¿Porque tenemos que escondernos del ojo del mundo todavía?
Pienso yo que debería haber una ley que permitiera tomar tu mano sin que nadie me interrumpiera, que los pensamientos incrédulos fueran ilegales, para que así no alterarán los hechos reales, jamás podría besar tus mejillas en frente de ellos, porque establecería una mancha en todos nuestros aspectos.
Los rumores pueden ser crueles, incluso si se basan en algo cierto, sabotean y satanizan los verdaderos sentimientos.
Debe ser nuestra culpa en primer lugar, por buscar el delito en un sitio en el que prohibido está.
Nos conocimos en el lugar inadecuado y la soga de la obligación siempre nos hará tensión.
En el manual de vida al que todos siguen, habiéndolo transformado en su religión, han sentenciado los más sabios; que todos los pecados se perdonan, incluso la traición, que hay que amar a las personas, si mi prójimo eres tú porque me ofreces tu comprensión, porque me acaricias el corazón, porque me alivias el dolor,
¿entonces porque nos limitan?
Si el odio se supone que es lo peor.
Si para todos existe el perdón.
¿Por qué si Dios perdona no perdonó a Eva? ¿El peso del dolor recae en nosotras por ser como ella?
Con todos mirándonos, cada movimiento, con ojos maliciosos observando nuestros entrelazados dedos, ambas tenemos reputaciones, desafiamos la veracidad de lo dictado por el deseo de nuestros corazones.
Todos en contra pocos a favor.
Y que pasa si me tenté a lo incorrecto desde que vi tú precioso rostro, tu pelo negro que colgaba de tus hombros y oscuros ojos que me miran cuando el ambiente es solo.
¿Que pasa si no me arrepiento de haber decidido que serías mía desde el primer momento?
Soy culpable, no lo siento.
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