A tu memoria

En mi mundo las buenas despedidas no existen, pero quiero que tomes esto como un bello adiós, no como el único que hubo, pero sí el último que habrá. No te odio y jamás podría hacerlo, no te evito, solo intento no mirarte, pues, sé que iré corriendo hacia ti para contarte todo lo que ha pasado en mi vida desde aquel instante en que nuestros andares tomaron rumbos diferentes.

Simplemente intento que mi castillo no sucumba ante los mismos guerreros que lo salvaguardan, pues quiero que sigas conservando la imagen de una niña fuerte y feliz; la niña alegre y segura que formaste, de la que por mucho tiempo estuviste orgulloso. Quiero conservar los buenos momentos que en algún momento nos pertenecieron, oír el mar que me transmite a nuestras risas contagiosas, sentir el aire que se asemeja tanto a los cariños que depositábamos el uno en el otro sin intenciones más que el reconfortar al contrario.

Deseo preservar conmigo la calma del mundo cuando estaba a tu lado, el sonar del viento que al pasar junto a nosotros provocaba una sensación de plenitud, quiero quedarme a vivir con lo bueno, desechar lo malo y emprender el viaje para el que aún sin saberlos nos estábamos preparando mutuamente. Un viaje donde no seríamos acompañantes uno del otro.

A tu memoria agradezco por enseñarme que el amor incondicional si existe, y a su vez, que el apoyo con las personas correctas nunca me faltará, que sin importar las veces que un error sea cometido siempre habrá alguien a mi lado acompañando mi aprendizaje y celebrando cada pequeño gran paso que este involucre; que cada problema, caída o raspón será sanado con amor y vendado con un beso de esperanza. Agradezco también la paciencia y el cariño al quitarme la venda que me ponía en los ojos. Por asegurarte de disminuir y controlar cada erupción ocasionada por las intensas emociones que me atormentaban, incluso cuando lo único que debías hacer era protegerte a ti mismo del daño. 

Gracias, por todas esas llamadas en las noches y los abrazos al día siguiente, por las risas y el confort que se me era entregado con tu presencia, por permanecer en los momentos difíciles y ser mi pañuelo de lagrimas cuando todo el mundo caía a mis pies, por nunca desaparecer.

Por ultimo, gracias por ser el manto que cubría mi cuerpo cuando la tormenta no cesaba, por apartar las nubes solo para que el sol iluminara mi camino.

dedicado a mi ex-mejor amigo Fernando, quien hoy en día no está a mi lado