La Historia de "Yaeko" y Compañía - CAP 4

Al salir de allí se encontró con que Masón la estaba esperando.

一¿Qué ocurre?

一La acompañaré hasta su apartamento.

Alzó las cejas一¿Apartamento?

Masón asintió.一La agencia tiene un edificio en la que viven los trabajadores que no tenían hogar cuando se unieron o que han comprado el apartamento.

一Oh.

一El cochero nos está esperando. Mañana le haremos un tour por la agencia y le explicaremos los aspectos más importantes.

一Gracias. 

   Bajaron hasta la primera planta, y en el marco de la entrada, estaba apoyado un señor de traje y boina con barriga cervecera, barba estropeada con nariz aguileña  y un cigarrillo en la boca. Al ver a Masón, lo sostuvo entre sus dedos y señaló a Yaeko.

一¿Otra chiquilla? ¡Sí que le gusta al jefe poner a trabajar a crías!一Exclamó con voz ronca.

一Señor Owen, por favor, le ruego formalidad y respeto.一Contestó Masón con la misma cara inexpresiva de siempre.一Las mujeres a las que llamas crías podrían acabar con usted. 

Yaeko no pudo evitar reírse en su interior. El hombre hizo una mueca y tiró el cigarrillo a la calle.一Vámonos ya.一Ordenó con parsimonia a la vez que bajaba las escaleras encorvado con las manos ocultas en los bolsillos.

   Se subieron en el coche y poco a poco se fueron adentrando en la ciudad. Yaeko miraba por la ventana emocionada comparando Japón con aquella ciudad, pero cuando recordaba a Li, volvía a deprimirse. Con tanto tráfico, tardaron media hora en llegar. El edificio era bastante alto, de al menos veinticinco pisos. La fachada denotaba colores camel y beiges.

    Masón y ella bajaron del coche con la maleta de Yaeko, y se subieron en el ascensor del edificio. Era un tanto pequeño, y el hombre ocupaba la mayoría del espacio. El trayecto fue un poco incómodo, porque por lo visto su apartamento estaba en la última planta. 

   Cuando se abrió el ascensor, Yaeko descubrió que solo tenía un vecino. La verdad es que esa zona estaba bastante vacía y hacía más frío ahí. Masón abrió la puerta para darle entrada a Yaeko a su nuevo y espacioso apartamento. Estaba limpio y amueblado de buena forma. 

Le entregó las llaves.一El chofer pasará por ti a las seis de la mañana. 

“¿Tan temprano?…Uf, no me gusta madrugar…” Pensó con tristeza y tirria.一Está bien. 

   Con todo dicho, el guardia se marchó sin decir adiós. Tras el cierre de la puerta todo se inundó de un abrumador silencio y soledad que la dejó quieta un rato, pensando en todo lo que había pasado y en lo fantásticamente mal que había salido el plan. Suspiró y dejó la maleta en la isla blanca de mármol de la cocina, que estaba justo a la izquierda nada más entrar. Fue hasta la ventana para abrir la persiana y darle un poco de alegría al lugar, pero llevaba nublado desde que llegaron a Washington.

   Hizo un pequeño tour por el apartamento. El baño era espacioso, con bañera y ducha. La cama negra de la habitación era de matrimonio y contaba con un armario empotrado y dos mesillas de noche a cada lado, junto con un balcón separado del balcón de la sala de estar. En el pasillo había más armarios para organizar cosas de limpieza y al final de este, había una pequeña no tan pequeña habitación de almacenaje con un armero lamentablemente vacío.

   

   Era la hora de comer, pero no tenía hambre, porque su estómago ya había sido alimentado con penas que le costaba digerir. Solo quería dormir, dormir y no hacer nada más. La cama era cómoda, y las puertas de cristal del balcón regalaban una buena vista a la ciudad, pero eso era un mundo independiente en el que ella no quería estar en ese momento. Ya había estado en ese mundo cuando su niñez desapareció, y conocía todos sus horripilantes y crueles secretos.

