Los humanos estamos hechos para la convivencia, somos por naturaleza seres que necesitan interacción. La estamos buscando todo el tiempo, sin embargo es más importante para unos que para otros, a veces esa importancia asignada también es dañina.
Hay un fenómeno, cuando el individuo encuentra alguien con quien desea interactuar por lo que hace lo que normalmente haría para llamar su atención, conseguir su empatía, conocerle, ver su alma. En un caso hipotético en el que no lo logre y nada de lo que haya hecho fuera suficiente llegan las medidas desesperadas, el cambio, el aumento de la temperatura emocional hace que las partículas se dispersen y ocurre la evaporación del alma, según la química deducimos que es un fenómeno durante el cual el alma del ser humano cambia de estado y se vuelve una sustancia gaseosa, volátil y de poca consistencia difícil de observar, aunque es importante mencionar que NO es una pérdida de la misma, por más que el individuo no lo sienta así ella puede volver a su estado original, no será igual que antes de la evaporación pero sí será un alma y eso debe ser suficiente para el bienestar humano.
El pensar que se debe evitar la evaporación del alma contrarresta la naturaleza humanista del suceso, y es que pocos hacen el análisis profundo del beneficio que conlleva pasar por éste proceso, la evaporación del alma es un mecanismo de adaptación y protección, evita que surjan heridas con cicatriz porque no habrá alma en qué dejarlas, previene que el otro, aquel por quien el alma cambia, vea la verdadera faceta del ser e intente influir de una u otra manera en su composición (porque cabe resaltar, el alma cambia de forma y estado y no vuelve a verse igual, pero nunca pierde su composición original, los elementos tal vez aumenten, pero la esencia no ha de cambiar), hace que el individuo renazca, se renueve, evolucione y tenga además la oportunidad de SIEMPRE superar el daño y recuperarse, volverse a encontrar.
Ahora, respecto a lo último mencionado, hacia donde va el vapor del alma?, asciende a la atmósfera humana y se ubica en su primera capa, la mente, allí se queda y comienza a operar a través de la razón dejando de lado los impulsos y emociones para poder bajar la temperatura emocional y que las partículas del alma disminuyan su energía cinética de tal manera que el alma deje de ser un vapor inconsistente y difícil de observar.
Una vez el alma deja de ser una nube en la mente y regresa todo al orden correcto humano, el individuo será más consciente de su presencia y evitará ser borde en sus actos para conservarla un poco más que la vez anterior.
Eso entonces, es lo que compete el fenómeno de la evaporación del alma, una metamorfosis de la persona y el ser.
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