COLGANTE - 2400 días.

Felices 2400 días, Hinata Hyuga.

Tú haces una parte de mi vida mucho más feliz.


Una suave brisa  acariciaba el cabello de Mian, el cielo nocturno era solitario pero lograba reconfortar su corazón melancólico en ese momento. Desde la rama donde se encontraba reposando, dirigió su mirada hacia el campamento improvisado y los compañeros que lo habían acompañado en esa última misión, sonrió al pensar que gracias a ellos el encargo se terminó antes de lo esperado y podía regresar a la aldea que lo acogió tan cálidamente, especialmente pensaba en aquella pelinegra de ojos grises que había cautivado su corazón desde la primera mirada que le dirigió. No faltaba mucho para que amaneciera y pudieran continuar su camino, pero el tiempo se volvía eterno al contar las horas que deseaba se volvieran segundos. Cansado de esperar al tiempo, saltó hacia otro árbol tratando de buscar una manera de distraerse sin alejarse de su puesto de vigilancia demasiado, solo examinando el entorno de manera minuciosa. El sonido de los saltamontes y ranas, los árboles bailando con el viento y el lejano ruido de un agresivo río envolvían el lugar, solo aumentando su ansiedad y nervios, a él no le gustaba esa soledad, tal vez por eso se aferró tanto al amor que tenía por la única persona que silenció todos esos ruidos. 


Sus pasos, junto a su mirada, se detuvieron en un pequeño brillo en el suelo, oculto por hojas y tierra pero que destacaba bajo la luz de la luna. Lo tomó, era extraño, demasiado pequeño para ser visible pero elegante a su forma, era un pequeño colgante plateado, el diminuto dije se presentaba en forma de loto, parecía estar roto pero no era algo que no pueda ser reparado. Pensó casi de manera inmediata que le quedaría perfecto a Hinata, sonriendo de manera tierna al imaginar a la mujer con el colgante en su cuello. 


En tan solo unas horas, la mañana llegó junto al momento de avanzar en su regreso, sus compañeros se encargaron de organizar todo y cocinar algo, pues, por alguna razón que ellos desconocían y no se atrevían a preguntar, el joven de cabello rojizo se veía más agotado de lo que debería por la vigilancia de la noche anterior. Pronto, las grandes puertas de entrada a su aldea adoptiva se mostraban ante ellos, sus compañeros celebraban y felicitaban entre ellos por su tarea exitosa, pero Mian solo podía pensar en el rostro de su amada. Un solo paso dentro bastó para que Mian se detenga en seco por la sorpresa, Hinata se mostraba ante ellos con un pequeño paquete envuelto en sus manos y una sonrisa tímida, sus mejillas tenían un color rosa que la hacían ver más adorable de lo normal. 


—Felicidades por tu misión, Mian. —Habló con titubeos y voz nerviosa, evitaba su mirada pero sus brazos extendían el pequeño paquete, apenas reconoció que era un bento envuelto de forma elegante. Era un almuerzo preparado por ella. 


Mian se quedó en silencio, solo la veía con sorpresa, sus compañeros lo animaban para que le hable a su oficialmente novia desde hace unas semanas pero él no escuchaba. Al notar su silencio, Hinata volvió a hablar.— Creí que podríamos comer juntos, supe que regresabas hoy y quise darte la bienvenida, pensé que sería lindo, perdón por anticiparme y… 

Hinata no pudo terminar de hablar, en un movimiento rápido Mian la tomó en sus brazos y se la llevó lejos del lugar mientras se escuchaban las risas de los compañeros alejándose. Hinata vio a su rostro que ahora se encontraba más cerca y notó el brillo que había en ellos, sus mejillas tomaron un tono más intenso, decidió concentrarse en presionar con fuerza sus brazos en su cuello para no caer, aunque sabía que Mian no la dejaría caer. 


Cuando finalmente se detuvieron, se encontraban en una parque lejana de la aldea, en medio de árboles y cerca de una cascada que caía suavemente sobre las rocas. Mian la bajó con suavidad, tomó sus manos y se arrodilló frente a ella. 


—No sé qué clase de acción buena hice en esta misión para recibir esta recompensa pero lo agradezco mucho, espero tener siempre recompensas como esta. 


Hinata rió, sabía que era otra de las tonterías que a Mian le gustaba decir con exageración e intensidad, pero sabía que sus palabras eran ciertas. 


—Recibirás muchas recompensas así, lo prometo. Así que, ¿por qué no te levantas y me dejas cuidarte? 


—No puedo. —Respondió Mian de manera inmediata, Hinata se sorprendió pues no era normal en él rechazar sus cuidados. 


—¿No puedes? 


—No puedo. 


—¿Hay alguna razón para eso? 


—No exactamente… Bueno, sí, pero… Es un secreto, creo. 


—Bien, supongo que tampoco quieres tu almuerzo. 