   Despertó después de una pesadilla, empapada de sudor, alrededor de las seis de la tarde. Estrenó la ducha aquella tarde y deshizo el macuto. 

“De veras que tengo que ir a una lavandería…” Pensó tras revisar el olor de su ropa. Se vistió con lo único limpio que tenía, que era una camisa negra de manga corta y unos vaqueros oscuros. Con el abrigo de Ritchi puesto, las llaves en el bolsillo y la ropa sucia en una bolsa, salió a la calle. 

   Después de caminar un rato, no ubicó ninguna lavandería, así que tras que sus ojos cayeran sobre una anciana, se acercó a preguntarle. Ya con las indicaciones, retomó su camino. 

   Pasó por al lado de un callejón en el que había una pandilla de chicos fumando, pero ella no los miró. La ignorancia no fue mutua, porque después de caminar unas calles más, Yaeko era perfectamente consciente de que la estaban siguiendo. Suspiró malhumorada, pero entró sin problema a la lavandería. Metió la ropa y se sentó a esperar mientras leía una revista que tenían por ahí. También había otra señora mayor sentada.

一¿Quién eres tú?一Escuchó decir a un joven en tono vacilón y pícaro.

Frunció el ceño con una mueca en la cara y los miró a los ojos. No trataba de ocultar su asco.一¿Qué?一Le respondió con vagueza.

一Wow wow, relajadita princesa.一Se sentaron a su lado.一Solo queremos hablar contigo.

Yaeko soltó una risa burlona.一¿Qué pasa, que como no podéis llamar la atención por vosotros mismos tenéis que ir detrás de las mujeres? 

Uno de los chicos frunció el ceño.一¿Y tú qué sabes?

Yaeko miró a la mujer, que se levantó y se fue disimuladamente pero nerviosa.一Bueno, es justo lo que estáis haciendo, ¿no?

一¿Te crees mucho, zorra? 

Yaeko frunció el ceño aún más.一No busco problemas, y creedme cuando os digo que vosotros tampoco. 

Los chicos se miraron entre sí y soltaron una carcajada fuerte y molesta.一¿O si no qué? ¡¿Eh?!一Exclamó uno muy cerca de la cara de Yaeko, que suspiró y relajó su rostro. 

一Iros de aquí. 

   Volvieron a reírse y pusieron su mano en el muslo de Yaeko. Su paciencia llegó hasta ahí, y le soltó un fuerte puñetazo en la mandíbula al joven. La agarraron por los hombros alterados, pero ella le dio una patada al chico, después esquivó un puñetazo que iba sin rodeos hacia su cabeza y se levantó con rapidez. Había dejado al primero inconsciente y los nudillos de su mano derecha estaban enrojecidos. 

   Se apresuró a salir del establecimiento, y fue corriendo hasta un callejón, apartado de la calle principal. No había salida, pero eso no le importaba mucho. 

   La siguieron hasta allí los otros cuatro adolescentes. Ya estaba preparada con los puños bien cerrados y la guardia alta. Esta, obviamente, era solo otra pelea callejera de las miles en las que ya había estado involucrada. Los dos con navajas se lanzaron a la vez a por ella, pero lo que no sabían, es que Yaeko les iba a clavar las llaves en la mandíbula a ambos. 

   Comenzaron a gritar y la sangre caía hasta su cuello. 

   La chica miró a los otros dos con un semblante neutro, pero con ojos de; no os acerquéis, porque no me dais miedo. Parecieron captarlo, y salieron corriendo. 

   Los heridos yacían en el suelo retorciéndose mientras la sangre se les escapaba de la boca. Yaeko se agachó y los miró con la cabeza ladeada.

一Ni una palabra.一Se levantó con las manos en los bolsillos.一Recordaré vuestras caras. 

   Sin mucho más que hacer, se fue de vuelta a la lavandería, a paso tranquilo. “Pues al final todo lo que me han robado, ha sido el tiempo” Pensó mirando al cielo. 

