto con ese profesor y también me alegra que su opinión no me importara tanto.

era demasiado pendeja cuando terminé de escribir todo eso, aún lo soy.

gracias por leer.


Siempre me ha costado hablar de mí misma, no quiero sonar terrible.

Quiero que seas capaz de ordenarme de pies a cabeza.

 

1. La mujer de las mariposas rojas

La joven yacía en el piso, estaba totalmente pálida, cuál caucásica era, y fría como la nieve, la que ya había acabado hace unos meses. Su cabello castaño claro, con ligeros toques de rubio, cubría el delicado rostro que tenía, el que estaba decorado con aquellos faroles verdes como el agua que recorría por los ríos en otoño, y esos labios rosados y delgados, convirtiéndolos ahora en violetas, sin expresión alguna, uno de sus brazos hacía que se abrazara a sí misma, sus piernas bastante lastimadas, con pequeños rasguños y marcas en sus muslos, rastros de fluidos entre ellos, sus rodillas ensuciadas con tierra fresca que empezaba a secar. Recorriendo su cuerpo con mi mirar me detuve en su torso, el que estaba expuesto, con estómago e intestinos a medio reventar, pequeños insectos tratando de ingresar, su hígado y páncreas perforados por todo mi cariño, su útero el cual contendría a mis deseados hijos ya no existía, los insectos comenzaban a entrar. La sangre coagulaba, ennegrecía, se consumía, perdiendo su humedad, perdiendo su brillo.

Traía la ropa que le he regalado, ese vestido floreado y ligero, para que pudiera jugar sin preocupaciones en el jardín, el que ahora está destrozado, manchado. Con esos zapatos cafés de correa, se ha puesto calcetas, aunque no le gustara usarlas, pero lo más hermoso de toda esa imagen era su cuello, estaban saliendo a flote las marcas de mis dedos, de mis palmas, de mis uñas enterradas. ¡Qué horror! La he matado, la satisfacción al recordar el momento se hace persistente. 

He llorado, he perdido a mi prometida, a la mujer de mi vida, la que me hacía sentir repudio hacia mi propio espacio, la que hacía preguntarme sobre el cosmos, sobre por qué yo existía, la que me provocaba un montón de emociones, desde felicidad hasta la más grande indiferencia, la que me volvió loca y enferma, enferma de saber que no iba a estar para siempre conmigo. Enfurecí convirtiéndome en poseedora, ansiosa, celosa, e invasora. La he matado por mi propia voluntad, para volverla inmortal, para demostrarle que el amor y la lujuria inundan mi corazón.

Ya no ha de sentirme mal, mi querida niña, la apatía y la timidez, cada vez se apoderan de mi cabeza, de mi actuar, espero que estés agradecida. Ya que sin tus cartas de amor jamás hubiera concluido que yo fui la única de tus respuestas, que gracias a mí aprendiste cada una de las cosas, engullí tu dolor y envidia para convertirte en lo que eres ahora, mi linda nena, tan llena de alegría. Todos observan como esas mariposas se llenan de rojo, de carne aún fresca, como la tierra y las semillas comienzan a llenar tu interior, de lo hermosa que estás con aquellas margaritas creciendo entre tus órganos, margaritas las que eran nuestras flores favoritas. Pronto volveré a esconderme dentro de aquellos brazos que me han visto sufrir, a los tiempos donde creía estar feliz, supongo que haberte desechado dolió menos que ser yo misma, me permitiré extrañarte a la hora del té y me obligaré a callar el resto del día, miraré hacia la ventana buscándote para avisar que la comida ya está lista, dormiré abrazando tus ropas oliendo cada una de ellas, jugaré con tus muñecas, y usaré tus calcetas, sin ningún sentido. Estas palabras llenas de insignificancia, te han de demostrar que el amor puede ser tardíamente comprendido si se trata de mí, querida.


2. Lavadora

Solo quería morir, quizá era muy cobarde y no lo hacía, o fue muy valiente al querer seguir vivo, nadie le daba una explicación. Yo tampoco se la daría.

Deja de llenarme con tu sucia ropa, la sangre en tus filosas palabras puede poner mis blancas manos de rosa. Calcetas naranjas salían de sus ojos, nariz y orejas, ya no podía limpiarlo más, el motor de mi pecho se apagaba. Ya no podrás recomponerme, las pelusas se atascan, como todas tus prendas, y la horrible bufanda que llevo puesta.


