El capitán mismo lo había dicho, en Saturno necesitarían reproducirse y estos extraterrestres creían que podrían repoblar su planeta con un puñado de hombres.
La nave fue extremadamente eficaz, llegaron a Saturno en cuestión de horas. Los soldados transportaron las camillas con los terrícolas hasta un edificio imponente. El capitán insistió en llevar personalmente la camilla de Oliver, tal vez fue un impulso o simple atracción, la verdad es que él estaba muy interesado en aquel humano en particular. Empujó la camilla por las extrañas calles de aquel planeta.
— ¿capitán, a donde nos llevan?
La intriga de cual sería su destino en aquel planeta desconocido, era simplemente insoportable.
— Al centro de rehabilitación terrestre.
el corpulento hombre respondió sin titubear mientras empujaba lentamente para no agitar demasiado su preciada carga. Oliver intentó imaginarse la finalidad de aquel lugar misterioso, pero le resultó imposible.
— ¿y que se hace ahí?
La inocente pregunta tomó por sorpresa al capitán, quien se sonrojó y apartó la mirada de los curiosos ojos de Oliver.
— ¿en el centro? Bueno... Pronto lo descubrirás por ti mismo.
Aquella respuesta exasperó al terrestre, quien restringido por la camilla, le dio un fuerte golpe en el abdomen al capitán con su cabeza.
— A cada pregunta que te hago siempre respondes "pronto lo sabrás", me gustaría saber cual es tu definición de "pronto"... ¿O es que acaso no sabes lo que hacen ahí?
el hombre detuvo la camilla visiblemente molesto.
— soy el capitán de la Flota Imperial, mi trabajo es saberlo todo... Además, esta institución es de publico conocimiento.
— ¿Entonces...?
—prefiero dejarte con la duda.
el capitán sonrió burlonamente, se preguntaba cuanto tardaría aquel encantador terrícola en perder aquella actitud arrogante.
— no pongas esa cara extraña, es asqueroso ¡No quiero ir a ese centro! — el hombre ignoró la declaración y siguió moviendo la camilla — Estoy diciendo que no quiero ir, ¿me estás escuchando? Llévame a la tierra otra vez... ¿Qué nos harán aquí? ¿Qué cosas terribles hay atrás de esas puertas? Por Dios, te exijo que me lleves de vuelta a la tierra. No tienen derecho...
Los pedidos y ordenes se intensificaron al punto en el que se volvieron insoportables, la chillona voz de Oliver parecía subir a una frecuencia dañina para los extraterrestres, ya que el doctor también se tapó los oídos. El capitán estaba harto. Cruzaba la línea entre inocente e intolerantemente ignorante con su verborrea insoportable.
— ¡¿puedes parar?! Estoy harto, los terrícolas son tan extraños, siempre es igual con ustes, ¿Quieres saber que se hace aquí? Es obvio, los tuyos se pasan los primeros días gritando que quieren volver, que quieren su vida de vuelta y esas cosas, pero luego de una semana los únicos gritos que salen de ustedes son las suplicas por tener una verga entre las piernas.
Su afirmación indignó a Oliver, quien con las mejillas encendidas no dudó en contestarle como se merecía.
— ¿Que les han hecho a los humanos aquí? Dices muy orgullosamente ser un “capitán imperial” pero la verdad es que no eres más que un secuestrador de mierda y tal parece, seguramente un violador también, al igual que todos en este planeta de mierda ¡Me das asco!
El capitán estaba sorprendido e indignado por la afirmación, jamás se imaginó afirmaciones o suposiciones de esa naturaleza para su honorable tarea. La flota Imperial, los encargados de traer la salvación al planeta, los héroes más respetados de todo su sistema social. Todos ellos reducidos a criminales espaciales. Escuchar tales acusaciones indignantes le desquisiaba, tanto que no le tembló el pulso para decir lo imperdonable.
— ¿que dijiste pequeña puta? ¡Tu no sabes nada! No tienes idea, ¿crees que te conoces? ya lo verás, no pasará ni una semana antes de que me rueges para que te folle.
Tomó el menton de oliver posesivamente, miró muy detenidamente los dulces labios con claras intenciones de besarlo. Pero motivado por la ira, el terricola le dio un cabezazo en la nariz a su captor.
— prefiero morir antes que permitirle a una bestia como tú que me toque un solo pelo ¿oíste? ¡asqueroso pervertido de mierda!
la nariz del capitan comenzó a sangrar, curiosamente era de un brillante color violeta, eso sorprendió a Oliver, por un momento había olvidado que el capitan era un extraterrestre, pero ahí estaba la prueba.
