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No sé por qué lo pongo acá, pero desde que me separé de mi ex, no he podido escribir como antes. Digo, sigo pudiendo escribir poesía, pero me cuesta. Me tengo que obligar a hacerlo, y aun así, me cuesta poner lo que siento o pienso en el papel. Antes era "fácil", simplemente las palabras salían y ya está. Ahora no, y es raro. Y supongo que es normal, pero tengo miedo de que esto escale a un punto en el que ya no pueda escribir.

Gracias a este miedo que tuve, lo que hice fue obligarme a escribir un poema diario durante 50 días, con la esperanza de que, haciendo esto, se me “reconfiguraran” las ganas de escribir. Funcionó a medias. Para hacer un poema tengo que hacer, antes, una mini introspección de lo que me pasa en ese momento, y así tener bien claro lo que quiero escribir. Mi psicóloga dice que esa puede ser la causa de que me cueste ahora.

Supongo que desde hace un buen tiempo estoy en este bucle de reescribir los mismos sentimientos, pensamientos y emociones deprimentes por el hecho de que creía que, aunque lo intentara, no podría salir de ese estado.

Algo que noté después de terminar el poemario, es que ya no necesito escribir con dolor. Que esa urgencia que sentía por volcar la tristeza, por entenderme a través de lo que dolía, ahora no está tan presente. Y eso, lejos de asustarme, empieza a darme alivio.

Creo que escribir ya no es para mí una forma de sobrevivir, sino de estar. Y eso también tiene valor. Quizás no es menos poético, solo distinto. Y capaz que eso es lo que necesito para estar bien.

Ahora, el acto de escribir simplemente me alivia, ya no me quiebra antes. Ya no siento que me desangro cada vez que expongo lo que siento en mis poemas. 

Estoy empezando a ver que hay pensamientos nuevos que ya no pesan tanto, que hay recuerdos que ya no me duelen, que puedo vivir mi vida sin sentir la presión que sentía en el pecho. Y eso es un signo de sanar, aunque me cueste admitirlo.

Me siento mejor, y me sorprende decirlo, porque durante mucho tiempo creí que no iba a poder salir de todo esto.