3. Perfecta para mis margaritas

Enamorarme de ti no estaba en mis planes, pero, aun así, haces un lindo trabajo alimentando a mis preciadas margaritas. Quién iba a pensar que tan detestable mujer, dejaría tan sanas e intactas mis flores.

Aquellas semillas que me viste comprar y preguntaste si eran mis favoritas, a lo que pude responder con una sonrisa. Te invité una taza de té, pero te negaste, vi que tomada de la mano alguien te llevó.

Estuve perdiendo bastante de mi tiempo solo para volver a encontrarte, recordaba tus bellos ojos, como brillaron al verme. Observé que después de la escuela pasabas por esa misma florería y te detenías a deleitarte con el aroma de la tierra húmeda. ¿Te gusta cómo está ahí abajo?


4. Vamos a comer papas

Las papas se pueden cocinar de muchas formas, desde cocidas hasta en puré. Igual que las personas.

No todos mueren de la misma manera, y no todas se disfrutan. Así que podría decir que me gusta comer papas, pero ¿por qué lloras al cocinarlas?


5. Luciérnagas

Esas luciérnagas iluminando tu boca están reemplazando tus ojos por aquellos faroles minúsculos, saliendo por tu nariz y oídos, poblando tu lengua, parte de tu garganta y paladar. Has de ser una mujer increíble, aventurera, llena de gozo, pero tristemente encarcelada en este jardín, donde los insectos son reyes, observando con lujuria tu rostro. El que se encuentra lleno de esperma, luciérnagas. ¿Por qué no ha de ser luciérnagas?


6. Con amor, con mucho amor

¿Por qué me amas? No hay razón para hacerlo, algún día te mataré. Tu madre ni siquiera sabrá de esto, ¿Crees que la policía estará al tanto de una vieja sorda que perdió a su hija? Si quieres sexo fácil ve por una prostituta, o se una. Conozco unas cuantas que ganan bien y tienen experiencia, podría presentártelas y esperar que te vayas de este lugar. He cuidado a alguno de sus hijos, son buenas mujeres y sus pechos son redondos.

Pero por más amenazas que te dé, sigues arrastrándote hacia mí, y sacando la única prenda que traes puesta. Estás sucia, llena de tierra y tu boca tiene rastros de lo único que hay para comer. Si vas a vomitar de nuevo sobre mí, no esperes que tenga compasión. Sigues siendo una enferma que no busca más que doblarme el juego. También puedo ser tu gatita.

Meter mis dedos uno por uno y gemir tu nombre, mancharme con sangre y morder tus labios. Pedir que me golpees, así como yo hago, esperar que me arrastres por el piso y me escupas los ojos. Entregarme, desear lo mejor de ti, quizás orar por tu madre. ¿Seguirías abierta para mi aún muerta? Me fascina tu cabello anaranjado, lo cortaré y guardaré en un frasco, me comeré tu hígado, pulmones y corazón. Tu lengua será el premio de mi gata por haberte cazado, a mis amigos les entregaré tus uñas, pero solo si lo consigo, haré un lindo collar para tu madre. Después de todo me enseñarás manualidades, pequeña margarita.


7. Apfel

Sigues frotándote en mí, es incómodo. Sé que lo haces para verle a él, descubriste que al no rechistar todo sería más fácil y beneficioso para ti. Comes tu comida, lavas la ropa, ordenas la sala y mi oficina. La primera vez salimos al jardín, me preguntaste si podías tocar las flores, contaste algunas hormigas, y ensuciaste tus calcetas, maldita puta, las ensuciaste. Llorabas de rodillas, pidiéndome perdón, "las lavaré enseguida, no me lleves allí" ¿Cómo una mujer podía entregarse de esa manera?

Múltiples veces, montones de calcetas, todo iba bien. Te compraba revistas, salíamos a pasear, hasta a ese pequeño salón de té que tanto oías por la radio local. Pero me pediste ir al mercado, "vi un postre de manzanas en una de las revistas, quiero intentarlo" Strudel.

Solo querías impresionar al joven alemán que vendía manzanas a buen precio. ¿No te conformaste conmigo?


