La Historia de "Yaeko" y Compañía - CAP 1

La vida puede ser difícil para unas simples chicas de diecisiete años.


-LM-

Ya vacié la cuenta del banco de mi madre, no es mucho, pero nos servirá para unas semanas.

-Y-

¿Tienes ganas de dejar de verle la cara?

-LM-

No te lo imaginas.

-Y-

Nos esperan unos meses difíciles de ahora en adelante, espero que no haga tanto calor en Washington. 

-LM-

¿Le has echado ya el ojo a alguna moto?

-Y-

Sí, una Ducati Panigale V4 roja. El dueño siempre viene a la misma taberna todos los viernes a las nueve y media, será pan comido robarla. ¿Te encargas de las cámaras?

-LM- 

Suena bien…Claro. Te esperaré en el puerto sur a las doce de la noche. Adiós.

-Y-

Nos vemos luego.


   Yaeko cerró su teléfono y suspiró tras enviar el mensaje. Se levantó de su cama con poca gana, crujiendo su cuello. Caminó descalza hasta el salón, en el cuál yacía tendida una mujer de aspecto desgastado y descuidado. 

一Hazme un favor y baja a la tienda a por más sake一refunfuñó con voz ronca.

一No soy tu recadera, ve tú一contestó Yaeko, yendo a la cocina. 

La mujer frunció el ceño con agresividad一Puta vaga asquerosa…一murmuró antes de tirarle en la cabeza una lata de cerveza vacía一.Entonces colabora un poco en la casa y saca la basura. 

一Es lo que estoy haciendo, joder…

   Puso los ojos en blanco, agarró la gran bolsa y, abriendo la puerta de una patada, salió del apartamento maloliente. Estaba atardeciendo. Bajó del complejo residencial hasta la calle para tirar la basura. No era un barrio muy seguro, pero ya había vivido en lugares peores.


   Subió y se colgó la mochila al hombro. Desde el pasillo se quedó mirando a aquella mujer. Fue a paso ligero hasta la cocina, agarró uno de los cuchillos que había en la encimera y con una sonrisa en el rostro, se hizo un corte en la palma de la mano. 

Fue hasta su cuarto y se dedicó a llenar el suelo de sangre. Escondió el cuchillo bajo la cama y salió sin decir nada. No le faltó la carcajada.


   Sacó su teléfono y llamó a urgencias. 


   Tardó un rato en llegar hasta el centro andando. Robar la moto fue una tarea sencilla.

   Fue con ella hasta otra ciudad, que quedaba más o menos a media hora y contaba con un impotente puerto del cual esa misma noche salía un crucero hasta Washington. Eran once días de viaje hasta allí según el soplo que le habían dado a Li. Rebuscó su teléfono una vez más.

-T-

¿Has borrado ya las imágenes de las cámaras?

-LM- 

Sí, no queda rastro de ti ni de la moto. ¿Por dónde vas?

-T-

Me queda poco, ¿Estás ya allí?

-LM- 

Sí. Hace frío, no tardes. 


Al llegar, le resultó extraño no verla por ningún lado. 

-T-

¿Dónde estás?

¿Mei?

¡Meiiiiiiiiiiiii!

Li Mei.

¿Te quedaste sin batería?

Llámame.


   Decidió llamarla. Su estúpido tono de llamada sonó en la lejanía, y de repente, Yaeko vió cómo un móvil salía volando de una de las ventanas de un viejo almacén, directo al suelo, abriéndose por la mitad. 

   Suspiró a la par que puso los ojos en blanco. Miró a su alrededor hasta que su vista recayó en una barra de metal tirada en el suelo que era parte de una reja. La agarró, y sin quitarse el casco, se metió dentro del patio exterior del almacén saltando la valla. “Mas te vale seguir viva”, pensó con fastidio mientras entraba dentro del almacén. 

   Estaba oscuro y húmedo dentro, solo la luz de las farolas de fuera se colaba por donde podía. No parecía haber nada a simple vista, excepto una habitación en la segunda planta con un gran ventanal asegurado del que se percibía una tenue luz. Se apresuró en ir a tientas por la oxidada escalera, que chirriaba a cada paso que daba.

一¿¡Quién anda ahí!?

“¡Mierda!”, se agachó detrás de unas cajas de madera podridas. Se podía oír cómo se aproximaban con prisa y linternas cuatro fornidos hombres.

   Fue entonces cuando una fría luz deslumbró a Yaeko, a la que tenían ahora a punto de pistola.

一¿¡Quién eres tú!?

