Tren rumbo a la felicidad
En mis manos
vi una luz,
tan bella
y acogedora.
Era mi yo interior
diciéndome:
"Ya es la hora".
Me preparé
para subirme
aquel tren
al que llaman
felicidad ,
para nunca volver
a mirar atrás.
Sentí la brisa
chocar contra mis mejillas,
y un solo suspiro
sacó todo aquello
que yacía
en mis peores pesadillas.
Aquel tren
me mostró todo
lo que alguna vez anhelé:
Sentirme segura,
amada
por quienes de verdad
me importaban.
Por fin,
sentir esa paz
que solo
en mis sueños
habitaba
A pesar de todo,
sane.
La tristeza se esfumó,
y yo obtuve la calma
que tanto soñé.
Las heridas
solo son cicatrices
que me recuerdan
a dónde
jamás
quiero volver.
𝓓𝓟
Reflexión.
A veces, cuando llevas mucho tiempo en la oscuridad, cuando estás en un hoyo que parece no tener salida, la esperanza empieza a desaparecer. Sientes que la felicidad es algo que ya no te pertenece, como un recuerdo lejano o un sueño imposible de alcanzar.
Yo estuve ahí, pasé años perdida en la tristeza, sintiéndome rota, sola, atrapada. Y hoy, desde un lugar distinto (no perfecto, pero más claro y bonito), quiero decir algo importante, persevera . Aunque duela, aunque parezca que nada cambia, aunque te canses mil veces, sigue.
Porque con el tiempo, y con ayuda, el dolor se transforma. No desaparece de un día para otro, pero se vuelve más liviano.
Pero no creas que tienes que hacerlo sola o solo. Nadie debería cargar con todo eso en silencio . Busca una mano que te acompañe: un amigo, una amiga, un terapeuta, un profesional. Alguien que te escuche sin juzgar, que camine contigo un rato cuando no puedas hacerlo por tu cuenta.
Pedir ayuda no es rendirse, es tener el valor de querer seguir viviendo.
A ti, que estás luchando en silencio: no estás sola, no estás solo.
Y lo que hoy parece imposible, un día puede doler menos.
Con cariño,
Alguien que también estuvo ahí, pero hoy es feliz.
Sube al tren conmigo.
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