Oxido

Camine hacia la nada misma, físicamente estaba encerrada entre cuatro paredes golpeando mis puños contra el borde de la cama como si fuese a castigarme a mí misma de esa forma, aunque me era inútil, claro, no había fuerza suficiente para castigarme adecuadamente ahora que me lo cuestiono, qué niña ingenua. Mi respiración parecía acelerarse como un temporizador de esos que parecen ir más y más rápido, sin tener tiempo o incluso una de esas bombas que estallan y rompen todo  a su alrededor mientras tus manos tiemblan desesperadamente por detenerla a toda costa. La vista era borrosa y distorsionada, mi corazón parecía abstraerse o consumirse, más bien, se carcomía a sí mismo, las pulsaciones aumentaban, mi piel picaba por arrancarme cada retazo, Carne, trapo o simplemente parte repulsiva que no sea aceptable para ser digna. Aunque mi cabeza me detuviese había algo que parecía tomar mi mano con fuerza y arrancar cada pedazo para luego observarlos en mis manos y sonreír a la par que se oxidaba; era tan magnífico. Entre eso, el silencio parecía ruido y el ruido el paraíso, por un segundo desee estar rodeada de miles de personas ahogándome entre la multitud, siendo empujada y repudiada por el que chocase conmigo,  en el hecho que ojala me ignoren mientras estaba de rodillas a pecho abierto sin una sola lágrima por autocompasión ni una solo lágrima de dolor por mí, pero, sí con miles de súplicas por algo que no merecía ni mereceré. Volví, pisé tierra, en verdad nunca lo hice, algún día lo lograré "pisar tierra". Entre mis miles de divagaciones divise la realidad: Yo en esas cuatro paredes. 

Volví a mi, vi mis manos empapadas, más bien sucias. Mis piernas temblorosas y yo derrotada en el suelo sin lágrimas, me dije a mi misma lo que siempre decian ellos "Siempre es un buen momento si te lo impones". Levante mi asqueroso cuerpo como si de una marioneta se tratase y me senté en el borde de mi cama buscando una u otra cosa en mi teléfono, busque una canción cual escuchaba nombrándote, me llena. Me satisfacía lo suficiente como para aguantar el pesar de ser alguien tan agonizante para los demás, me era hermoso, me completaba.

 Moví torpemente mis manos sin motricidad en busca de una salida de las 4 paredes mientras soltaba pequeñas carcajadas sarcásticas con mi cuerpo teñido de óxido debajo de las telas, te recordé, a vos, mi dulce y encantadora niña, caminando tan cerca mío, como si estuvieses exponiéndose tan descuidadamente, como siempre, incrédula tal vez, toque tu hombro y sonreí mientras te dabas vuelta y tu expresión era una de asco, terror, como si una presa viese a todo su familia ser devorada, o más bien, como si vieras quien lo hacía y mantenía su nula expresión sin inmutarse. Ahora que recuerdo, Simplemente eras hermosa, Te extraño hasta el día de hoy, siempre que te nombran, mis oídos parecen envolverse en placer, siempre te amare, lastima que nunca merecí amarte, ni vos amarme a mí, que dudo lo hayas hecho entre tanto óxido rodeandonos, nuestra propia hambre asfixia el ambiente.
Me mire al espejo y tantee mis arrugas sintiendo que mi vida se escapaba por mis manos esqueléticas, no me hacía mal eso, me hacia mal el hecho de que esa niña estuviera dando vuelta a ojos de otros, solo me perteneces a mi, solo podes estar ante mis ojos hija.


                                                                                                        Estela Romeo


(copia y pega del libro tanatopraxia)



 


0 Kudos

Comments

Displaying 0 of 0 comments ( View all | Add Comment )