Cuando mi corazón ya no pueda sostenerse más,
y caiga a pedazos lentamente,
con pequeñas gotas de sangre,
recién sabrás cuánto sufrí de verdad.
Hasta yo misma veré lo que aguanto,
y me sorprenderé de encontrar
los sentimientos que yo misma escondí.
Porque una pequeña alma que pedía
un poco de cariño al crecer,
se desilusionó y con desespero
buscó por todos lados poder llenar ese vacío.
Ese vacío que cada vez se hacía más grande,
tan grande que dejó de escuchar
todas las voces de ayuda.
Pensó que al no escucharlas,
se habían ido.
Pero en realidad,
fue tanto lo que gritó esa voz pidiendo ayuda
que colapsó.
Quedó tirada con los ojos llorosos,
ya no pedía ayuda,
solo pedía la más mínima muestra de compañía.
No importaba si aquella compañía
tenía un puñal por
la espalda,
prefería morir.
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