8. Permíteme creer

Lo odias, odias la idea de que creer en algún tipo de ente y que este fuera gran parte de las decisiones de tu vida, te hace enfurecer, como a ellos ¿Por qué acumulas tanta oscuridad en tu corazón? Si tan solo vieras lo bueno que es él, por más que lo niegues siempre va a estar esperando por ti, como yo lo hago. Soy así como describes, una pobre, sola y aburrida monja atrapada en este convento, extorsionada, abusada por lo que creí mis salvadores, los que hasta el día de hoy respeto ¿Qué más podría hacer?, mi vida siempre ha estado en las manos de él, y por lo mucho que quiera huir ellos vienen a mí, a enseñarme las luciérnagas, a llenarme de palabras vacías, de felicidad en letras pequeñas sobre papel de arroz que pronto se romperá, y ellas tampoco alzarán su voz por mí. Lo viste, sé que lo hiciste, tú tan irrespetuosa y altanera, la que tiró mi sopa, la que me alzó el dedo medio mientras rezaba, por favor, hazme creer en ti.

Hazme creer en ti, convierte mi fe, transfórmala en lo que más quieras, mírame con desprecio y dime que lo he hecho mal, escupe en mi rostro mientras predicas tus palabras llenas de deseo, quiero dejar de seguirlo a él, quítame estas cadenas, te lo suplico, soportaría el trato que fuera para que no vieras mi rostro horrorizado estando con ellos. Mata cada una de esas luciérnagas y muéstrame la verdad, asegura que podemos ser felices, que me puedes amar, así como yo lo hago. Qué tiene perdón tu alma para liberar la mía, llévame cuando termine este sermón, tómame cuando notes que nadie está penetrándome en silencio, guíame cuando me veas limpiar mis rodillas. Tira mi cabello, habla lo que sientes por mí, permíteme creer, permíteme creer que serás mi salvación.

Una salvación que nunca llegará, porque a ti también te mostraron las luciérnagas.


9. Grande

Te amo tan grande que mi jardín está vacío por las muchas flores que he arrancado para darte. Cruzaré el mar y llegaré a donde tú estás, espera por mí, hazlo.


10. Mateo

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2, 20)

No había razón alguna para seguir sacrificándome por ella.


11. Dónde estás

Días.

Días pasaron sin rastro de ella.

Días en los que la extraño mucho más.

Días en que estuvo fuera de sí.

Días donde su vida comenzaba a acabar.

Días que no existían.


12. Perla negra

¿Estarás molesta? No pude callar, he roto nuestra promesa.

Solo dame un poco de tu tiempo.


13. Palabras

Lamento herirte.


14. La mujer de las mariposas rojas, notas marginales de rollos perdidos, 220405

– ¿Qué encontraste? – El hombre quedó sin palabras, nunca en ninguno de sus años de trabajo vio algo de esa magnitud. – Creo que ahora tenemos la parte que faltaba del caso, Ingo. – Fue espantoso recorrer esa habitación.

¿Realmente era ella?

La espuma de jabón limpiaba el cuerpo de ambas mujeres, hace mucho no disfrutaban de un baño. Hace mucho no tenían paz. Decidieron dejar las discusiones y las palabras hirientes, se aman ¿Por qué pelear? No tenían razón alguna para hacerlo, eran felices una con la otra, tenían gustos especiales y nunca decidían qué ropa usar, como las otras tantas parejas. Aunque nadie las viera de esa manera.

<<F>> No me dejarías, lo sé.

El día que lo hagas me aseguraré de romperte la cara con mis propias manos.

<<A>> Sin importar lo que quieras hacerme te dejaré, y cuando vuelva llorando rómpeme.

¿Serías capaz de ello? No lo creo.

Porque no soy como tú, yo sí te conozco.

Porque el día que lo hagas me aseguraré de romperte la cara con mis propias manos.


15. Olas

Y llegué al fondo, sin poder ver tu rostro. ¿Dónde estabas? ¿No harías lo mismo por mí? Sentí que todas las veces que llegué empapada de barro fueron en vano ¿Valió la pena confiar en ti?

Sin dudas ver tu piel enverdecida fue la mejor recompensa, parecías una sirena, las hojas que habían caído al río lucían como escamas rosas. Labios del color de las violetas y ojos tapados de una tela grisácea, simplemente una vista hermosa.

