Basta de ghostear.

"En mi caso, jamás te he visto como intensa"

No suelo cambiar mucho mi forma de ser, ni de relacionarme,

sin importar el tipo de vínculo.

Pero resulta casi cómico —y poco creíble—

pensar que fue otro aspecto el que hizo que la gente se alejara,

me ghosteara, se cansara.


Al repasar los últimos años,

he perdido —o mejor dicho, he abandonado—

esa intensidad infantil y genuina que me habitaba

antes de cruzarme con ciertas personas.


No digo que me hayan cambiado para mal.

Pero sí… que la forma en la que me miran ha cambiado.

Que la forma en que yo me muestro, también.


Me da asco ver cómo, hoy en día,

después de tantas experiencias,

me siento obligada a ser tranquila,

a parecer seria,

a presentarme simplemente “atractiva”,

porque si no lo soy,

claramente, provoco rechazo.


Esto, quizás, suene como una crítica.

Como un ensayo.

Como un punto de vista, o un tuit mal escrito en una madrugada larga.

Pero no lo es.

Es solo una anécdota. Y ya.


En los últimos meses he compartido tiempo y charla

con personas distintas,

buscando vínculos distintos.

Nada fuera de lo común para mí:

soy odiosamente extrovertida,

absurdamente abierta,

tan dispuesta a sentir que a veces parezco peligrosa.


Y aun así —o por eso mismo—

se alejan.

Desaparecen.

Como si nunca hubieran estado.

Como si fuera tan simple como borrar una pestaña del navegador.


Qué fácil es ghostear, ¿no?

Increíble cómo, de un momento a otro,

se puede eliminar a alguien de la vida sin culpa,

sin palabras, sin cierre.


Y entonces, claro, llega la pregunta:

¿Por qué?

¿Por qué esta constante?


Tal vez —solo tal vez— no se trate únicamente

de esa intensidad que arrastro,

sino de una falla en la comunicación.

Y me pregunto si, en algún momento,

olvidé abrir el espacio para que el otro hable.

Si alguna vez pregunté:

“¿Está bien el camino que estoy tomando con vos?”

“¿Te incomoda algo de mí?”


Lo cierto es que sí.

Lo he dicho.

Dios, cuántas veces lo he preguntado.

A amigos.

A personas que me gustaban.

A quienes me importaban más de lo que dije en voz alta.


Y aun así, se fueron.

Sin decir nada.

Sin mirar atrás.


Así que ya no me queda más que esto:

un consejo,

una súplica,

un límite.


Dejen de humillar al interés llamándolo intensidad.

Dejen de esconder la incomodidad detrás del silencio.

Si no lo sienten, díganlo.

Si no lo necesitan, háganlo saber.

No se vayan en secreto,

como si la ausencia fuera menos dolorosa si no tiene explicación.


Yo ya me harté de ser simplemente “intensa”.

Prefiero ser todo lo que soy, sin disculpas.

Prefiero incomodar por ser honesta,

antes que vaciarme para gustar.

Porque si me voy a ir de algún lugar,

que al menos no sea de mí misma.


1 Kudos

Comments

Displaying 0 of 0 comments ( View all | Add Comment )