Leí mucha gente subiendo escritos aquí, así que dejaré este, también disponible en mi neocities.
//Escribí este cuento para un trabajo estudiantil.
Los tiburones son criaturas diseñadas para una vida acuática, donde cumplen su rol en el ecosistema depredando peces más pequeños. Por lo que, naturalmente, no suelen salir de su hábitat natural. Sin embargo, ante mi, veo un tiburón con piernas humanas, trotando por la costa con tal naturalidad como cualquier otro transeúnte.
Me encuentro sentado en una banca frente a la playa, en invierno, y pareciese que el tiburón está repitiendo la misma ruta en círculos, que yo pensé se trataba de una singular ruta hacía delante la primera vez que lo vi pasar. Cuando trota más cercano al sector de arena seca en la playa deja un mismo camino que parece estar marcado por su paso repetido, su ruta baja un poco más cerca a la costa, donde su rastro es imperceptible ya que las olas del mar eliminan cualquier rastro o huella que el tiburón dejara con su paso.
Ya que siempre vuelve a aparecer desde mi derecha hacía mi izquierda, yo asumo que cuando lo pierdo de vista, su trayecto sube dirección al pueblo, y viaja por alguna calle que no puedo ver detrás de mí, y procede a bajar devuelta a la playa, repitiendo su mismo trayecto otra vez. También, cabía la posibilidad de que fueran diferentes tiburones con piernas muy parecidos entre sí, y que yo estuviera presenciando una invasión de tiburones con piernas deportistas y deliberadamente no haciendo nada al respecto, pero, noté que cada vez se vuelve más lento, significando que, probablemente es el mismo tiburón, ya un tanto más cansado.
Estoy esperando a que se le agote la energía, y se detenga. O, que el camino que lentamente está excavando en la arena se vuelva un problema lo suficientemente grande para que alguna autoridad se decida a detenerlo, autoridad que no pretendo tomar por lo gracioso e incluso maravilloso de la situación. El tiburón es, sin dudas, un aire fresco y su presencia ha vuelto mi tarde mucho más divertida. El tiburón ha trotado mucho más que cualquier atleta que yo haya presenciado nunca, que tienden mucho más al jadeo, la queja, y el desmayo por golpe de calor, u al contrario, proyectar una imagen de perfección inalcanzable en el trote, casi como haciéndolo de manera performativa. El tiburón en cambio no parece desear ni buscar nada en su trote, no está gastando más energía de la que tiene, ni parece tener ningún ego ni orgullo en su práctica. Cabe destacar que sus piernas no parecen una evolución natural del tiburón, sino que, por lo que alcanzo a ver, son piernas totalmente humanas, solo que azules. Pies, rodillas, y todas esas características de un mamífero, y su cuerpo en cambio es totalmente animal. Es cómo si a cualquier tiburón, le hubieran pegado las piernas de un ser humano abajo, y ahora pudiera respirar y trotar. Es como que las piernas humanas estuvieran guiando un impulso animal. Supongo que, ese es el atractivo que tiene, que no desea nada y por lo tanto todo lo que he visto en la vida hasta ahora pareciese haber fallado en un intento de algo, y he aquí un tiburón con piernas completo desde el principio, sin pasado ni futuro, que es algo que me parece todos envidiamos un poco de los animales y desearíamos poder imitar, probablemente la razón por la cual incluso bajo el peligro de un ataque de tiburón en tierra, e incluso peor, el peligro de morir por algo tan absurdo como “ataque de tiburón con piernas humanas”, me encuentro aquí observando su trote desde hace un par de horas.
Ya atardece y el tiburón cada vez es más lento, su trote original ahora es más como una caminata, y ante el frío en ascenso me empiezo a preparar para dirigirme de regreso a casa, puesto a que no parece que el tiburón vaya a frenar su caminata pronto, o vaya a hacer alguna otra cosa que no sea dejar su camino por la arena seca.
Ciertamente ha formado un camino en la arena que puede ser hasta útil, pero el camino no existe más al topar con la humedad de la playa y durante la noche la marea sube, por lo que probablemente el camino haya desaparecido mañana, o se haya vuelto un mero bache en la arena para todos aquellos que vayan a la playa en pleno invierno. Así que, decido emprender mi camino a casa, en donde, sorprendentemente, me encuentro la puerta abierta, entro, y ahí está el tiburón. Sentado en mi sillón favorito, de piernas cruzadas, con un traje y con un cigarro (que aparentemente está fumando) en su aleta.
