El Diario de Curt - CAP 1

Conozco a Adler desde primero de secundaria. En ese curso recuerdo que mi pierna estaba rota y mi grupo de amigos me dijo que me odiaban. Los profesores se olvidaban de mí en los recreos porque tenían que bajarme por el ascensor y me quedaba en clase, solo, sentado en una silla con mi pierna apoyada en otra. Recuerdo que mis compañeros golpeaban mi silla cuando salían o entraban, no sé si fue accidental, pero desde entonces les tengo un poco de rabia a todos. Cuando estaba solo, Adler se fijó en mí, y no sé si fue por pena, pero comenzó a juntarse conmigo, aunque incluso él se olvidaba de mí en algunos recreos. Antes de darme cuenta ya estaba saliendo con ellos los viernes por la tarde, pero solo un poco porque mi madre no se fiaba puesto que iba en muletas. Han pasado más de dos años desde entonces. Adler y yo somos mejores amigos, o al menos eso quiero creer. Sé que puedo ser un poco borde o muy honesto, pero me crié a base de insultos por parte de mi hermano, que se defendía con la excusa de “te insulto para que el día de mañana no te afecten”, pero eso solo me dan ganas de arrancarme la piel de la cara de un tirón. Por esta razón, entiendo que no todo el mundo me considera la mejor persona del mundo, así que supongo que tienen motivos para olvidarse de mi cumpleaños y ese tipo de cosas. Ofende un poco. Yo siempre recuerdo sus cumpleaños y trato de prepararles regalos elaborados, sobre todo a mano porque no estoy forrado de dinero. Me gusta cocinar, así que suelo regalarles postres, y también escribir, así que les hago cartas. Nadie nunca me ha regalado algo así, me da envidia, pero mi lógica es que, si no tienes a nadie así, sé tú la persona que los demás tengan. ¿Pero por qué los demás son tan poco detallistas? La gente lo niega pero todos somos iguales, materialistas e interesados. ¡Claro que quiero tener muchos regalos! ¡Quiero sentirme querido, mimado! Pero ellos no son como yo, no se esfuerzan por la felicidad de los demás y están conformes con ser ellos felices. ¿Por qué crees que la gente no hace nada cuando te ve solo, sentado en una esquina con la mirada perdida? ¡Porque les da igual! Ellos están bien, ¿así que por qué deberían gastar su tiempo ayudando a alguien si ellos se sienten felices? No eres su problema, pero ellos son el tuyo. Lo peor de los enfrentamientos unilaterales es que siempre quedas como el malo, o como la pobre y penosa víctima sin amigos que no sabe socializar. Sé socializar, ¡claro que sé! ¿Pero por qué hablar con gente que no se calienta la cabeza pensando en cómo ayudar a otros? Prefiero estar solo, no vale la pena estresarse por las tonterías que hacen. Incluso aún así, sigo juntándome con ellos. No por gusto, definitivamente, si no por necesidad. Disfruto de su compañía a veces, pero no creo que ellos disfruten de la mía, porque cuando me levanto y me voy andando sin decir nada no me llaman hasta después de media hora, ¿tanto tardan en darse cuenta de que no estoy? ¿Tanto tardan en preguntarse si estoy bien, si me han secuestrado? Me gusta desaparecer sin avisar cuando estoy con ellos, me encanta recibir la llamada de Adler preguntándome preocupado: “¿Dónde estás? ¡No es gracioso!”. Sí es gracioso, o al menos en mi caso esas son las pocas veces en las que me río cuando estoy con ellos. No me entienden, ellos son muy normales. Pienso que para poder entender en profundidad a alguien, tienes que haber pasado por un periodo semejante, y la verdad es que he tenido muchos periodos con no mucho que ver entre sí, por eso los entiendo, por eso les doy consejos incluso si puedo sonar borde mientras los digo, ¿para qué quieres palabras dulces si la motivación la mueve la ansiedad? Me parecen mentalmente débiles, pero quién soy yo para hablar. No puedo esperar a crecer, no porque me entusiasme la idea de la independencia financiera, si no para no tener que juntarme con ellos. No siento un vínculo con nadie al fin y al cabo, así que siento que me irá bien, que no los echaré de menos, pero cuando paso más de dos días sin recibir un mensaje de Adler, o lo veo pasándoselo mejor con otros me hierve la sangre. Me esfuerzo por hacer planes con él y en hacerlo reír, ¿por qué sonríe más con su amigo de la capital si lo ve un mes en todo el año? ¡Tiene más experiencias y anécdotas conmigo que con él! Ni siquiera es tan gracioso como yo, pero se ríe más. Hay días que simplemente me rindo o me enfado con él sin que haga nada porque recuerdo que no sabe valorar mi amistad. ¡Desagradecido! ¡Soporto todas sus rabietas mañaneras en la entrada del instituto y aún así se atreve a burlarse de mí y a mirarme con ojos apáticos! Me dan ganas de romperle el cuello, pero entonces recuerdo que me lo merezco por todas esas veces que lo he molestado en broma. Encima de que lo sigo a todos lados como un perrito faldero, ¡luego ni me llama o me escribe si llevo días sin dar señales de vida! ¡Desinteresado! ¡Lo odio, lo odio! ¡No lo soporto! ¿Por qué no se preocupa por mí después de todo lo que he hecho yo por él?...Oh, yo solía ser un niño muy alegre cuando no tenía amigos en primaria. No sabía lo que era tener a alguien con  quien reír, así que no me afectaba porque no lo deseaba. Cuando pienso en eso me queda claro que las personas son como las drogas, vives bien antes de probarlas siempre y cuando no te den envidia los drogadictos tirados por la calle. ¿A qué centro de desintoxicación debería ir? Quizá debería de ir al psicólogo, pero es demasiado caro y el de la seguridad social es una basura, o al menos eso dicen mis amigas que están mal de la cabeza. Pero, ¿qué importa? Hay mucha gente que está igual que yo y no van al psicólogo, que luego se suiciden es otra cosa, el acto no está entre mis planes estos meses. ¿Quién se suicida porque quiere morir? Es una creencia popular, pero estoy seguro que no se matan por eso, si no por impotencia. ¿Seguirías queriendo morir si todos tus problemas desaparecieran? La respuesta es no, la culpa la tiene la impotencia, porque no saben qué hacer para cambiarlo todo. No han sido pocos mis pensamientos suicidas estos últimos años, pero queda poco para que mis problemas se resuelvan, ¿me sentiré triste cuando me vaya a la capital a estudiar? ¿Extrañaré a Adler? Espero con todo mi ser y corazón que no. Por otro lado, estoy seguro de que no extrañaré a mi familia, porque,  ¿para qué si sé que los voy a volver a ver algún día? 


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