21/ 03/ 2016
Aun recuerdo el cielo lleno de estrellas que ambos mirábamos ese día, recuerdo cómo el humo de tu cigarrillo me quemaba los ojos, tu aroma y tu voz contando leyendas, hablando sobre lo grande que era el universo.
Mucho tiempo creí que ya no era digno de sentir esa emoción que te hacía revolver el estómago y sentir el corazón palpitar dentro de tu pecho, pero esa noche me retracté, fue algo en tu amabilidad y esa colilla de cigarrillo llena de tu labial lo que me hizo creer de nuevo.
Sigue en mi memoria cada minuto de tus labios sobre los míos, el sabor a cigarrillo de tus besos y la gran sonrisa que esa misma noche me regalaste.
En este trabajo no son bienvenidos los sentimientos, pero por ti me arriesgué, por sentir tu cuerpo alrededor de mis brazos, por sentir que por fin tenía a alguien con quien podía hablar de lo maravilloso que eran las estrellas.
Recuerdo cuando me contaste sobre esa rara leyenda sobre el hilo rojo que unía a las almas gemelas, estoy completamente seguro de que nosotros lo fuimos, las estrellas me lo dijeron, mi corazón latiendo en mi pecho me lo dijo.
-K.
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