En aquel instante no pude evitar soltar una carcajada ante la situación, es un tiburón, actuando como un ser humano como si nada. Ni siquiera estoy seguro de si puede fumar, no tiene pulmones, sin embargo, lo estaba haciendo, o pareciese que lo estuviese haciendo, no se si le produce alguna clase de satisfacción, es difícil saber sin tener idea de que órganos tiene y cuales no.
Aparentemente, tiene la maestría suficiente de sus aletas como para manipular un cigarro, y acercarlo a su hocico, y también para abrir la puerta, pero aparentemente fue incapaz, o simplemente no quiso, cerrar la puerta, por lo que, automáticamente me preocupa un poco si podrá o querrá apagar el cigarro, o si se lo va a tragar, o si lo va a soltar y dejará que se desate un incendio, tal vez, el no cerrar la puerta fue su extraño modo de imponer dominancia en mi departamento y hacer su presencia conocida.
Así que, tras un rato de confusión y progresiva preocupación, me senté frente a él y pretendí preguntarle qué quería. El tiburón me miró fijamente, o quizá solo continuó viendo al muro atrás de mi, no estoy seguro, y recorde que probablemente los tiburones no hablan español, y me sentí un poco tonto de pensar que lograría comunicarme con él de ese modo. Incluso si usa un traje y tiene piernas. Y sale a trotar. Y puede fumar. Y ahora mismo está sentado en mi sillón. Yo en realidad, sospecho que sí puede hablar y simplemente no quiere hacerlo, pero me tranquiliza más intentar pensar que es solo un animal. Así que me reí un poco y pensé en la siguiente opción, las autoridades.
Me encerré en el baño con mi teléfono, cosa que al tiburón no pareció importarle en lo absoluto, y procedí a marcar el número de los carabineros. Les expliqué que tenía una emergencia, que un tiburón con piernas me había seguido a casa, y ahora inexplicablemente tenía un traje, y estaba fumando en mi sillón en ese preciso instante. Por un momento había olvidado lo absurdo que sonaba por lo que lo dije con total seriedad, solo para escuchar una risa del otro lado del teléfono y que procediera a recibir un sermón respecto a las llamadas de broma y no molestar a las autoridades. Recibí la misma respuesta de bomberos, seguridad ciudadana, control de pestes, e incluso llamé a un hospital, en el cual no se rieron de mí, pero si me dijeron que esto no era su especialidad. Tal vez debí omitir lo del tiburón y fingir que tenía otra emergencia para que llegaran y se encontraran al tiburón, pero ya es muy tarde para pensar en ese camino.
Decidí salir y analizar mis nuevas opciones. He reunido calma ya que el tiburón está casi inmovil. El tiburón no tiene cejas, no puede demostrar emoción, al menos de ese modo. No estoy seguro de si puede cerrar los dos ojos exactamente al mismo tiempo, de hecho la mayor parte del tiempo solo uno de sus ojos está visible, al menos desde dónde yo lo observo, y no tengo la capacidad de saber si su otro ojo está abierto o cerrado. Por lo que, soy incapaz de discernir si es amigable o no, y realmente, me da miedo intentar matarlo de algún modo violento. Es difícil saber cuán humano o animal es en realidad, así que hago lo más sensato para protegerme a mí mismo, y supongo que a él porque fumar es malo. Lentamente me acerco con la intención de quitarle su, ahora pequeño, cigarro. Lentamente acerco mi mano, y el tiburón no parece inmutarse. Tiene el cigarro en el hocico, y en cuanto toco el cigarro, el tiburón me muerde la mano y ahora todo mi antebrazo está dentro de su boca. Automáticamente grité de terror y recordé todos mis mejores recuerdos junto a mi brazo izquierdo. Todos esos intentos fallidos de cocina, esa vez que me caí por las escaleras y frené con el brazo, y todos esos toques inútiles a las cajas amarillas bajo los semáforos. Todo esto para percatarme de que todavía tenía mi brazo y solamente lo estaba mordiendo, procedí a sacarlo lentamente, entré esto me percate de que el tiburón probablemente se trago el resto del cigarro, pero eso dejó de ser prioridad en cuanto mi preciado codo izquierdo se vió amenazado. Mi brazo, ya totalmente fuera de su boca, estaba totalmente seco. El interior de este tiburón, es seco. No tiene saliva. Lo miré, él me miró, y, de su boca, generó un nuevo cigarro. lo saco como si lo tuviera dentro de su boca todo este tiempo. En un solo instante, dejó de importar, y asumí que lo que yo necesitaba, era un buen sueño. Dejé al tiburón ahí, esperando que se fuera en la mañana, me acosté y dormí casi automáticamente.