 

  Al llegar al apartamento, se dejó caer en el sofá un rato y preparó la cena con la comida que ya había allí cuando llegó. Durmió un poco regular, porque no tenía la costumbre de madrugar tanto.

   Bajó a fuera cuando estaba lista, y aprovechó para comprar una bebida en la máquina expendedora de la calle. 

一¿Tú otra vez?一Escuchó mientras metía la moneda en la máquina.

Fue a mirar con sueño, aunque dio un brinco del susto cuando vio a la chiquilla encabronada del otro día a su lado.一¡¿Akabane?!

一¡¡Shhh!! ¡callate, aún hay gente durmiendo, estúpida!一Le susurró.

一¿Vives aquí también?一Preguntó con tirria mientras abría la lata de bebida.

一¿Cómo que también? ¡No me jodas!

一Me mudé aquí ayer.一 Dió un sorbo mirándola por encima del hombro, cosa que era difícil no hacer porque la diferencia de altura era pronunciada. 

一Espera, entonces…¡¿Eres mi nueva vecina?!

   La cara de las dos chicas se puso blanca, como si sus almas hubieran salido por sus bocas y ni siquiera quisieran disimularlo. Akabane puso los ojos en blanco. 

Suspiró y se masajeó el ceño.一…Ni modo…一Miró a Yaeko de arriba abajo con asco.一No me molestes mucho, ¿sí?

一¿Perdona? Lo siento pero fuiste ¡tú! La que se me lanzó a puño limpio ayer.

一Y de haber sabido que ahora vives a mi lado hubiera ido a cuchillo.一Le dijo furiosa, acercándose a su cara y empujándola.

Yaeko miró la carretera pacíficamente .一Ya ha llegado el coche.

一¿Uh?

   Se subieron de un portazo y ambas cruzaron sus brazos. Yaeko no estaba tan molesta, aunque desde joven le ha gustado molestar a la gente por amor al arte, así que la situación se le hacía divertida, y la poca profesionalidad de Akabane aún más. 

一¡Uy, uy, uy!一Exclamó el Sr.Owen.一¡Algunas chicas están de mal humor esta mañana!一Se rió.一¿Habéis discutido con el novio o qué?一Les preguntó en un tono burlón. 

Akabane puso los ojos en blanco y suspiró.一¿Te ha perdonado ya tu esposa?一El Sr.Owen se calló.一Eso pensaba.一Le replicó en un tono molesto, a lo que Yaeko sonrió. 

   Al llegar y salir del coche, nadie dijo adiós. 

一¡Qué cruel!一Exclamó Yaeko.

一Ugh, callate.  No me cae bien ese hombre. 

一¿Qué ha hecho?

一¡¿No lo has visto?! ¡Es así todas las mañanas, no lo soporto ya! No entiendo cómo puede trabajar aquí siquiera.

Yaeko la miró.一Tú eres peor y trabajas aquí.

Su rostro se convirtió en una tempestad y le dió un puñetazo en el brazo.一¡Vete a la mierda!

一¡Ouch, ouch! ¡Qué daño!一Exclamó entre risas, así que Akabane se enfadó aún más.

   Casi se pelearon a golpes en el pasillo, tuvieron suerte de que Lorus estaba por el pasillo y las regañó a ambas. 

一¿Qué tenemos que hacer ahora?

Akabane suspiró sin paciencia.一Tenemos que cambiarnos. 

   Yaeko se rió a lo bajo, pensando en su primer encuentro. Fueron hasta los vestuarios y cada una se puso su uniforme dentro de un cubículo separado y salieron a guardar la ropa en las taquillas, aunque Akabane iba más bien con ropa de calle, pero mucho menos formal que la que llevaba para venir.

   Su vestimenta consistía en una chaqueta cortaviento cargo verde de manga larga y que llegaba un poco más arriba de la cintura. Debajo, llevaba una camiseta de tirantes blanca amarillenta, vaqueros anchos de color azul, rasgados junto un cinturón punk. En las manos, llevaba un reloj digital antiguo y guantes de dedos cortados de cuero. 

