Tuve mucho miedo de seguir. Todo este año fue una experiencia de esas que lloras cuando las vives y te ríes cuando las recuerdas. Para ser honesto, tenía miedo de este año; creo que la mayor causa fue haber cumplido 20 apenas hace dos días, jajaja. Me presioné mucho por las expectativas y las cosas que trae ser más grande. No hablo de la madurez o de actuar como adulto —eso me podría importar menos—; me refiero a las responsabilidades, a tener que ser más certero al planificar mi vida.
Cuando uno es niño, piensa poco en el futuro de una manera real; cree que siempre habrá más tiempo para jugar. Cuando uno es adolescente, piensa que siempre habrá tiempo para estar con los amigos, con la novia. A principios de este año, a nada de empezar mi tercera década de vida, sentía que me quedaba sin tiempo, sin aliento, sin un momento de paz.
Me absorbe, como a muchas otras personas, el tener muchas ideas e ir cristalizándolas poco a poco. Quiero explorar el arte y conocer amigos enfocados en ello, gente que pase por lo mismo y que podamos ayudarnos a siquiera empezar, jajaja.
Suena raro despertarse y tener 20. Por lo menos para mí lo es, como si mi enemigo fuera el tiempo. Y aunque no he perdido el tiempo, siento que lo hago. Podría quejarme de las cosas que no soy y de las muchas que no tengo, pero no soy así. Podría decir lo mismo de siempre: que si el mundo es una mierda, que si el Gansito Marinela ya no sabe igual, que si la presidenta, que si el ministro… pero ese no sería yo.
Por eso me gusta hablar de los días, de lo que sé, de lo que pienso, de cosas que les gusten a otros, de mi manera de ver la vida, del amor, de mis amigos, de mis errores y de mis sueños. Este año me ha ayudado, en gran medida, a crecer, a ver mi luz, mi propia forma de salvarme a mí mismo.
Agradezco a mi familia, a mis amigos, a toda la gente que conocí este año, a toda la gente a la que le dije “hola” sin saber por qué, a los extraños del metro con los que hablé, a los que pasaron tiempo conmigo y a los que no tanto; a esa gente que llevo en mi corazón y a aquellos que llevo en el alma. No importa si solo hablamos un día, una vez, un simple hola: si eres mi amigo, lo serás por siempre.
Creo que a todos nos da miedo crecer, a unos más que a otros, pero he realizado mucho en mi vida. Tengo gente que cree en mí, metas por cumplir y errores por cometer. Siento que puedo con lo que viene; de alguna manera lo haré, y seguiré luchando por mí, por los otros y por alguna idea que crea que valga la pena, el coraje y el amor.
Se siente raro llegar a los 20, pero no en un mal sentido. En mi caso, es raro-raro, como ganar algo sin saber qué ganaste, o como perder sin sentir la pérdida. Como si hubiera un destino pero no un mapa… y quién sabe si esos mapas existan, si esas guías en la vida realmente te lleven a un destino, si hay un lugar al que ir, un lugar en el que “se deba” estar.
Por lo pronto, yo me quedo en el día de hoy, en la cruz que inicia el mapa, dirigiéndome por la línea de puntos hacia el destino de mi vida. Y lejos de lo raro, creo que eso me ha dejado este año: el poder de caminar hacia adelante paso a paso. La vida es muy corta para correr y muy rápida para no avanzar. El día de mañana quiero estar ahí… en el mañana.
Los quiero mucho a todos, tanto como me quiero a mí.
CON AMOR EL PIPILA PONX

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