Al sacarte de ahí, vi como las personas corrían a todas partes, pronto las luces blancas hicieron presencia, sonidos por doquier ¿A dónde se había ido la paz que construimos? Un hombre me tomó por sorpresa y gritaba palabras que no entendía ¿Acaso nadie te veía como yo lo hacía?

– Dime, ¿cuántos años tienes? … Bien – Cómo podía responder – Veo que no quieres hablar de ti, entonces háblame de Filipa.

“Eres diferente” se suponía que debía jugar en las pozas como todas ellas, ellas no entendían.

Me gustas, es raro, ¿cierto?

¿Qué es gustar, Filipa?

Por primera vez escuché su risa, de todas las veces que pude haber sentido satisfacción esa fue la mejor. Filipa la única mujer de mi vida. Ni siquiera la nodriza fue capaz de escucharme como ella ¿Éramos familia?

No tonta, hasta que algún ser quiera sacarnos de este orfanato seguiremos aquí.

Podríamos ser familia.

Solo quiero cumplir dieciocho y largarme de aquí, tal vez te lleve conmigo.

De a poco me fijé que ella no conocía nada más de mí que mi condición, quizá me amaba por ser diferente o amaba la atención que le daba. Por el contrario, yo sí conozco muchas cosas.

-        Filipa gusta más del verano que de la primavera, odio ambos.

-        Filipa come galletas por las noches, detesto las migajas en mi cama.

-        Filipa tiene un mechón de cabello más corto que el resto, lo cortó para mí.

-        Filipa suele molestarse cuando muerdo mis uñas, dice que mis manos se verán feas.

-        Filipa demora mucho en el cuarto de baño, la escuché cantar varias veces.

-        Filipa me confesó haber roto un florero mientras corría por la casa, qué descuidada.

-        Filipa adora leer novelas, siempre me cuenta sus finales.

-        Filipa combina muy seguido su ropa interior, dice que le da buena suerte.

-        Filipa, cuando llora arruga su nariz levemente, es triste.

-        Filipa gime muy suave, hace erizar mi piel.

-        Filipa, la primera vez que me besó dijo que eso significaba “gustar”.

-        Filipa me pidió huir de casa, ¿será lo correcto?

-        Filipa dijo cosas horribles de mí, ella...

-        Filipa no me ama.

Luego comprendí que yo no debía estar en ese lugar.

Filipa me extrañará, le pido disculpas.

Nadie te veía como yo lo hacía, nadie, ninguna de ellas era igual que ella. Me pregunto si me buscarás, solo tú sabrías donde podría estar, pero… seguía pensando en ti. Sé que confías en mí porque no te dejaré sola, yo no puedo hacerlo; me abandonaste como al orfanato y los sueños que tenía a tu lado, espero que mueras para no preocuparme de ti una vez más. Diría que eres egoísta, aunque gracias a ti aprendí a sentir como un ser humano.

No trajiste a mí la humanidad de mi humano ser, quisiste verlo con tus propios ojos y ahora sufres lo que tú misma fuiste capaz, por eso, te culparé toda mi vida de cometer lo que otros me obligaron a callar.


16. Finalidad

Siempre te oculté mis engaños, te culpaba por estar dañando nuestra relación, solo porque no me buscabas. Pensé que si ahogaba mis preocupaciones junto a su miembro podría sentirme útil. Aunque hubiera amado verte, con esos ojos desgarradores, observando como lastimaban mi cuerpo, sin oír mis plegarias, gimiendo a flor de piel. Si supieras ¿Tendrías tiempo para mí? ¿Prestarías atención a todas mis necesidades? ¿Dejarías de verme como alguien imponente, intolerante, cuidarías de mí como a un bebé, verías en mí lo que yo veo en ti? Por qué me dejaste.


17. Tú

Poco a poco me vas abandonando.


18. Azúcar salada

¿Recuerdas nuestras primeras conversaciones? Dijiste que te gustaba el té con leche.

He preparado muchos esperando que vuelvas.


19. Llanto nupcial

Vuelvo a pensar en ti, espero que puedas mirarme a los ojos y decir “Qué gusto estar contigo otra vez”, podríamos unir nuestras manos, besar tímidamente las rodillas del contrario. Simplemente, sonreír al cielo con la esperanza de seguir juntos… hasta que alguien nos separe.


