Buenos días o noches, buen crepúsculo en general.
Es media noche, ya lo sé, estoy esperando que cargue el archivo de un trabajo que debo mandar ayuda por favor muero del estrés y quiero morir.
En todo caso, les voy a contar una historia corta y simple pero a mi parecer sumamente significativa.
Esto sucedió hace mas o menos unos 2 meses, era viernes por la noche y yo había tenido una semana bastante mala. Estaba buscando distraerme con lo que fuera, salí entonces con una amiga y compramos algo para tomar y pasar el rato. Vivo en un sitio en el que todos nos conocemos por lo que le propuse a ella ir a la terraza del centro comercial local y buscar algún amigo allí, efectivamente encontramos un grupo de personas conocidas, almas similares que solo saben hablar de un tema en específico, no hay mucho que quieran compartir y pueden ser muy amables un día para simular que nunca te han visto al día siguiente. Nos sentamos con ellos, es necesario resaltar que no me gusta ese lugar, ni quería estar ahí porque me trae malos recuerdos.
Descripción del lugar: Es un teatro de media torta, lo que llaman anfiteatro, tiene tarima y gradas en las que se sientan jóvenes de todas las edades (mayormente 14 en adelante) a charlar, beber, fumar o lo que sea, no es un lugar muy familiar. Las personas con las que nos sentamos solamente estaban charlando.
En fin, esta es la parte en la que entra el guitarrista, junto a nosotros y en medio de todos los demás jóvenes que había allí, un hombre que debe estar rondando los 30 años estaba tocando en una guitarra acústica "la flaca" de Andrés Calamaro, muy abrigado en una noche de verano, cabello corto, bastante corto y negro, yo tenía muchísimas ganas de irme y encerrarme en mi habitación pero esa escena de un hombre haciendo lo que ama para ambientar la noche de viernes de adolescentes que no conoce me pareció un acto hermoso de bondad. Yo estaba maravillada, no puse atención a nada de lo que dijeron esas personas, lo único que merecía verdadero interés era ese guitarrista. Se llegó la hora de irnos, me despedí de todos, le dije a mi amiga que nos fuéramos, le sonreí al guitarrista y el me sonrió de vuelta mientras cantaba el lamento boliviano, su sonrisa me devolvió las ganas de vivir.
Pocas veces he estado tan agradecida con un desconocido.
Eso es todo, gracias por leer. <3
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