La respuesta de Oliver impactó al capitan, que durante toda su vida había visto a los terricolas solo como seres frágiles y pasivos, hermosos sin duda pero que carecían de la fuerza o la valentía para lastimar a nadie. El respeto hacia los terricolas era parte de la educación básica, practicamente desde siempre se le había repetido que a los terricolas se los debía tratar con respeto y cariño, que eran extremadamente frágiles y necesarios. Pero aquí estaba Oliver, un verdadero misterio, lo había investigado muy bien antes de llevarselo, lo conocía tanto como a si mismo, pero algo era extraño e inexplicable, fuera de lo previsto. Si era tan pacifico y dócil en la tierra ¿por qué se negaba a su nueva realidad con tanto esmero? Esta actitud rebelde no encajaba con el Oliver que conocía.
—¿por que te importa tanto?
aquella pregunta sacó a oliver de su frenesí.
—¿que?
no podía evitar preguntarse a que se referia.
— de todos modos en la tierra solo eres un simplón mediocre que no aspira a nada. No tienes nada, ni familia, amigos o trabajo, nisiquiera cómed como es debido. allí eres un solitario bicho raro que estudia programación, nada más — el capitan lo tomó por los hombros y lo sacudió con fuerza para hacerlo entrar en razón — ¿para que quieres volver? Nada te espera allí.
Aquello descolocó a Oliver, quien comenzó a temblar de miedo e ira contenida.
— ¿cómo sabés todo eso sobre mi? ¡¿No se supone que fueron secuestros aleatorios?!
El capitán se sorprendió visiblemente, no esperaba ese tipo de conclusiones.
— por supuesto que no, lo investigamos todo antes de elegirlos. Por eso ¿no es mejor quedarte aqui? ¿Para qué volver a esa horrible y mediocre vida cuando tienes un futuro aquí?
Aquellas palabras avivaron toda la ira que había en Oliver.
— ¿quien te crees que eres para juzgar la manera en que vivo? quizas te parezca mediocre pero es mi vida y solo me pertenece a mí. todo lo que quiero, todo por lo que me esforce están allí. ¿que más te da si me llevas de vuelta? Puedes remplazarme con cualquier otro, de todas formas a ti te da igual que hombre sea siempre que sirva para tu causa ¿verdad? Yo jamás seré lo que quieren de mí y prefiero estar muerto antes que humillarme ante una bestia asquerosa como tú o cualquier otro de este maldito planeta de mierda. Nunca vas a conseguir nada de mí.
las crudas palabras fueron como cuchillos ardientes atravesando el orgullo del capitán. Aquel pasivo no solo había desvalorizado a su persona sino que tambien a los de su especie y a su nación, la tierra que había jurado proteger con su vida de ser necesario. No podía dejar las cosas así, simplemente era incapaz de tratar con delicadeza a esta persona, esta hermosa criatura por la que se sintió capturado desde la primera vez que puso sus ojos sobre él. Pero ahora escucharlo y tenerlo cerca era tan agridulce que lo sofocaba. La ira y el deseo hablaron por él.
— Serás mio ¿entiendes? Me perteneceras por completo en cuerpo y alma, te entregarás a esta "bestia" y tendras a mis hijos, que al crecer serán "asquerosos secuestradores" así como su padre, eso te lo prometo, terrícola — él capitán, soltó la camilla bruscamente y esta choco con las demás. Él capitan se dirigió al doctor que habían conocido en la nave previamente — muy bien Hanaleo, son todos tuyos, comienza lo antes posible, no puedo esperar para ver los resultados... y a ese — señaló a Oliver — duplicale la dosis de EPHIDRINA, mustrale cual será su lugar.
Él doctor asintió y el capitán se marcho, mientras que un aterrado Oliver no paraba de preguntarse que sería la EPHIDRINA y por que debían duplica la dosis.
Él doctor comenzó a hablar mientras los soldados organizaban las camillas en hileras. Otros soldados trajeron aparatos extraños, eran como bombas de agua con un líquido de color azul. conectaron las maquinas a las camillas y empezaron a bombear, las agujas que tenían clavadas en los dedos ardían, el liquido entró en los cuerpos sin piedad, algunos se desmayaron y otros gritaron de dolor. En Oliver fue un poco diferente, el pecho le dolía, más que nada el corazón. Le picaban los ojos y la piel estaba muy sencible, tanto que al rosar las sabanas se lastimaba. Su cuerpo reaccionaba al contacto con aquel liquido. Para la mayoría, el dolor era tan tremendo que les arrancaba aullidos.
—¿Qué es esto? ¿Qué nos están haciendo?
Él doctor dejó de escribir en su pantalla para prestarle atención y le señaló el tanque azul.
— esto es EPHIDRINA, es esencial en el tratamiento para ser parte de nuestra sociedad, para sobrevivir los cambios atmosféricos de nuestro planeta necesita un cambio genético drástico.
La explicación no sació la curiosidad del terricola, quien no terminaba de entender el concepto.
