Ha pasado mucho tiempo ya desde la última vez que vi esos ojos negros, tan negros como la eternidad de un sueño, tan profundo como los recuerdos que me hacen el cerrar los ojos al intentar dormir y recordar tus ojos, que con desprecio me han mirado, solo un mal entendido, pues mal interprete el brillo de la luz con la que te miraba esa figura tuya contrastando con la profundidad de tus opacos ojos, que el muerto goze de esa maravillosa imagen que me recuerda a cuando admiraba por el resto de su infinita eternidad muerto, pues será lo único que podrá recordar. Odio admitir que me equivoqué al enamorarme de ti, pues describirte será tan complicado sabiendo que en los relatos nunca se supo describir con detalle la figura de un ángel, aveces aterrador, aveces tan encantador como tú, cuesta describir porque amo ese pelo sedoso, con olor a miel y coco tan tropical como dulce que me hace querer estar respirando sobre tu cabeza, cuando nos sentábamos y yo jugando lo acariciaba pues sabía te molestaba. Ese perfume tan penetrante como las flores azules que tanto te gustaban, como el caramelo al que me recuerdas tan hostigante como adictivo. Tantas cosas de hablar de ti y tu belleza o belleza que tan inalcanzable tuviste que ser, demasiado para mí, y me preguntó, que hubiera pasado si tus ojos negros hubieran brillado por si solos gracias a mi, si quizás yo no hubiera sido tan tonto, tan impaciente o tan imprudente, acaso hubieras visto la luz que de mis ojos emanaban por ti, o siempre seré el recuerdo olvidado de alguien que no ha sabido olvidar.
Aún te sueño. Atte: Aquel que beso tu frente.
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