Te observo en silencio, mi eterno quizás,
tres años cargando un querer callado,
y aunque hoy este sueño se va,
mi pecho se queda con lo no alcanzado.
Lágrimas detrás del adiós,
tu sombra se queda en mi madrugada,
te miro y descubro que el tiempo feroz
me roba tus ojos, una última mirada.
No pude alcanzarte, fui un faro sin luz,
tan cerca y tan lejos, mi fe fue en vano,
mi querer fue un susurro perdido en la cruz,
una historia que acaba sin tocar tu mano.
Te vas y yo quedo aquí,
con este vacío de sueños de arena,
quizás me recuerdes, quizás nunca a mí,
pero siempre serás mi dulce condena.
Y si en tu partida me llevo un quizás,
que sea el reflejo de lo que no digo,
mi última plegaria, mi eterno compás:
que en tu última mirada te quedes conmigo.
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