¿Puedo preguntarme una cosa…?
Solo una, prometo no aburrirte…
¿Por qué decidimos transformar las cosas?
Tomarlas bajo nuestra autoría y deformarlas para crear algo nuevo…
¿Por qué creamos?
No creo que sea algo fácil de explicar. No es como respirar, o no meterse a nadar después de comer.
Ni siquiera viene del cuerpo —aunque la mente esté de alguna forma contenida dentro de nuestro cráneo—, me da la sensación de que eso viene de otro lugar.
De algo más grande.
Una cosa que todos tenemos en común es que, cuando hacemos algo, creamos algo o tomamos una decisión, en la mayoría de los casos, nos mueve algo más.
Un sentimiento, una situación, una creencia…
Bueno… me da un poco de pena decirlo, pero en mi caso, mi motor es alguien.
Como también puede serlo para muchos otros.
Es algo extraordinario, casi místico, ese impulso.
Sea cual sea la razón, te hace sentir vivo y presente, como si estuvieras destinado a hacer algo.
Te da la potencia de crear cosas que nunca pensaste que harías o lograrías.
Pero, como todo, tiene un comienzo…
Y ese comienzo a veces puede ser algo…
-¿Le va a gustar?
-¿De verdad tengo que hacer esto?
-Tiene que salir perfecto.
-¿Cómo se verá cuando lo termine?
-¿Lo terminaré?
-Tal vez simplemente no debería hacerlo—
Aterrador.
Yo nunca había pintado en mi vida.
Y sin embargo, ya pinté en dos ocasiones. Tres con esta.
Y cuando el pincel toca el lienzo, no hay nada que me detenga de seguir pintando.
Aunque minutos antes me estaba preguntando si era lo correcto hacerlo, si tenía las razones adecuadas para hacerlo aquí y ahora.
Pero aún así, ya comencé la pintura.
¿Qué pintaré? No lo sé.
Una emoción, un paisaje, un gato, un sueño…
La verdad, no tengo idea.
Creo que pecamos mucho del querer hacer las cosas “indicadas” cuando, en realidad, la mayoría del tiempo solo queremos hacerlas —y con eso basta.
Lo complicado es iniciar.
Pero después de hacerlo… solo toca fluir con el pincel.
No antes.
No al inicio.
No después.
No al final.
Solo ahora.
Tú, la herramienta, y el lienzo.
Todo en su lugar.
Y sí, está bien querer jugar a las predicciones de vez en cuando —yo lo hago.
Es bastante divertido… o tétrico, depende de la ocasión.
Pero cuando creo algo, me gusta dejar el final… para el final.
Porque si trato de darle un significado desde el inicio, mi obra se limitará a intentar explicar exactamente ese significado, quitándome la oportunidad de jugar con el presente.
Te diré algo…
Crear, ser creativo, no es un superpoder que se le da a unos cuantos afortunados.
Para nada.
Tú y yo, la gente que ves pasar, cada persona en los mares de gente… todos tienen un sueño interno.
Todos tienen en su mente la capacidad de crear.
Tristemente, muchos no tienen tiempo para desarrollarlo… ¡pero está ahí!
Soy el menos indicado para poner este ejemplo pero… es como mis grandes músculos.
Bueno, no están ahí, ya lo sé.
Pero tengo esas cuerdas de carne por todo el cuerpo.
Solo me falta desarrollarlas.
Y el hecho de que no lo haga no significa que no esté ahí la posibilidad.
Es lo mismo con la creatividad.
Y con muchas cosas en general.
Tampoco se trata de querer convertirse en fisicoculturista, director de cine o pintor al nivel de Van Gogh.
Vaya, no creo que Van Gogh se imaginara que hoy miles de personas lo admirarían.
Conozco a una personita que moriría por ver una de sus pinturas cara a cara.
Van Gogh pintaba porque le gustaba.
Porque le apasionaba.
No por los dólares, ni la fama, ni el poder, ni por ninguna de esas miles de razones “aprovechables”—entre comillas.
No.
Él solo pintaba.
Solo hacía lo que amaba.
Como cuando cocinas para alguien que quieres.
Como cuando preparas un regalo para la persona que te gusta.
Lo haces por el simple hecho de hacerlo.
Por el sentimiento.
Claro, cuando cocinas quieres que la comida esté deliciosa.
Cuando preparas el regalo, quieres que encienda una chispa.
Pero… ¿de verdad importa el resultado cuando lo que estás creando es lo más genuino y real que puedes ofrecer?
Está bien tener sueños.
Todos los tenemos.
Y muchas veces, son parte del motor que nos ayuda a seguir adelante.
Pero no es lo único que existe.
El amor.
El sentimiento durante cada pincelada, cada palabra escrita, cada ingrediente, cada nota musical…
Esa sensación inigualable del proceso…
Es lo que me hace pensar que:
Creamos por amor a la creación, mientras soñamos en grande.
Y tú…
¿Qué piensas?
Comments
Displaying 0 of 0 comments ( View all | Add Comment )