Anoche el barullo no me dejó dormir.
Escribí cartas que no leíste, ni leíste las notas que pase bajo tu puerta de madera vieja.
Esperé en el rincón más oscuro de tu habitación, pero no me notaste
y me sentí completamente sola.
Cuando me cansé, salí al patio. Tenía tanta sed que intenté tomar las gotas de rocío.
El sol de invierno me intentó reconfortar, pero su calor era tan suave que sólo me hizo llorar.
Caminé con la esperanza de sentirme mejor, las calles estaban más vacías de lo normal. Al bajar el sol, aún no había encontrado mi hogar.
Tras dar la vuelta en una esquita en un lugar que no conocía, vi un cuervo que tenía la misma mirada que vos.
[18/04/25]
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