   No tuvo mucho tiempo para pensar, y de un impulso, desarmó con la barra de metal a dos de los hombres dando un golpe en forma de semicírculo que golpeó a la pistola, a la linterna, y a la otra pistola. Agarró una de las cajas y se las lanzó, haciendo que uno se cayera por la escalera. Corrió hacia arriba rápidamente. Le dispararon, pero como estaba oscuro, se libró de acabar agujereada. Otro de los hombres la alcanzó y tiró de su pierna, perdió el equilibrio y cayó de boca contra la escalera, menos mal que llevaba el casco de la moto. Agarraron su cabeza y la golpearon contra el bordillo tres veces con furia. Logró zafarse y golpeó al hombre en la cara tanto como en sus partes con la barra.


   Sintió un poco de mareo pero se le pasó rápido. Se levantó y de una patada hizo que el hombre cayera escaleras abajo. Logró llegar hasta la puerta, pero otro hombre le pisaba los talones.

   Estaba bloqueada, seguramente habían puesto algo pesado al otro lado. 

Aunque eso no fue un problema, porque cuando el hombre se le lanzó para atraparla, ella se apartó y el pesado hombre se estrelló contra la puerta de metal, haciendo que cediera.

一¡Gracias, grandullón!一Le dijo antes de darle un buen golpe en la nuca con la barra. 

一¡Yaeko!一gritó Li, atada a una silla一¡Mueve el culo y sácame de aquí!

   Sus gafas estaban rotas, y había otro hombre con ella en la habitación. Yaeko fue a golpearlo de frente, pero agarró la barra y la arrojó hacia un lado. Cerró bien los puños y se preparó para un combate mano a mano. Ambos lanzaron algunos golpes, hasta que el hombre agarró a Yaeko por el cuello para levantarla del suelo. La arrojó contra uno de los escritorios y ambos forcejearon unos segundos. 

一¡A tú derecha!一 exclamó Li.

   Tanteó con las manos el escritorio hasta dar con una botella vacía de cristal, que no dudó en estrellar contra la desnuda cabeza de aquel hombre. No bastó como para que la soltara, así que reunió fuerzas para darle un cabezazo con el casco en la nariz, y seguido, coló sus piernas entre ambos y le dió una patada en el abdomen que bastó para alejarlo y que cayera al suelo. Yaeko se levantó con un gruñido para darle una patada en la cara, y por fin, cayó inconsciente.

一¿Estás bien?一preguntó mientras recuperaba el aire.

一¡Estos cabrones tiraron mi teléfono por la ventana!一sonaba muy indignada.

Yaeko se rió entre dientes一¿Este?一sacó de su bolsillo el móvil destrozado. 

Li suspiró一Quizá pueda arreglarlo en el crucero…

一Esperemos que sí一procedió a desatar a su amiga. 

Agarró sus gafas del suelo y les sopló antes de ponérselas.一¡Debemos salir de aquí antes de que se nos escape el viaje!

Yaeko abrió los ojos一¡Mierda, es verdad! ¡Vamos!一dijo mientras la otra agarraba su maleta del suelo.

   El dúo bajó por las escaleras corriendo, esquivando los cuerpos inconscientes. Inesperadamente y por sorpresa, se escuchó un disparo, y antes de darse cuenta, a Yaeko le sangraba el hombro izquierdo. Dió un pequeño grito de dolor y se dió la vuelta sin parar de correr.

   Entre la oscuridad y el polvo, había un hombre de unos veintitrés años, de pelo rubio y ojos verde esmeralda. Sostenía una pistola apuntando a las chicas, pero no volvió a disparar. 

Salieron de ahí como pudieron. Saltaron la valla con la velocidad y experiencia de un gato y se subieron en la moto a todo gas.

一¡Yaeko, tu hombro! 

一¡Eso no importa ahora, nuestro barco se va!

Li miró hacia el puerto, y pudo ver el suave movimiento de salida del crucero一¡Todavía podemos hacerlo!

Suspiró一Lo peor que puede pasar es que nos caigamos al agua, vamos一puso la moto al máximo, esquivando los conos y cajas del embarcadero.

   Estaban recogiendo lentamente la rampa, pero eso no las paró. Por unos instantes estuvieron literalmente volando, y al segundo, sonó un gran golpe y ambas estaban rodando por la cubierta. 

一¡Hostia puta!一exclamó Yaeko, jadeando.

一¿¡Qué ha sido eso!?一Se escuchó a un hombre gritar desde dentro. Pronto salió el que parecía ser el capitán. 

   Yaeko estaba herida, así que no podían simplemente echarla a tierra por las políticas del crucero. Aunque todo tiene condiciones, y las suyas eran que repararan los daños causados por el impacto y que pagaran un diez por ciento más de lo que valía un billete común.

一Pero…¡No tenemos dinero!