Hinata se había molestado, odiaba cuando Mian le ocultaba cosas y le mentía. Mian expresó su desesperación en el rostro, abrazó con fuerza a Hinata por las piernas mientras aún se encontraba arrodillado. No la dejaba moverse. 


—Perdón, haré lo que quieras, no te enojes, amo tu comida, amo lo que haces, te amo a ti. 


Hinata no pudo evitar reír antes de volver a hablar. 


—Bien, entonces dime qué pasa y por qué no puedo cuidarte. 


Mian suspiró, volvió a levantarse y posó sus manos en las mejillas de Hinata, la miraba algo triste pero sabía que era peor si no le decía, de todas formas no podría mentirle a Hinata, su moral y el byakugan de Hinata no lo permitirían. 


—Quería hacerte un regalo, estaba tratando de restaurarlo y funcionó pero no lo terminé aún y no quiero decepcionarte… 


Al final de sus palabras, su mirada se desvió, era evidente que Mian tenía miedo de recibir una crítica dura o mala de la persona que amaba, él quería una sonrisa genuina y no creía que era suficiente con lo que tenía. Hinata puso sus palmas sobre las manos de Mian que seguían en su rostro y se acercó para darle un pequeño beso en los labios. Mian se sonrojó suavemente y la miró con sorpresa, era inesperado que Hinata tome la iniciativa en sus besos. 


—No me decepcionarías por algo así, no importa si me das algo sencillo o nada, seré feliz solo si estás conmigo, no necesito más. 


Su sonrisa era sincera, sabía que sentía todo lo que dijo y su propia sonrisa apareció en su rostro. Esa era la forma de Hinata de hacerlo feliz, era simple y especial, quería darle todo a Hinata para merecer el intenso amor que ella le daba mientras que él solo necesitaba de su sonrisa para estar satisfecho. Incluso había dicho una vez en una situación mortal que estaría tranquilo de morir si pudiera ver la sonrisa de Hinata una vez más, ahora sabía que sus palabras no habían cambiado desde aquel momento. 


Mian la soltó, buscó en la pequeña bolsa que mantenía amarrada a su muslo y sacó el colgante que había encontrado hace unas horas mientras vigilaba el entorno. Toda la noche estuvo tratando de restaurar su brillo original y quitar la suciedad por completo del dije, a pesar de haber quedado limpio, no tenía el brillo que debería tener para ser un objeto de plata. Por eso sentía que había fracasado, no era perfecto para combinar con la perfección de su adorada Hinata. 


—Encontré esto, creí que se veía muy bonito, casi tanto como tú, así que quería arreglarlo para dártelo, tú eres tan preciosa y pura como un loto, no hay nadie más perfecto que tú para llevarlo. 


Hinata extendió sus manos para recibir el colgante, su expresión cambió al reconocer aquel dije, era suyo. Había pasado hace un par de años, ella estaba cansada de esperar con una esperanza ambigua por su amor de infancia, Naruto, y quería olvidarse de él, de su amor. Recuerda que tomó su colgante especial, un regalo de su padre por su cumpleaños número 7, y lo arrojó a la tierra como una rechazo a amar nuevamente. Sabía que era el mismo porque tenía la misma parte rota que ella había causado al querer destruirlo con fuerza. Una pequeña sonrisa se asomó. 


Pidió a Mian que se lo ponga, él accedió con gusto tomando posición detrás de ella para mover suavemente su cabello y colocarle el regalo que había tratado de restaurar solo para ella. Cuando él vuelve a ver su rostro, encuentra lágrimas cayendo por sus mejillas. 


—¡Hinata! ¿Qué pasa? ¿No te gustó? ¿Te lo puse mal y te lastimé? ¡Perdón, juro que no fue mi intención! ¡Te lo quitaré ahora mismo! 


Pero Hinata negó con la cabeza y le dio una sincera y hermosa sonrisa. 


—Gracias. —Mian la miró confundido, ella continuó.— Gracias por recordarme cómo es amar, gracias por amarme, Mian. 


Se lanzó con felicidad a los brazos de Mian, causando que ambos caigan sobre la tierra, pero ninguno se fijó en eso, sus labios se habían unido en un dulce beso que transmitía el amor que ambos sentían por el otro, sintiendo las lágrimas saladas de felicidad que resbalaban por el rostro de Hinata. 


Mian no entendió las razones de su reacción, pero no necesitaba saberlo, solo estaba feliz con su cercanía, estaba feliz porque la hizo feliz. Hinata no pensaba en nada más que no sea él, se sentía completa, sentía que al fin recibió algo bueno por amar libremente, sintió que al fin podía amar sin restricciones ni secretos. Sus toques y caricias demostraban cada pizca de amor que se brindaban, sintiéndose satisfechos y completos por primera vez en sus vidas, solo con ellos podía ser así, solo gracias a ellos. Ahora los dos sentían el amor que sentían que no merecían. 



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