Mamá:
Nunca hemos hablado en un ámbito más personal, de hecho podemos contarlas con las manos y aún así, sobran dedos.
Sin embargo, hay algo que nunca olvidaré; tú querías ser abogada.
Cuando lo escuché de tú boca y le quitaste importancia, mi estomago se hundió y quise llorar. Aunque no es mi luto sino el tuyo, yo también lo lloró.
¿Te imaginas? Que en un momento hubieses sido una buena abogada y no hubieran pasado todas estas situaciones dolorosas. Yo estaría dispuesta a dar mi vida por lo que tú no tuviste, sería grato nunca habernos conocido.
Y aquí estoy yo, rindiendome y buscando tú perdón.
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