— ¿es como una transfusión de sangre?
Aventuró oliver en un intento por comprender, el doctor negó con la cabeza un poco desilusionado.
— digamos que es algo parecido, estamos preparando sus cuerpos para modificar sus órganos, entre ellos sus aparatos reproductivos terrícolas. nuestra tecnología es muy avanzada, nada parecido a los arcaicos procedimientos quirúrgicos humanos, hemos podido crear a base de biotecnología, como ustedes dirían, aparatos reproductivos femeninos compatibles con nuestra anatomía. En otras palabras, en este instituto convertimos terrícolas machos en nuestras hembras. este es el primer paso, "el proceso de adaptavilidad", si alguno es incompatible con la Ephidrina, será devuelto a la tierra inmediatamente.
Los terricolas se sorprendieron y dialogaron entre si, que el proceso fallara parecía ser su única esperanza de volver a casa. Un fuerte miedo recorrió la espina dorsal de Oliver, su vida estaba determinada por estos extraterrestres secuestradores. Estaba más que horrorizado, tanto que se encpntraba petrificado del miedo. El doctor Arkkos llegó a la camilla de Oliver con una maquina extra y una escalofriante sonrisa.
— bien, el capitán ordenó que tu dosis sea doble. Sinceramente no lo tomé en serio y no tenía pensado obedecerlo pero... tus resultados son formidables, en todos mis años trabajando en este proyecto, jamás habia conocido a un humano tan compatible con la EPHIDRINA, es maravilloso. Seguramente se debe a una mutación en tus genes, es una valiosa informacion que avanzará decadas de investigación. A partir de hoy experimentaremos con tu cuerpo hasta aislar el gen causante. Procederemos a doblar su dosis de EPHIDRINA y esperaremos los resultados.
Encendió la segunda maquina y el cambio brusco fue resentido por el cuerpo casi instantáneamente. Oliver vomitó todo lo que habían en su estomago junto con aquel liquido azul. perdió la sensibilidad de los labios y las piernas, le siguio la visión y el oído. En cuestión de minutos fue incapaz de moverse, se asemejaba a una muñeca sin voluntad. Fue de aquella manera tan horrible que perdió la conciencia.
Al despertar había recuperado la vista, era considerablemente mejor pero aún el fondo se veía borroso sin sus gafas. Se encontraba en una habitación espaciosa y solitaria, las paredes eran blancas y la puerta metalica. No había ningún mueble o ventana, solo la camilla y a su lado un espejo de cuerpo entero. El primer reflejo de Oliver fue levantarse y escapar, afortunadamente sus manos y pies eran libres. Se bajó de la camilla y notó que su cuerpo estaba adolorido, su pecho ligeramente hinchado, así como sus labios le ardían. Tenía fuertes punzadas en la cintura y las piernas estaban acalambradas, pero nada de eso importaba. Se dirigió lo más pronto que pudo a la puerta, intento abrirla pero fue incapaz. Siguió empujando con todas sus fuerzas, no tenía verdaderamente un plan, solo una idea aproximada de lo que quería hacer. Primero saldría de aquella habitación, luego se escabulliria hasta la salida de la "clínica" y saldría a la calle. Buscaría una nave y con fe, confianza y polvo de hadas, lograría encenderla y así volver a la tierra... era un plan terrible, definitivamente patético, pero las circunstancias no lo habían dejado idear uno mejor.
Siguió empujando la puerta sin éxito hasta que una luz verde se encendió sobre el dintel y el grueso portón se abrió revelando al capitán. Un aterrado Oliver retrocedió apresurado, el capitan avanzó lentamente, como si tratara de no asustar a un gatito perdido. Oliver se refugió detrás de su camilla, listo para correr si el capitán se acercaba demasiado, reunió todo su coraje y lo cuestionó.
— ¿A que vienes?
Este último corto su avance para que Oliver se pudiera tranquilizar un poco, levantó las manos en son de paz y moderó el tono de su voz, ya no quería pelear.
— escuché del doctor que... — tomó una pequeña pausa y careaspeó — tienes un gen mutante. Dijo que tu cuerpo respondía muy bien a nuestras hormonas y que eres el humano más valioso que ha pisado el planeta. Los otros medicos dicen que eres un milagro genético y que tenemos mucha suerte de haberte encontrado.
Oliver abandonó la parcial protección de la camilla y se acercó al capitán, las rodillas le temblaban y el corazón le latía demasiado rápido. No podía entender por que deseaba estar cerca con tanta fuerza, era algo tan descabellado.
— ¿y tu que crees?
La pregunta salió de sus labios con un ligero temblor y un inesperado interés por la respuesta, como si algo desconocido dentro de él le exigiera acercarse más al capitán.