Al otro día desperté casi con la ilusión de un niño en la mañana de navidad, pero en vez de la llegada de un regalo, esperaba la desaparición total del tiburón. Para mi mala suerte, estaba ahí, en el mismo sillón, y, como si fuera poco, me percaté de latas de cerveza y botellas de alcohol, vacías en el piso alrededor de toda la sala. En algún punto de la noche, este tiburón había consumido todo el alcohol que pudiese encontrar en casa, por lo que voy a la cocina y veo todo el desastre. Todo está abierto, y no solo se alcoholizo, sino que, se comió una gran cantidad de mis alimentos. Rápidamente note que solo comió productos de origen animal, y que todo aquello que fuera vegetal estaba totalmente intacto. También me pareció interesante que no hubieran rastros de desechos con la cantidad de cosas que el tiburón había consumido, asumo que o es capáz de utilizar el baño a la perfección y no dejar rastro de ello, o directamente no es capaz de orinar ni defecar, como si su estomago fuese un agujero negro, o usara absolutamente todo lo que consumé para subsistir sin dejar desecho alguno como una especie de ser sobrehumano.
Salí de la cocina, totalmente decidido a empujar a este tiburón fuera de mi casa a toda costa, con indignación arremetí en su contra, con el plan de sacarlo del sillón y empujarlo por la ventana, él no parecía oponer resistencia, pero es como si estuviera pegado con pegamento en el piso, no lo muevo a él ni al sillón ni un solo centímetro. Estuve así horas, hasta que, vi un ratón salir de algún lugar y moverse a través del suelo en dirección a la mesa del comedor.
Grité fuertemente, considerando que no me había parecido tan preocupante la presencia de un tiburón en mi casa pero si la de un ratón escurridizo, supongo que no saber en donde está es más aterrador que la fuerza bruta de un tiburón con piernas. Mientras yo saltaba sobre un mueble para protegerme del ratón, el tiburón en cuestión de segundos se lanzó en contra del ratón y lo devoró, solo para retornar de vuelta al sillón, a su posición original. Por un momento me sentí un tanto agradecido del tiburón y como se deshizo de ese inconveniente como si nada, hasta considere adoptarlo cómo mascota, podríamos ser como Jorge el curioso y el hombre del sombrero amarillo, pero si Jorge fuera un tiburón alcoholico muy poco curioso y el hombre del sombrero amarillo no tuviera un sombrero amarillo.
De hecho, quizá, si lo entreno, podría ser de ayuda, e incluso un gran elemento en un espectáculo, el que podría vender a millones de personas y me podría volver millonario, no más renta ni preocupaciones. “El increíble tiburón alcohólico”, o AÚN mejor, “El increíble tiburón bailarín”. Eso es, lo tengo. Aprenderá a bailar. No existirá nunca nada mejor que ver a un tiburón con piernas bailar, e incluso, si no logro que baile, ese podría ser el atractivo, un tiburón bailarín que no baila, sino que, se queda quieto en un sillón, que baile tap, o que no lo haga, impondrá ante la audiencia y será un quiebre de paradigma, un desafío a la forma, impresionante, no emitirá un juicio pero ese será su juicio, a todo volumen, para todos oír que el juicio ya no existe, como si lo hubiéramos necesitado para comenzar. post-avant-garde y probará que no necesitamos nada más, y entonces no tendré más de lo que preocuparme por el resto de mi vida.
Entonces, casi instintivamente, subí al lomo del tiburón y lo cabalgue estilo vaquero en dirección a una tienda de instrumentos cercana. En mi camino logré percatarme de la subida de la marea, a esta hora, ya debería haber bajado, sin embargo, se encuentra a la misma altura que durante la noche, pero eso no pareciese ser relevante ahora mismo. En este instante de claridad total y ausencia de duda yo y el tiburón estamos en sincronía total, a la distancia veo la tienda musical y aparentemente el tiburón sabé a donde vamos, puesto que aumenta su velocidad.