20. Galletitas de amapola

Comienzo a preocuparme, desde la última discusión ni siquiera me diriges la mirada, te he enviado mensajes para saber si estás bien, si necesitas que vaya a buscarte al colegio, pero no dices nada. Hace una semana que no vuelves a casa, todo con la excusa de que estás ocupada ¿Qué harás realmente?

He limpiado cada una de las habitaciones, ya no hay nada que nos pueda delatar, la sangre seca y los pañuelos sucios no los verás nunca más. Veo que no has aceptado ninguna de mis colaciones, ¿es tan obvio que soy yo? Ya no soporto el olor de la leche, ni el de los huevos, ¿no podrías estar feliz? Aprendí a hacer galletas Filipa, todos los malditos días te preparo galletas. Me estás humillando, mi ropa planchada se arruga con la lluvia, he hecho de todo para que aquella canasta no luzca al igual que yo.

Miro mis manos arder, arden cuando sienten mi reflejo.

Hace unos días me di por vencida, no te obligaré, no es necesario que vuelvas a mí. Las margaritas se marchitan, actuaré otra vez más como si estuvieras a mi lado, te serviré la comida y sacaré las verduras que no te gustan de la sopa, pondré ese programa que te gusta y estudiaremos matemáticas juntas. Ya no he podido sonreír, mi cabello color fantasía perdió su color, las lágrimas bajan creyendo que te has dado cuenta de quién soy. Mi madre me decía que no debía educar a los niños con golpes, quizás por eso te has ido, no puedo prometer que no dejaré roja tu piel, o que no jalaré fuertemente tu cabello al peinarlo, ni mucho menos que no te haré llorar por mí, cada vez que haces maldades. Solo puedo prometernos nunca abandonarte y espero que tú también hagas lo mismo.

La madera cruje, tocan la puerta ¿Quién anda ahí? Una pequeña gatita llorando para ser consolada.

¿Por qué él no me quiere? Él dijo que me protegería, pero tú eres la única que puede hacerlo… lamento dejarte.


21. Frío

Eres mi pequeña margarita, no dejaré que te marchites con el invierno.


22. Mercurio

Espero que no me prometas el cielo, sabes que no me gustan las lluvias de estrellas. Sin embargo, desearía ser un planeta, espero atraer cada uno de tus meteoros.


23. Sandias, tan asquerosas como tu cuerpo

Podía ver tu rostro ensangrentado, esta vez no era mi culpa. Siempre pensé que lograría ser tu perdición, fue una ilusión creer que eras la persona más pura de esta tierra, pero me equivoque, nuevamente. Comeremos los restos de este amor, un agrio Carpaccio.

Eras violenta, irracional, increíble, magnífica, simplemente todo lo que podría desear, lastimando su cuerpo con tanta delicadeza. Tenía los ojos reventados y la lengua en exposición como esos trozos de vacuno en las carnicerías locales, un acto atroz para alguno de nosotros. La incisión en el pecho era profunda, después de todo lo cercenaste por completo, quizás ahora serías capaz de darme la razón, cada una de las veces que te dije que ellos no merecían verte llorar. La piel desgarrada decoraba muestra sala de estar, felizmente logramos curarla a tiempo, ya no enfriarás tus pies con la madera, y mi parte favorita, a los vecinos les encantaban tus albóndigas, no podía sentirme peor por Ingo, ellos no sabrán cuál es el rollo final.

Y así era como pronto las sandías comenzaban a pudrir en silencio, rodeados de pequeñas películas, de nuestras voces al unísono.

Ninguna podría describir aquella sensación, desagradable, hermosa, de cómo la luz de las velas iluminaba ambas caras uniéndose en un beso que en tu corazón durara para la eternidad.


24. Ficción

Luego de un tiempo, ella se volvió una obsesión, algo que nunca podría tener. Mientras disfrutaba de amores vacíos, vicios e incluso buenas experiencias enfurecía porque ella estaría haciendo lo mismo, solo deseaba que estuviera por lo menos a mi lado, mirándome con deseo, manteniendo todo en secreto y permitiéndome estar con más personas, cuando ella entregara su corazón solamente a mí, porque después de todo seguía siendo mía.

Pero cómo podría.


25. Continuo

Me pregunto muchas veces si debería morirme, si debería hacerlo, si sería capaz de matarme.

