En el silencio de la noche, dos sombras se entrelazan,
una danza de secretos que la luna desenmascara.
Él, con mirada perdida, en su corazón una espada,
ella, con susurros dulces, a otro amor se abraza.
Él lo sabe, lo siente, en el aire la traición,
pero calla, sonríe, oculta su corazón.
No hay confrontación, no hay lágrimas ni voz,
solo el eco silencio de un amor que se rompió.
En la mesa, las miradas, dos copas y un adiós,
él brinda por el amor, por el pasado que murió.
Ella, con labios temblorosos, finge una felicidad,
Mientras en la sombra, su amante la espera en soledad.
La ciudad duerme, ignorante del drama sin final,
de la pareja que se ama en un teatro sin igual.
Él, actor principal, en su papel más doloroso,
ella, con doble vida, en un acto vergonzoso.
Pero el telón no cae, la obra debe continuar,
él, con máscara de alegría, debe el dolor ocultar.
Ella, con su amante secreto, en la penumbra se pierde,
Mientras él, con alma herida, por dentro se muere.
Y así, día tras día, la farsa se mantiene,
él, con su amor genuino, a la verdad se encadena.
Ella, en su laberinto, entre la pasión y el deber,
Se debate en un suspiro, en un querer no querer.
¿Hasta cuándo seguirá el juego este cruel, esta mentira?
¿Hasta cuándo él aguantará, hasta que el alma le suspirará?
Solo el tiempo lo dirá, en su marcha inexorable,
en este poema de amor, triste, insondable.
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