Canta el espíritu quebrado en el bosque verde.

Me he dejado caer en la desesperación de la soledad,

al darme cuenta en mis tempranas y oscuras noches de pensamiento ansioso,

el hecho de que mi entorno es un páramo hostil,

donde nadie piensa en nadie,

ni siquiera en ellos mismos,

aunque sea lo que más hacen,


En las noches heladas de cigarros rojos y sus mares de humo,

me he percatado,

del ambiente hostil al que siempre he estado encadenado,

el rincón más oscuros o el escalón más claro,


Entre vino blanco y ansiedad,

me di cuenta de mi soledad,

el entorno en el que siempre he tenido que callar,

y que la impotencia que siento aún no se podrá liberar,

del peso de tener que madurar,

o de saber cosas en vez de jugar y admirar piedras,


Me he visto en la obligación,

sin darme cuenta,

de usar mi imaginación,

para crear un escenario,

donde actúo sin ser juzgado,

y una obra donde escuchan mis latidos,

y me he percatado que soy efímero,

y que me desvanezco apenas se van y yo siento el viento,

el frío viento.


Joven pálido,

tu, aquel de manos siempre heladas,

¿por qué miras el suelo?

¿por qué lloras tanto?

¿acaso no tienes consuelo?

tu, niño de manos heladas,

¿Cuándo fue que dejaste de sonreír y te convertiste en un espantapájaros en ese campo abierto?


Solo, estás solo,

en el atardecer y la gloria,

en el amanecer y la derrota,

estás agotado,

y estás solo.


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