一Menudas pintas.一Se burló Yaeko mirándola de reojo. 

Akabane cerró la puerta de la taquilla con fuerza.一¡No voy a llevar un puto traje para tratar con pandilleros, gilipollas! Además, ¡¿Qué pasa contigo?! ¡¿A qué viene tanta elegancia?!

一Lorus lo eligió para mi, ¿Me veo bien?一Dió una vuelta con egocentrismo.

Sacó su mano del bolsillo y le pegó en el costado izquierdo del tórax.一¡AGH!一Exclamó adolorida Yaeko一, ¡justo en la herida!一Se encogió adolorida.

一¿En serio?一Preguntó Akabane concertada por unos segundos. 

一...一Sonrió一No一Se rió de su cara. La verdad es que sí le había golpeado en una herida, pero como tenía tantas, era difícil no golpearle en una. Tampoco es como si le dolieran tanto de todas formas, así que se incorporó como si nada y fue caminando a la salida. 

一¡Tch!一Bufó Akabane.一¡Ahora sí que te voy a matar!一Le dió una patada en la espalda que tiró a Yaeko al suelo. 

Soltó un pequeño y reprimido quejido de dolor, y notó como su sangre fluía por su sien. Suerte la de Akabane que Yaeko sabía controlarse. Se levantó con la mano en la espalda 一Vaya con la señorita…¿Tenemos que buscar a Ritchi ahora?

一Yo solo vine a hacer el registro y a cambiarme, me voy al centro con mi banda. 

一Uy, qué chica más mala.

一¿Quieres que la próxima patada vaya al estómago?一Salió de los vestuarios sin decir adiós. 

   Yaeko suspiró y salió también. Fue a buscar a Masón, porque le tenían que hacer el tour. Estuvo andando un buen rato, pero sin suerte. Fue a la oficina de Ritchi, aunque nadie contestó cuando tocó la puerta. 

一Está en una reunión en la ciudad. 

Se sobresaltó y se dió la vuelta con la mano en el pecho.一¡Oh, eres tú!一Nezumi vestía entero de negro y llevaba el pelo recogido en una coleta alta. Entre los brazos, llevaba un pasamontañas

Se rió nervioso 一Lo siento, tengo fama de asustar así a la gente…

一¿Sabes dónde está Masón?

一Junto a Ritchi. No sé cuándo volverá, pero le puedes preguntar a su asistente一Señaló una puerta al fondo del pasillo一. Ese es su despacho.

一Gracias, aunque creo que esperaré a que llegue. 

一Me quedaría a hacerte compañía, pero tengo una misión de reconocimiento. 

一Qué te vaya bien.

一Gracias. ¡Adiós!

一Nos vemos después. 

   Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y aprovechó para meditar todo un poco hasta que pasó una hora. Estaba adormilada y su cabeza daba tumbos como un péndulo.

   Un fuerte estruendo, parecido al de un disparo, la regresó a la realidad y se le pusieron los pelos de punta. Gateó por el suelo hasta asomarse por la barandilla. Había varios hombres cargados con fusiles y los guardias de la entrada estaban ahora muertos, desangrándose, y su sangre se mezclaba con el rojo de la alfombra. “¿Dónde están los demás guardias?”, pensó, y en ese instante cayó en lo que todo eso era. 

En silencio, fue rápidamente hasta el despacho de la asistenta con cuidado de que no la vieran, y entró sin tocar a la puerta. Por una extraña casualidad, no había nadie y la ventana estaba abierta. Dónde estaba o a dónde había ido le importaba más bien poco, así que se apresuró en buscar alguna arma. Había un maletín bajo el escritorio que tenía un acolchado interior que resguardaba un arma, la cuál no estaba porque se la habían llevado. Se levantó un tanto estresada por si entraban. Corrió hacia la ventana para ver si habría alguna forma de bajar, pero no era viable tirarse de un segundo piso al pavimento. 