一Mal por vosotras, ahí tenéis los flotadores一dijo el capitán de forma apática.

一¡Por favor señor, póngase en nuestra situación!一Renegó Li. 

Apareció el subcapitán一Bueno, hay una forma para que podáis venir a bordo legalmente y sin pagar tanto dinero. 

Ambas escucharon con atención一¿Cuál?

一Os tiene que invitar un pasajero. Obviamente es muy poco probable que alguien acceda si no conocéis a nadie aquí y esas cosas…Aunque si lográis convencer a alguien, suerte la vuestra. 

De repente, sonó otra voz一No hará falta que busquen一las chicas se giraron extrañadas, pero emocionadas. 

   Era un señor mayor, quizá de cincuenta y dos años o por ahí. Llevaba un traje elegante de color blanco que contrastaba con la oscuridad de la noche. Su voz no era aguda, ni grave, pero tampoco normal. Su pelo era color platino, seguramente por las canas, y sus ojos eran color ámbar, ojos llenos de ambición y carisma. 

一¡Señor!一exclamó el capitán en forma de saludo.

一Buenas noches a las dos, mi nombre es Ritchi 一le dijo con una intimidante sonrisa que gritaba perseverancia.

一...Mi nombre es Yaeko.

La miró一El mío es Li Mei. 

一Encantadas de conocerlas一contestó con las manos tras la espalda. Giró su cabeza hacia los capitanes一. Me haré cargo de sus gastos, ¿Sí?

   Los dos hombres, nerviosos, asintieron y se fueron en silencio. ¿Quién era ese hombre?, era una pregunta que se hacían las dos en aquel momento. 

   Se levantaron del suelo. Yaeko iba adolorida con la mano en la herida mientras sangraba, pero el hombre caminaba muy tranquilo, y sin prisas. Ni siquiera les pidió datos, simplemente las llevó hasta una habitación y les dió dos llaves. 

一El desayuno es mañana a las nueve, os esperaré一dijo sonriente antes de cerrar la puerta y marcharse sin más palabras en boca.

   Li y Yaeko se miraron con cara de: “¿Qué acaba de pasar?”.

一Apuesto a que van a llamar a la policía y nos van a mantener presas aquí.

一Es una posibilidad一contestó Yaeko abriendo su maleta y sacando un tampón de ella. 

一No me jodas que te vas a poner eso en la herida…一reaccionó sin sorpresa.

Bufó一Pff, qué otra cosa voy a hacer, ¿Meterme un calcetín?

La chica observó como su amiga lo introducía por el agujero de la bala一Ew.

一En estos momentos, Mei, cualquier cosa que absorba sangre viene de lujo.

   Se cambiaron de ropa para ir a dormir. Esa misma noche de verano, Yaeko se despertó con la garganta arrasada, como si de un desierto se tratase. Tanteó la mesilla de noche en busca de la clásica botella de agua de cortesía pero no encontró nada, así que encendió la cálida luz, y tras unos segundos de ceguera, no solo se dió cuenta de que no estaba ahí el agua, si no que Li Mei tampoco. Su cuerpo pareció activarse de inmediato, como si para nada fuera de madrugada y brincó con preocupación de la cama, descalza. 

   Hacía calor, y la noche era húmeda. Fue hasta el baño pero ella no estaba ahí, así que sin más remedio salió fuera de su habitación. Recorrió varios pasillos y buscó en las zonas centrales, pero conociendo a Li, estaría en un lugar como ella, solitario y oscuro, pero abierto al viento. 

Tras una pesada búsqueda y desorientaciones, encontró la salida hacia popa. Una brisa cálida la golpeó, aunque al menos logró encontrar a su tan misteriosa amiga.

一¿Qué haces aquí?一preguntó a medida que se acercaba a ella.

Li pareció sobresaltarse y de un respingo giró su cabeza一Aquí hace menos calor que en la habitación…No podía dormir. 

一De veras que nos han dado la peor habitación de todas…一respondió sacudiendo la cabeza en señal de decepción一. Pero es lo que hay一se apoyó en la barandilla.

   Ambas eludieron palabras un rato, como si estuvieran mirando al océano a la vez que están inundadas con sus propios pensamientos y dramas.

一¿Qué tal tu hombro?

一Hacía tiempo que no me disparaban, pero estoy bien. 

Li soltó una pequeña risa y suspiró一Me topé con el capitán por los pasillos, dice que debemos ir a la comisaría al llegar. 

Yaeko se quejó dejando su cuello caer hacia las estrellas一nos ha salido el tiro por la culata…

一Y que lo digas, pero ya sabes lo que dicen, no hay mal que por bien no venga…Bueno, entonces…¿Cuál es el plan?


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