Me da pena, mucha pena con una pizca de melancolía al agrio de su recuerdo le dije al mesero.
Recuerdo
Que preparaba chocolatada de sentimientos dulce y cálida pero tú eras más de café amargo sin dulzura, a la leche le agregabas tu café de desconfianza, grano a grano, mentira a mentira que poco a poco salían a flote, a eso te encantaba agregar 4 abundantes cucharadas de salada indiferencia y cuando no llevaba la leche te encargabas de reemplazarla con agua de orgullo, y nunca faltaba un trocito de lastima acanelada para disfrazar con su aroma, en la taza de porcelana agrietada se desbordaba tu receta sentimental como queriendo evitar su propósito y yo con mis manos abrazaba sus agujeros, con la cuchara de ilusiones revolví tus intensiones y al probarlo fue como si quemara mi garganta con amargura lo odiaba, quise agregar algo dulce y entonces me detienes, hice una mueca, lo bebí todo hasta la última gota que desgarraba mi pecho, me sonreíste, vaya que lo hiciste y entonces supe que no debía seguir bebiendo chocolatada contigo.
Me siento y observo mi taza de pena, siempre la pido cada 29 y pienso cuantas cucharadas de malentendidos y cuanto café de desconfianza bebes hoy en día, seguro recuerdas mi chocolatada como un café de tu especialidad.
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