Es un pensamiento constante.


26. Para mi querido esposo

¿Cuándo fue la última vez que nos quedamos a charlar después de la cena?

¿Cuándo fue la última vez que me miraste a los ojos y mostraste tu sonrisa?

¿Cuándo fue la última vez que te tomé la mano, sentados en el jardín?

¿Cuándo fue la última vez que llegaste del trabajo con flores en un ramo?


27. Expectativas

Cada día termino siendo una idiota, esperando ser tu razón de amar en vez de amar por tu razón de ser.


28. Ayúdame, pela una naranja

La piel de naranja ensucia mis manos, es ácido, metálico, y anaranjado. Luces como el yodo, cubierto de aquel líquido antiséptico, ¿será eso de lo que estamos hablando? De cómo poco a poco vas desapareciendo.


29. Hundirse

Solo pido que me hagas llorar con tus manos, no con tu ausencia, he imaginado tantos escenarios contigo que sería capaz de llenar mil veces un teatro.

Sé que no soy la única, ni la primera, déjame sentir lo contrario, pensar que tus manos son hábiles por aquella improvisación que te caracteriza, que me conoces tan bien y por eso haces que me quede en silencio, supondré que alguna vez te dije lo mucho que me gustan tus dedos en mi boca o que mis muslos están dispuestos a ti, ni siquiera me quejaré cuando me vistas con la ropa de alguien más, porque así lo decidí, me permitiré ser tuya y llorarte como si no hubiera nadie más esperando por ti. Después de todo te encanta y a mí me encanta darte atención.


30. Canción de cuna

Fuiste a mi habitación y dijiste tímidamente que no podías dormir.

Te invité a pasar.

Dejaste caer tu cuerpo en mi cama, no parabas de mirarme.

¿Qué haces, amor?

¿Dormirás conmigo? Hace frío.

Necesito silencio.

Intentaste cerrar los ojos esperando que te acompañara, pude notar tu tensar al apoyar mi peso en la cama.

Acaricié tus cabellos suavemente.

Suspiré.

Podrías dejar de ser una molestia.

Perdón, pero tenía mucho miedo.

Se volteó a mirarme fijamente, esos estúpidos ojos no hacían nada más que rogar.

¿Quién era para decirle que no?


31. Carretera peligrosa

Cada vez caminas más a mi lado, pienso en matarte, en como mis manos podrían tocarte. Tan indefensa, sin rechistar, tal vez con la expresión llena de sorpresa, perfecta y pequeña.

Tus curvas son impresionantes ¿Por qué nunca me dijiste del increíble viaje que podía hacer en ellas? Aunque dijeras que no, sabes que no me detendría, sé que también te gusta, yo te gusto demasiado.

Ni siquiera eres capaz de aceptarlo cuando estamos a punto de descarrilarnos del camino, hacia nuestra muerte, ¿no crees que morir a mi lado sería lo mejor? La música suena muy alto por la radio, no te escucho, no lo haré, solo toma mi mano en la palanca y sonríe. Si lo haces podríamos volver mañana.


32. Reemplazo

Del tiempo que he estado sin ti, he podido observarla a ella, es mucho más sombría y antipática que tú, aun así, tiene esa ingenuidad propia de ti, pero no provoca lo que tú en mí.

Desearía que sí, y que ambas, pudiéramos amar a personas que, si nos correspondieran de una buena manera, aunque… ¿Quién soy yo para decirlo? Ella todos los días mira hacia la ventana esperando que la mujer de la cual está enamorada pueda verla, y yo solo espero verte por aquella ventana.


33. Faldas tableadas

Siempre me ha gustado verte, casi siempre es a escondidas, tan pequeña y tímida, recuerdo las primeras veces que te acercaste a hablarme, me hice la desentendida para que creyeras que no te conocía, pero lamentablemente sé más de la cuenta. Si hubieras sido mayor o yo un poco más pequeña, tal vez no te mirarían así, es una lástima. Todo era nada más que conversaciones triviales, no me interesaba saber tu color favorito y tampoco necesitabas saber el mío, solo quería avanzar lo más rápido posible para que no dijeras nada, incluso fui tu más fiel y buena amiga, pero siempre te echabas atrás. Di mi absoluta confianza por alguien como tú.

