Y tu mamá también

Al regresar de Europa, Ana y Cecilia terminaron sus relaciones con Tenoch y Julio.

Dos meses después, Tenoch comenzó un noviazgo con su vecina.

A Julio le tomó nueves meses comenzar a salir con una compañera de su clase de francés.

Julio y Tenoch dejaron de frecuentarse.

Al verano siguiente, el partido oficial perdió las elecciones presidenciales por primera vez en 71 años.

Julio se encontró a Tenoch de camino al dentista. Sentarse a tomar un café resultó menos incómodo que las excusas para evitarlo.

- Y el Saba, ¿lo has visto?

- No cabrón, pero creo que está viviendo en Real de Catorce.

- Neta, que bien.

- Sí...

- ¿Y Daniel?

- Está hecho una loca wey, su papá lo corrió de la casa.

- Chale, pues que mal pedo, ¿no?

- No pues, está re contento cabrón. Tiene novio y todo.

- No pues, está bien... Ya... ya me aceptaron en el ITAM.

- Chingón, ¿Cuándo entras?

- Ya en septiembre.

- Economía.

- Ei... ¿tú?

- Biología en la UAM, entro la semana que viene.

- Uta, ¿Qué hueva, no?

- Es que la UAM entra antes.

[...]

- ¿Te enteraste de lo de Luisa?

- No... ¿qué?

- Se murió.

- No mames.

[Se les ofrece algo más jóvenes?

No, gracias.

No.]

- ¿Qué, cómo?

- De cáncer, ya lo traía por todos lados... Ahí en San Bernabé, un mes después de que nos regresamos... El Chuy le habló a Jano y pues ya.

- Uta chale, que mala onda.

- Cuando la conocimos ya sabía que se iba a morir, pues no le quiso decir a nadie.

Luisa pasó sus últimos cuatro días en el centro de salud de Santa María Colotepec. A petición suya, ni Chuy ni Mabel mencionaron jamás la aventura con Tenoch y Julio. Antes de morir, le regaló a la pequeña Lucero la figurita de la ratona que llevaba su nombre. Tenoch se disculpó, su novia lo esperaba para ir al cine. Julio insistió en pagar la cuenta.

Nunca volverán a verse.