En ese momento, me doy cuenta de que ya no tengo control del tiburón, quién, eufórica y violentamente atraviesa el muro de la tienda, donde yo salgo disparado al suelo, y comienzo a oír los gritos de temor de todos los presentes, que es cuando me empiezo a dar cuenta de que esto, quizá no fue una buena idea.
El tiburón arremetió primero contra los parlantes del lugar, y luego contra todo lo que estuviera emitiendo sonido en general, instrumentos, y personas. Supongo que, bajo el agua, no hay mucho ruido. Yo me oculté tras la puerta, y después de 10 horripilantes minutos de gritos y súplicas de ayuda, silencio. Todo se quedó en silencio. Yo me encontraba en un estado de total shock y terror, y entonces, lo sentí caminar hacía mi, pateo la puerta y me encontró, entonces me observó por lo que pareció una eternidad, y con la actitud de un perro o cualquier animal, volteo y empezó a caminar sin dirección por la tienda, y eventualmente se fue trotando, en algún punto que no logré observar perdió el traje que inexplicablemente tenía antes.
Rápidamente, pensé en que no quería ser relacionado con esta masacre, por lo que corrí a toda velocidad a mi departamento, y otra vez, la puerta abierta, y otra vez, olor a nicotina. Sentado en el sillón de piernas cruzadas, con otro inexplicable traje, y otro cigarro, ahí estaba. En ese instante, rompí en llanto, y le rogué de rodillas que por favor, dejara mi hogar y se fuera. Entonces, lo miré, él abrió el hocico, y sin movimiento bucal de ningún tipo, escuche desde su interior, una voz de hombre humano.
“¿Cual es tu nombre?”
“Alan.” respondí de forma alterada, “¿Podías hablar Español todo este tiempo?”
“Pensé que tú no sabías hablar español.”
“¿Cual es tu nombre?”
“Michob, ¿no querías ayudarme? Me permitiste vivir en tu hogar.”
“No recuerdo haberte permitido nada. ¿Qué se supone que eres? ¿Porque te dejaría vivir aquí?”
“Soy un tiburón Alan, obviamente. Tú me abriste la puerta, no tengo brazos. Me diste cigarrillos, me sentí bienvenido.”
“¿Desde cuándo tienes piernas?”
“El agua desde hace un tiempo está muy caliente, ¿Que pretendías que hiciera? ¿Quedarme ahí?”
“Bueno, ahora te quiero fuera de mi departamento, eres una criatura asesina, y estoy seguro de que intentas engañarme de algún modo u otro.”
“Alan no pretendo irme a ninguna parte. Tú me invitaste, y elimine tus plagas, ¿Quieres un hogar sin ratones? Acostumbrate a no tener un hogar en general entonces. Por cierto, la marea sube, es hora de que subas a la azotea.”
“¿Perdón?”
“Si quieres te puedes quedar y aprender a respirar bajo el agua, yo estoy bien. ¿Qué pretendías en la playa durante el invierno nuclear? Yo no planeó ayudarte en tus finalidades humanas, solo ya no hay ratones, eso es todo.”
“¿Qué?”
Entonces repentinamente, agua en mis pies. El agua empieza a subir hasta mis rodillas y ya no me puedo mover rápidamente. Pareciera que el agua está entrando desde la puerta principal, desde los cajones abiertos de la cocina, y de la ventana. Rápidamente cierro la ventana y hago lo más posible para llegar a la puerta.
“¿Quieres ayudarme? Cierra los cajones, ya es muy tarde para subir a la azotea, ayúdame a no morir aquí.”
“No puedo cerrar nada Alan. No tengo brazos”
Antes de que pudiera cerrar nada, quedaba solo un pequeño espacio de aire entre el agua y el techo, se cortó la luz y ya no podía ver nada, era una noche total, cómo estar en medio del océano en la noche, pero en vez de cielo, al alzar un poco la mano, podía sentir el techo acercándose hacía mi. Empecé a golpear y rogar por ayuda. Hasta que volví a escuchar su voz muy cerca de mi.
“Tengo una solución, aunque no me agrada nada el pútrido olor a sangre humana en mi agua limpia, menos me agradas tú. Déjame trotar en paz.”
Entonces, cuando el agua ya estaba a la altura de mi nariz y comenzaba a ahogarme, sentí un último mordisco.
-Benjamín "Ben Blink" Carvajal
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