TW!!
No es recomendable seguir leyendo si sos sensible a estos temas: Abus0 físico, aut0lesion3s, traumas relacionados con la religión (que sepan que no busco generalizar ningún tipo de comportamiento que se pueda mostrar en el texto, y que tengo en claro que no siempre es así).
Todos lo hechos narrados en la historia son salidos directo de mi mente, por lo que, si sufriste/sufres algo de esto y te sientes ofendidx por algo que escribí, siéntete libre de decirlo en los comentarios y me disculpo previamente :(
Aviso que soy nuevo escribiendo, así que, una disculpa si hay faltas de ortografía.
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Bufanda
Oía el tictac del reloj y en su mente deseaba que se detuviera, que el tiempo se detuviera, que el dolor se detuviera. Pero no era algo que pudiera lograr, así que, simplemente salió de aquel gran edificio, sintiendo la pesadez de sus piernas al bajar cada escalón con cuidado, sin que nadie lo viera hacerlo.
Veía a la gente estar en sus casas, pero él continuaba en el parque, sin importarle el hecho de que el sol se escondía, dando paso a plena oscuridad. Apoyó su espalda contra un árbol, cerrando sus ojos mientras se abrazaba a sí mismo, buscando de esta manera obtener la calidez que su casa no le otorgaba, buscando esa calidez que le habían arrebatado bajo una excusa de "buenas intenciones".
Sus párpados estaban algo hinchados de tanto llorar, al igual que uno de ellos estaba de un ligero tono morado, un morado tan oscuro como nuevo. Su espalda ardía, la sensación de aquel cuero contra su piel no desaparecía, al igual que los insultos que aturdían su cabeza, dándole ganas de vomitar.
¿Por qué la gente buena lo insultaba de una manera tan grotesca, mientras que su compañero pecador siempre solía susurrarle cosas bonitas?
Sus manos tiemblan, como si su cuerpo rogara de esta manera que se detuviera. Pero, al igual que siempre, a él no le importa, y continúa deslizando aquel filo brillante sobre su opaca piel, casi marcando todos los días que ha pasado en soledad desde ese incidente.
Las líneas rectas de dibujan en sus manos, dando la imagen de un código de barras, como si el fuera tan solo un objeto.
"Uno sin valor", pensó.
Porque él sabe que nadie lo compraría, nadie pagaría ni un mísero centavo por él. Entonces, si nadie lo quería, ¿por qué se esforzaron en arrebatarlo de los brazos de quien sí lo hacía?
Y aunque la gente no pudiera notarlas, notar las marcas nuevas y viejas que decoraban su piel, él no se reocupa por eso, ya que, sea cual sea el pensamiento de los demás, sabía que no harían nada al respecto.
Nada, nunca hacen nada.
Él cierra sus ojos, sus manos ásperas rodean sus muñecas, las cuales, por más presión que use en ellas, no paran de sangrar. A pesar de esto, no parece importarle, y solo se queda en silencio, mirando a la nada, su mente en blanco.
El frío eriza su piel, su ropa se ve desordenada y decorada con manchas, las cuales se asemejan mucho al dibujo de una rosa. Rosas, eso eran. Manchas tan rojas como una rosa, como una frutilla, o quizás una cereza. Como todas las cosas rojas que le gustan.
Él piensa en eso, en la cosa que le gustan, ignorando la pesadez de su cuerpo, el cual se siente débil, liviano como origami, que con el mínimo soplido se deja llevar tras la brisa. Piensa en sus mascotas, en los pájaros, los colores, las flores... pero luego pensó en otras cosas que le gustaban, las cuales fueron la razón por la que se encuentra en su situación actual; en ese alguien que le gustaba, el cual, por más que ambos no lo hayan querido, no tuvieron otra opción que separarse.
Abrió sus ojos por unos segundos y vio la gran capilla frente al parque, la cual le daba escalofríos. Miró directamente a los ojos de aquella vieja estatua de Jesús, ambos compartiendo una triste mirada y sus muñecas cubiertas de sangre.
Le pidió perdón, perdón por hacerlo testigo de su actuar, le pidió perdón por no poder resistir a su naturaleza, la cual se encontraba maldita, según las punzantes palabras de su padre. Le pidió perdón tantas veces en su vida, que estaba seguro de que solo esa estatua y él entendían lo que sucedía.
Mientras más tiempo pasaba, sus párpados pesaban más, pero él continuaba intentando mantenerlos abiertos, resistiendo el sueño que invadía sus sentidos. Su mano no soltaba la bufanda que cubría su cuello, manchándola lentamente de color rojo. Era aquella que él le había regalado, por lo que se aferraba a la misma con la poca fuerza que le quedaba. Podía sentir su aroma en ella; ese aroma que nunca desaparecía de su mente, porque era su aroma, y quería olerlo lo más que pudiera, casi temiendo no sentirlo nunca más.
Y, a pesar de sus intentos por evitarlo, sus ojos finalmente se cerraron a la par que su piel palidecía, dando la perfecta imagen de un muñeco de porcelana.
Exhausto, se dejó llevar por la sensación de calma, permitiéndose la intriga de si volvería a despertar otra vez.
Permitiéndose el sueño de despertar en sus brazos, sin temer lo que pudiera pasar después.
Comments
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Hec_Courier
Excelente relato, bastante emotivo y lleno de significado, también me gusto el uso que hiciste de las metáforas
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Muchas gracias!!! Me alegra que te hayan gustado las metáforas, hice lo que pude para que sean, de cierta forma, significativas, ya que siempre consideré que son un recurso muy bueno para contar una historia ;)
by 𝕯𝖆𝖒𝖎𝖎!°˖✧; ; Report
sis y definitivamente quedaron bastante bien
by Hec_Courier; ; Report