Yankii: la rebelión desde el aula
Los Yankii eran adolescentes de instituto que desafiaban la autoridad escolar con estética provocadora y comportamiento desafiante.
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Estilo: Uniformes escolares alterados (faldas largas, chaquetas anchas), peinados exagerados, cejas depiladas.
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Actitud: Lenguaje vulgar, desafío a profesores y a la norma social.
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Motivación: Rechazo a la presión académica y búsqueda de identidad en grupo.
Aunque vistos como problemáticos, no siempre eran violentos. Para muchos, ser Yankii era una forma de escapar del molde.
Bosozoku: velocidad, ruido y orgullo
Los Bosozoku eran pandillas de motociclistas adolescentes y veinteañeros que recorrían las calles en grupos ruidosos, desafiando a la policía y a la sociedad.
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Vehículos: Motos modificadas con escapes estruendosos y decoración extrema; también autos.
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Vestimenta: Uniformes inspirados en los kamikazes, bordados con lemas de honor y rebeldía.
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Comportamiento: Caravanas ilegales, vandalismo leve, choques ocasionales con la policía.
La estética y los valores guerreros mezclaban rebeldía con una nostalgia por el "espíritu japonés" tradicional.
Su caída y su legado
Desde finales de los 90, ambas subculturas fueron decayendo por el aumento del control estatal y el cambio generacional. Aun así, su huella cultural persiste:
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En mangas y animes como Tokyo Revengers o Crows.
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En la moda alternativa japonesa.
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En el recuerdo de una juventud que gritó —o rugió— su inconformismo en plena era de prosperidad.
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