Tus dedos fueron los primeros en demostrar que me entendían, pellizcabas mi ropa cuando estabas nerviosa, querías algo o simplemente no te gustaba ver que otras personas me sonrieran o me hablaran en la calle, luego corresponde comenzaste a crecer me evitabas por chicos que después te hacían daño, te molestaba que no tuviera tanto tiempo para ti, por eso al pasar por el colegio ni siquiera me mirabas, varias veces tuve que irme con el corazón en las manos y más niñas tratando de acercarse a mí. No podía creer lo terca que eres, quizá mi adolescencia fue más simple y monótona que la tuya. Así que volví a lo de siempre, mirarte a escondidas, me preocupo por ti, pero te daba igual, ni un rastro de pena notaba en tus ojos, solo celos y rabia… comencé a copiarte, dejé que esas niñas se acercaran a mí lo suficiente para volver a tenerte en mis manos, cada una de ellas era igual a la otra, blancas como un papel tratando de escribir algo en sus vidas que jamás lograran, me encantaba fingir interés en sus anécdotas escolares mientras subían un poco su falda. Pude haber estado con todas ellas, quise estar con todas ellas.

– Anya… – Pobrecita lucía su uniforme todo desalineado y las mejillas coloradas, quizá corrió hasta llegar a casa –

– Niña ¿Algún problema?

– Ellas dicen que las quieres más que a mí, ¿eso es cierto? … ¡¿NO SOY LA MÁS BONITA?! ¡Tú me lo dijiste, yo soy mejor! ¡Deberías tocarme a mí! ¿Por qué no dices nada…? ¿Por qué no me tocas? ¡Muchas de ellas rellenan su brasier, son falsas! – Las lágrimas de tus ojos comenzaron a salir, ¿qué clase de espectáculo habías formado? ¿Cuándo comenzaste a tener esos pensamientos? Aún tenías catorce años, pero ya lo habías dicho, eres mejor. Nos habíamos besado antes, pero no era nada más que un roce de labios, te avergonzabas tanto por miedo a hacerlo mal, tú nunca has hecho nada mal, solo querer conocerme, y ese día dimos el gran paso, tomé tu rostro entre mis manos y probé una vez más tus belfos de toque salado, doloroso y rudo.

Poco me importo si querías explicaciones, mucho menos si alguien nos veía, solo me detuve cuando tus hombros finalmente descendieron, mirada perdida que no entendía lo que sucedía.

– Ruégame.


34. Mentira blanca

– Señor oficial, ¿qué ocurre?

– Estamos investigando un caso señorita, acerca de la desaparición de uno de mis compañeros, Ingo, y una mujer que él investigaba llamada Anya. Según los registros, usted fue la última persona en tener contacto con él ¿Podría hablarme al respecto de ello?

Sorbía sus mocos, como se dice vulgarmente, y limpiaba sus lágrimas con un pañuelo, el oficial no podía creerlo, ella había sufrido mucho, sentía lástima de haber pisado su hogar. La institución le debía mucho a esa mujer, ojalá ella ni ninguna otra pase por aquello de nuevo.

– Él me acosaba… y creo que también debe estar haciéndolo con la joven desaparecida, es una desgracia, por favor ayúdela… no se imagina lo que él es capaz – Tomó las manos del joven muchacho rogándole que lo hiciera, mientras apretaba sus dedos con los contrarios, declarándole así, segundas intenciones – Lo haré señorita Filipa, se lo juro.

Después del leve e íntimo consuelo, cerró su puerta con molestia, se suponía que eso no terminaría así, ella le había jurado que todo estaría en orden y nadie se daría cuenta de aquello, por lo que espero hasta la hora de la cena, donde sabría que su mujer vendría y podría confrontarla.


35. Hablemos luego

Una mujer se había acercado a mí, tenía la certeza de que esta noche no me iría sola a casa.

Mi teléfono suena, mi marido avisa que llegará tarde a nuestro hogar.

Lleva haciendo eso hace algunas semanas, casi todos los jueves.

– Te invito la cena, ponte algo lindo para el postre. – Sonreí, ella sin dudarlo fue a buscar su ropa al vestuario con una leve risita.

Sabía que él nos estaría mirando entre todos esos hombres, era el único que no se deleitaba con el pequeño acto que estaba presenciando, qué increíble era su hipocresía.