   Escuchó unos pasos pesados por el pasillo, así que agarró una pluma que tenía a mano y se escondió detrás de la puerta. 

Cuando estaba lo suficientemente dentro, cerró la puerta de una patada y se apresuró en engancharse a la espalda del hombre para clavarle la pluma en el cuello numerosas veces hasta que se cayó al suelo muerto. El suelo ahora estaba lleno de sangre y su ropa también. Escuchó un suspiro que se le hizo familiar afuera, así que corrió hacia la ventana y se asomó.

   Era Akabane, que caminaba con las manos en los bolsillos hasta la entrada desde la parte trasera del edificio. Yaeko sacudió las manos dramáticamente y logró captar su atención. Akabane la miró confundida, con cara de “¿Qué haces?” y no entendió la situación hasta que Yaeko asomó por la ventana el cadáver del hombre. Se apresuró corriendo hacia la entrada y sacó su pistola del pantalón. 

   Justo entonces, sonó un disparo. Le habían disparado a Yaeko, pero solo le había rozado el pelo. “¿Cómo puede tener alguien tan mala puntería?” fue un comentario que pasó corriendo por su mente. Pudo escuchar cómo el cargador del agresor chocaba contra el suelo, así que era su momento de actuar. Agarró un abrigo del perchero que tenía al lado y corrió hacia el hombre. Cuando este tenía los dedos en el gatillo, tiró el abrigo al aire, cubriendo la vista, y ella se agachó al suelo. Pudo ver como dos tiros penetraban la prenda justo encima de su cabeza. Dió un salto y se tiró encima de él para apuñalarlo con la pluma bien agarrada en el pecho, cuello y cara hasta que quedó desfigurado y teñido de rojo. 

   Por otro lado, Akabane ya se había hecho paso desde el piso de abajo, acabando con otros dos guardias y se había encontrado con la escena. 

一¡Joder Yaeko!一Exclamó incrédula y asqueada mientras recuperaba el aliento.一¿Cuántos quedan?

一Vi a ocho entrar y maté a dos一Contestó mirando el rostro del hombre.  

一Solo faltan cuatro, vamos一Le tendió la mano y Yaeko clavó sus ojos en ella y luego, detrás.

一¡Cuida-一Antes de terminar, una bala atravesó el abdomen de Akabane.

   Cayó sobre sus rodillas encima de Yaeko con la mano en el estómago, que la apartó hacia una esquina con rapidez, porque no había tiempo para lamentos. Con los ojos bien abiertos, Yaeko le tiró la pluma al otro con potencia y esta se clavó en su ojo. Soltó un aullido de dolor y comenzó a agonizar, corrió hacia él y le pegó un fuerte golpe en la cara, que le clavó la pluma aún más profundo. Cuando cayó al suelo, le pisó el cuello y murió de forma casi instantánea. 

   Estuvo unos segundo recuperando el aliento, cuando paró de respirar y miró instintivamente a Akabane, ya inconsciente. La puerta más cercana era la del despacho de Ritchi, y no dudó en abrirla de una patada para arrastrar a Akabane ahí dentro. Bloqueó la puerta con una silla y se quitó la camisa y la ató alrededor de la cintura de Akabane. Había un teléfono fijo en el escritorio, pero Yaeko solo conocía el número del cochero, así que le pidió refuerzos a él. Mientras esperaban, trataron de tumbar la puerta, y hasta la agujerearon a balazos, pero estaban escondidas. Jadeaba de incredulidad, y se limpió la sangre con los puños de la camisa. La herida del hombro le dió una punzada antes de comenzar a sentirse un poco mareada. Cuando llegaron los refuerzos, mataron a los otros tres intrusos y Yaeko salió del despacho con Akabane en brazos. 

一Espero que hayáis traído una ambulancia一Murmuró antes de desmayarse también. 


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