Tengo un hueco en la boca. Entre los dientes.
No sé de qué surge o se descarga, me llevo cada tanto las manos a los labios como queriendo introducirlas para entender la forma del espacio interdental. Pero en repetidas ocasiones mis dedos se quedan tímidos en el borde de la dentadura y no logro palpar la ausencia entre los maxilares. Si es que se puede pretender palpar el vacío.
Sin embargo, ayer fue suficiente con la luz del sol, las palabras que sobraron y la hoja en blanco para que, al llevarme las manos a la boca, los dedos sin ser muy conscientes de su actuar sobrepasaran el borde de los dientes y alcanzaran a esculcar un poco antes de que mi boca se cerrara.
Luego mi boca se abrió, se cerró, se abrió y se cerró de nuevo. Eso se llama masticar.
Estaba masticándome las manos porque tenía hambre y hay un vacío en mi boca, en mi garganta, en mi pecho, en mi estómago en mi vientre.
Entera yo, soy un solo hueco que la sangre, la carne y los huesos de mis extremidades superiores no llenan. Mastiqué hasta que me comí el antebrazo. No sentí el sabor del hierro, no me supo a nada. Esto no me sabe a nada.
Cuando la sangre escurrió y el antebrazo no alcanzaba ya los dientes me detuve aún vacía y me recosté en el suelo. Insaciable de desesperanza y desconcierto apoyé mi costado contra la baldosa roja y fría, el hueso de la costilla chocó al reposarse y la helada se coló entre los espacios que mi estructura ósea se permite dejar para que alguien atraviese agujas, espadas o flechas directo a mi corazón si es que eso quiere. El frío que se introdujo se movía como el sonido, se hacía sentir y no me permitiría volver a incorporarme. Es un momento de resignación.
Los golpes de realidad conmigo saben a limón y son limón pero en los ojos. No en los tuyos. Limón en mi retina, lágrimas en mis pómulos, sangre en el mentón.
Hablando un poco más con los pies y rodillas en la tierra que con las costillas en el suelo, debo decir que lamento haber manchado de mi sabor a plástico nuevo todos los elementos de tu entorno, todos tus recuerdos e ilusiones si es que las tuviste o si las conservas.
Ahora que me siento a diario en el mismo lugar, veo el mismo encuadre pretendiendo recordarlo para siempre y recorro una y otra vez el mismo campo, no he dejado de pensar en mis huellas de trayectoria. Creo que son charcos porque estoy húmeda por completo, remojada en tristeza, goteo líquido transparente e insípido. Soy un cuerpo que sangra, que se escurre, que se congela.
Tengo un vacío, soy un hueco, tengo un hueco en la boca, no me sirven los brazos, está frío mi pecho.
Sentada en el andén mi corazón está damnificado.
6/07/2023
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