Hablando de esos crueles amigos, mis atormentadas noches lo son, tan traicioneras, al abrazar mis rodillas contra el pecho, esa posición letal del calor propio en la soledad, recordandome una vez más que no estoy acompañada, pero soy tan optimista a veces que puedo pensar de los amaneceres algo distinto, pues el corazón no espera más que un nuevo despertar, una cálida y nueva bienvenida, para ver si las cosas marchan mejor esta vez y poder sanar.
୧ ‧₊˚ 🍵 ⋅
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