—¿yo? Esta no es mi área asique no importa lo que yo crea — oliver bajó la mirada inesperadamente decepcionado por la respuesta — no sé nada sobre biotecnologia o genes mutantes asique no podría opinar nada sobre la maravilla de tu composición. Solo quería decirte que... — se tomó un momento y se rascó el cuello con nerviosismo — me pareció increible como te aferraste a tu vida en la tierra, te resististe con todas tus fuerzas a pesar de que no tenías ni la más mínima posivilidad de ganar. Lo que dijiste sobre mi, los de mi especie y mi planeta... fue cierto y nunca lo había visto de esa manera. Como todos aquí, yo crecí viendo a los terricolas como personas fragiles y pasivas que nos necesitaban, solo eso. Nunca me había puesto en su lugar, en lo que debían sentir al ser despojados de todo, tu hiciste que lo viera y eso me dolió, por eso te dije todas esas cosas hirientes... Perdóname.
Aquellas palabras tomaron desprevenido a Oliver que no tuvo forma de contestar.
El silencio empujó al capitan a creer que no era perdonado y con ello, a retirarse de la habitación tan rápido como le fuera posible, pero fue detenido por la temblorosa voz de Oliver.
— sobre lo que dije... tengo entendido que en tu planeta ya no hay más mujeres. Deben estar verdaderamente desesperados para llevarse personas de otro planeta — el capitán bajó la cabeza por la culpa — sobre eso... no los justifica por llevarme, quitarme todo, modificar mi cuerpo y decidir mi futuro... — la rabia no perdió protagonismo entre sus palabras, pero al final, fue la compasión la que dió un nuevo giro — pero sé que si la raza humana estuviera pasando por algo igual es muy probable... No, es seguro que nuestros lideres tomarían las mismas decisiones si no es que unas mucho más crueles y peores. No los justifico pero los entiendo.
— supuse que dirías algo así... — El capitán estuvo a punto de irse pero antes de salir, volvió sus pasos y le dedicó una última mirada a Oliver, un tipo de mirada que el terricola jamás había inspirado en nadie — Sé que quizas no es el momento indicado y probablemente tampoco quieras escucharlo viniendo de mí pero... ¡te ves increible! antes ya lucías hermoso pero ahora... la terapia hormonal realmente te sentó de maravilla, jamás había visto a nadie tan hermoso como tú.
Un leve sonrojo se pintó en el rostro del capitán mientras que las mejillas de Oliver ardían. Ante unas palabras tan vergonzosas el extraterrestre salió de la habitación tan rápido como sus piernas se lo permitieron. En la reconfortante soledad de aquella habitación, Oliver no podía serenar su corazón que latía desbocado cada vez que las palabras del capitan surcaban su mente. Se sentía como un adolescente estúpido por la forma tan inocente y febril en la que tomaba las palabras de un desconocido. Pero no era esto de esperarse ¿Cuándo alguien se había fijado siquiera en él? Escuchar incluso esas palabras tan simples hacía que su corazón volara.
Se detuvo al recordar una frase en especifico "la terapia hormonal te sienta de maravilla" ¿a que podría referirse con eso? Se apresuro a buscar su reflejo en el espejo de cuerpo entero que descanzaba en una pared de la habitacion, la devolución heló su sangre. Ya no reconocía a la persona frente a él ¿siquiera era un él? Había cambiado demasiado. Su rostro estaba rejuvenecido así como más pálido, sus pecas tomaron un color más oscuro, sus pestañas eran más largas y sus labios duplicaron su tamaño. Nisiquiera su madre sería capaz de reconocerlo, era muy fácil confundirlo con una mujer y eso que no mencioné los abruptos cambios de su cuerpo.
Ataviado con una túnica ceñida al cuerpo de color rojo, la cual tenía ciertas similitudes con los vestidos chinos tradicionales. Esta prenda indecente, apegada fielmente a cada curva de su cuerpo, enfatizaba cada línea. Las crecidas caderas seguidas por una delicada cintura, sus hombros y brazos proporcionalmente delgados y su pecho levemente inflamado, sus piernas largas perdieron todo su vello y era más que probable que todo su cuerpo estuviera igual de lampiño. Lo más destacable además de su nueva figura de pera, era su cabello, en un brillante castaño, sedoso y largo hasta los hombros. Debía reconocer que su nuevo yo le resultaba atractivo, quiza no como hombre pero definitivamente robaría más de una mirada como mujer. Por aquellos locos pensamientos se volvió a sonrojar.
"como una mujer"
Nunca se imaginó a si mismo con una familia o una pareja, todo lo que hubo en su mente desde siempre fue la programacion, un lazo afectivo con la tecnología que jamás tuvo con ningún otro ser humano... ahora las cosas eran diferentes. Lo quisiera o no, todo había cambiado.

Saturno necesita pasivos Capítulo 2
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