VIII

Tengo terror, de amar, o al menos a ti...

he de aferrarme con las uñas salvajemente casi demoniaca incrustarlas a ese recuerdo para alejarte

porque tengo miedo

de volver a ese sitio cristal de suelo y cielo de flores

donde no había espejos, pero si fragmentos.

Tengo terror de ti que me causas nervio cuando mi iris te buscase con obsesión,

escalofríos pavoricos brotaban cuando tocaba tus labios imperfectos

donde surgían cantares engañosos.

Me sentía asustada de la simpleza que rodeaba la realidad y que así sentía que era demasiado

prefería caminar mientras el crujir del suelo llegaba a susurros casi inaudibles,

observando la atmosfera adornada de rosas amarillas esperando a la caída fugaz de una de ellas,

rogar un deseo de constancia ingenua, perdiendo pedazos de un espejo a la espera de una flor

que caería en cualquier momento, perdiéndome por un amor agridulce

y así a millas me alejo de ti para no volver a ese lugar de maravillas malogradas.