Me importo una mismísima mierda.

Daba igual si gastaba mi dinero y dormía en mi prolija cama matrimonial con la puta más hermosa de todo el pueblo.

Nunca pudiste tenerla.

A pesar de todos los engaños, noté cuanto te dolía verme con una mujer pidiéndome más, mientras tú las atormentas y callas.


36. Mátala

No puedo parar, sigues llorando.

Mi cabeza duele.

Qué tan fuerte debo decirte las cosas.

Qué tan fuerte debo golpearte.

Qué tanto debo amarte.

Si de todas formas terminaré pidiéndote perdón por algo que tú provocaste.

Estoy harta de arrodillarme frente a ti, para solo verte llorar.

No lo mereces, no mereces nada.


37. Groserías

Tiro tu cabello, pides que te suelte, que no es divertido, sé que no es divertido. No me gusta escucharte. Tus rodillas cada vez más rojas y rasmilladas, estás dejando tus uñas marcadas en mis brazos, si tan solo me hicieras caso. Fue algo que decidiste, algo que quisiste, porque te dolió verme ahí sola esperando por ti cuando ya no me querías, por eso no me gustan las niñas, son tan ridículas, sensibles y patéticas.

– ¡Eres una mierda, suéltame! ¡Me duele!

– Por favor… las malas palabras. – Me detuve.

– Lo siento, Anya…


38. Después de la nieve

Después de la nieve es una historia insípida, es tan rápida que no la puedes tolerar, ni siquiera yo he podido entenderla. Tal vez después de la nieve tenga su propio significado, el que no deba ser entendido y por supuesto sé, que tú mi querido lector nunca me has entendido, muchas gracias por el esfuerzo, pero ha de confesar que esta historia tampoco tiene sentido.

Después de la nieve vienen las flores y un gran hallazgo, no me lo hubiera imaginado, de todas las veces que te sentí sobre mí ¿Cuál fue la que más te gustó? Por favor recuérdame con una sonrisa, o en ropa interior como la primera vez, espero no sea incómodo, no te hablé para que sintieras lástima ni mucho menos remordimiento, yo sigo amándote… ¿Tú lo haces también?

Después de la nieve es cuando espero que mis manos se sequen, para no ver más el hielo en tu cuerpo, cumplí tu sueño y ahora te desvaneces.

Después de la nieve, esperábamos que las cosas mejoraran, sin embargo, después de la nieve la primavera aparece, y solo a ti te gustaba.

Después de la nieve, esperábamos que las cosas mejoraran, pero no fue así. Ella me dijo que dentro de poco podría salir a flote y no tendríamos que preocuparnos por nada más, todo estaba asegurado, pero tú te entrometiste.

Si no hubiera sido por ti y tus sucias manos recorriéndome, ella seguiría viva, ella tendría una linda familia conmigo. Por lo menos dejaste que su seguro de vida me cubriera, si fuera tú, preferiría protegerme a mí misma y luego a una estúpida perra. ¿Te fascina? ¿Te fascina toda esta mierda? Ojalá te pudras y que por un pequeño orificio te dé el sol, directo a tu maldita cabeza. Sabes que no hay más escapatoria, mi amor.

La nieve era tu actividad favorita, desde que me encontraste disfrutabas cada invierno mirándome jugar en ella. Tu cabello se mojaba rápido y tu nariz se convertía en la más linda fresa, eras tan bonita como si estuvieras muriendo de la misma manera que mi madre, labios violetas tal cual una sobredosis de morfina era. Nunca habías conocido la nieve, hasta que llegue a tu vida y desde entonces, nunca se fue. Cuerpo desnudo, pálido y suave, abrazando aquel ser acuoso igual al tuyo, con una sonrisa me pedías que te cubriera, era hora de dormir. Tu despedida fue lenta, pero no dolorosa, eras igual de blanca que el papel de arroz de nuestra biblia y tus ojos lucían como canicas tricolores, te preservaste al igual que un trozo de carne en el congelador.

Después de la nieve nos dimos cuenta de que Filipa no era nada más que una mujer a la cual no le podré ver la cara, ni cumplir esos tantos deseos que se concretaban, mis únicos recuerdos de ella son un par de fotografías y el primero de marzo, que fue cuando esta historia partía, matándola y a mis sentimientos machacándolos.


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